La correspondencia consta de ocho cartas enviadas entre agosto de 1939 y enero de 1940, pocos meses antes del fallecimiento de Emma Goldman, una pionera del movimiento de emancipación femenina que llegó a ser descrita por J. Edgar Hoover, el fundador del FBI, como una de las mujeres más peligrosas de América.
Las misivas, inéditas hasta la fecha, han sido publicadas en "Fraternalmente Emma. Cartas de amor y de guerra", con prólogo del investigador canario Ricardo García Luis, quien explica que la historia de ambos activistas es digna de una novela y su hallazgo parece "una pirueta del destino".
La historia se inicia en 1996, cuando García Luis recibe una carta de Mercé Vidal, nieta de Antonio Vidal, en la que le hablaba de unos documentos pertenecientes a su abuelo hallados en una maleta que había dejado en 1940 a una amiga anarquista, la pintora Janet Grove, antes de partir para el exilio en Estados Unidos.
Vidal, miembro de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), se trasladó con su mujer Mercedes a Santa Cruz de Tenerife en 1923 tras el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera -quien ilegalizó la CNT- y trabajó como marmolista en la isla, en donde llegó a ser visitado por Durruti tras su destierro en Fuerteventura.
Según explica Ricardo García Luis, se considera a Vidal "el cerebro" de la FAI en la isla y podría haber estado involucrado en el intento frustrado de atentado contra Franco, entonces comandante militar de Canarias, el 14 de julio de 1936 en la sede de la Comandancia en la capital tinerfeña, que fracasó por la delación de un anarquista.
Ya con la guerra en marcha la CNT ( Confederación Nacional del Trabajo ) envía a Antonio Vidal a la Península para solicitar ayuda para defender las islas, y para ello asalta el velero "Tenerife" en septiembre de 1936 y navega hasta Orán, en Argelia, para desde allí desplazarse a Barcelona.
Sus gestiones resultaron infructuosas y se alista como agente del servicio de información del ejército de tierra.
Ese mes de septiembre Emma Goldman realiza su primera visita a España -haría tres durante la guerra- hasta que la CNT le encarga regentar una oficina de propaganda en favor del anarquismo español en Londres, en la sede de Solidaridad Internacional Antifascista.
Ahí es donde se conocen Goldman, de 67 años, y Vidal, entonces con 34, encargado de llevar propaganda española a Londres, donde también entra en contacto con la pintora Janet Grove y viaja con ella a Tenerife para intentar una ofensiva republicana en Canarias que nunca se llevaría a cabo.
El autor considera que quizás fue entonces cuando Vidal adopta una nueva personalidad, la de Martín Herrera Mendoza, y se instala en Tánger para intentar una sublevación marroquí contra la retaguardia fascista, pues era la zona de instrucción y reclutamiento de las tropas moras.
Paradójicamente, esta operación fue desactivada por el Alto Mando de la República y Vidal fue delatado por un agente doble, lo que le supuso un año de prisión en Tánger acusado de contrabando de armas.
Tras ser liberado en agosto de 1939 marcha a Inglaterra, quizás esperando ver a Emma Goldman, quien había abandonado el país en abril de ese año "dolorida" por el fracaso de la República española y había partido hacia Canadá.
Desde ambos países se intercambiaron las cartas publicadas por "La Felguera" con alusiones al avance del totalitarismo en Europa y a los refugiados españoles, entre otros asuntos.
Goldman no llegó a leer la última misiva de Vidal porque sufrió una hemorragia cerebral que le causaría la muerte en mayo de 1940.
Vidal murió a mitad de la década de los 60 del siglo XX pero todavía hoy se ignoran las causas y dónde reposan sus restos, y antes de morir a los 102 años en Gran Bretaña Janet Grove encarga a unos vecinos, el matrimonio Cutler, que entreguen la maleta que le había dejado el activista a la familia Vidal, lo que hicieron en 1989.
Durante estos años la maleta, que contiene además informes confidenciales del trabajo de Vidal como agente de inteligencia, datos sobre compañeros que acabaron en campos de concentración franceses y numerosa correspondencia, estuvo en Barcelona en poder de la nieta del activista, Mercé.
El padre de Mercé, residente en Tenerife, fue quien la puso en contacto con García Luis tras leer su obra "La justicia de los rebeldes" sobre los represaliados por el franquismo, en la que menciona a Antonio Vidal, y le pidió que se pusiera en contacto con él para hablarle de la maleta.
Las misivas, inéditas hasta la fecha, han sido publicadas en "Fraternalmente Emma. Cartas de amor y de guerra", con prólogo del investigador canario Ricardo García Luis, quien explica que la historia de ambos activistas es digna de una novela y su hallazgo parece "una pirueta del destino".
La historia se inicia en 1996, cuando García Luis recibe una carta de Mercé Vidal, nieta de Antonio Vidal, en la que le hablaba de unos documentos pertenecientes a su abuelo hallados en una maleta que había dejado en 1940 a una amiga anarquista, la pintora Janet Grove, antes de partir para el exilio en Estados Unidos.
Vidal, miembro de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), se trasladó con su mujer Mercedes a Santa Cruz de Tenerife en 1923 tras el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera -quien ilegalizó la CNT- y trabajó como marmolista en la isla, en donde llegó a ser visitado por Durruti tras su destierro en Fuerteventura.
Según explica Ricardo García Luis, se considera a Vidal "el cerebro" de la FAI en la isla y podría haber estado involucrado en el intento frustrado de atentado contra Franco, entonces comandante militar de Canarias, el 14 de julio de 1936 en la sede de la Comandancia en la capital tinerfeña, que fracasó por la delación de un anarquista.
Ya con la guerra en marcha la CNT ( Confederación Nacional del Trabajo ) envía a Antonio Vidal a la Península para solicitar ayuda para defender las islas, y para ello asalta el velero "Tenerife" en septiembre de 1936 y navega hasta Orán, en Argelia, para desde allí desplazarse a Barcelona.
Sus gestiones resultaron infructuosas y se alista como agente del servicio de información del ejército de tierra.
Ese mes de septiembre Emma Goldman realiza su primera visita a España -haría tres durante la guerra- hasta que la CNT le encarga regentar una oficina de propaganda en favor del anarquismo español en Londres, en la sede de Solidaridad Internacional Antifascista.
Ahí es donde se conocen Goldman, de 67 años, y Vidal, entonces con 34, encargado de llevar propaganda española a Londres, donde también entra en contacto con la pintora Janet Grove y viaja con ella a Tenerife para intentar una ofensiva republicana en Canarias que nunca se llevaría a cabo.
El autor considera que quizás fue entonces cuando Vidal adopta una nueva personalidad, la de Martín Herrera Mendoza, y se instala en Tánger para intentar una sublevación marroquí contra la retaguardia fascista, pues era la zona de instrucción y reclutamiento de las tropas moras.
Paradójicamente, esta operación fue desactivada por el Alto Mando de la República y Vidal fue delatado por un agente doble, lo que le supuso un año de prisión en Tánger acusado de contrabando de armas.
Tras ser liberado en agosto de 1939 marcha a Inglaterra, quizás esperando ver a Emma Goldman, quien había abandonado el país en abril de ese año "dolorida" por el fracaso de la República española y había partido hacia Canadá.
Desde ambos países se intercambiaron las cartas publicadas por "La Felguera" con alusiones al avance del totalitarismo en Europa y a los refugiados españoles, entre otros asuntos.
Goldman no llegó a leer la última misiva de Vidal porque sufrió una hemorragia cerebral que le causaría la muerte en mayo de 1940.
Vidal murió a mitad de la década de los 60 del siglo XX pero todavía hoy se ignoran las causas y dónde reposan sus restos, y antes de morir a los 102 años en Gran Bretaña Janet Grove encarga a unos vecinos, el matrimonio Cutler, que entreguen la maleta que le había dejado el activista a la familia Vidal, lo que hicieron en 1989.
Durante estos años la maleta, que contiene además informes confidenciales del trabajo de Vidal como agente de inteligencia, datos sobre compañeros que acabaron en campos de concentración franceses y numerosa correspondencia, estuvo en Barcelona en poder de la nieta del activista, Mercé.
El padre de Mercé, residente en Tenerife, fue quien la puso en contacto con García Luis tras leer su obra "La justicia de los rebeldes" sobre los represaliados por el franquismo, en la que menciona a Antonio Vidal, y le pidió que se pusiera en contacto con él para hablarle de la maleta.