Según la jerarquía de la Iglesia Católica "la esperanza" es todavía posible para los homosexuales. En efecto, el obispado de Alcalá de Henares anunció en su página web una "Guía de consejos" para que los homosexuales puedan "curar" su homosexualidad. En la Guía en cuestión se sostiene que la orientación sexual de los individuos pueden cambiarse en el curso de la vida. Por ello, según la Guía, es todavía “posible la esperanza" para aquellos cuya sexualidad esté condicionada por esta circunstancia “desviada”.
La Guía de monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, ofrece a los homosexuales una batería de textos para que puedan así corregir sus aberrantes "desviaciones". Entre ellos se encuentran los siguientes:
- "Catecismo de la Iglesia Católica"
- "Compendio de la doctrina social de la Iglesia"
- "Sexualidad humana: verdad y significado"
- "Declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual – Persona humana. 29-12-1975. Congregación para la Doctrina de la Fe.
- "Respuesta a la pregunta sobre si es lícito que un Obispo diocesano ordene al sagrado presbiterado a un varón que manifieste propensiones llamadas homosexuales"
- " Familia, matrimonio y “uniones de hecho”, n. 23. 21-11-2000. Pontificio Consejo para la Familia".
- "En favor del verdadero matrimonio. 15-07-2004. Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española.
- "Sobre la “doble vida” de algunos sacerdotes. 23-07-2010. Comunicado del Vicariato de Roma (en italiano).
- "Homosexualidad y esperanza. Declaración de la Asociación Médica Católica de EE.UU".
- "Cómo prevenir la homosexualidad: los hijos y la confusión de género. Autor/es: Nicolosi, Joseph; Nicolosi, Linda Ames.Editorial: Ediciones Palabra, S.A".
Según la página web del Obispado de Alcalá en otros tiempos, aunque se diera el caso de que la familia no ofreciera una explícita educación sexual, la cultura general, "impregnada por el respeto de los valores fundamentales, servía objetivamente para proteger" a las personas afectadas por orientaciones "desviadas". Ha sido, según la Iglesia, "la desaparición de los modelos tradicionales en gran parte de la sociedad la que ha dejado a los hijos faltos de indicaciones unívocas y positivas, mientras que los padres se han descubierto sin la preparación para darles respuestas adecuadas". Según el Obispado, aunque la Escuela se ha mostrado disponible para desarrollar programas de educación sexual, "lo ha hecho frecuentemente sustituyendo la familia y en general con fórmulas puramente informativas". Con ello, según la Guía, se ha llegado a una "verdadera deformación de las conciencias".
Los autores de la Guía manifiestan no desear que ésta se convierta ni un tratado de teología moral de un compendio de psicología, "sino tener en cuenta las aportaciones de la ciencia, las condiciones sociolaborales de la familia y los valores evangélicos que conserva para cualquier tiempo la frescura siempre actual y las posibilidades de una encarnación concreta".
Pero sólo cuando el lector de la Guía abandona su preámbulo y se adentra en la lectura de los textos recomendados, es cuando realmente se descubre en qué consiste la auténtica "terapia" que recomienda la Iglesia para "curar" el horrible pecado de la homosexualidad. Uno de los textos aconsejados a gays y lesbianas para que puedan superar los efectos maléficos del "pecado nefando" es, entre otros, la lectura de la primera a Carta a los Corintios 6.10, en la que se pueden encontrar admoniciones tan recomendables como esta: "¿Ignoran que los injustos no heredaran el reino de Dios? No se hagan ilusiones: ni los inmorales, y los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los pervertidos". Parece claro que el efecto shock generado por semejante "terapia" resultará altamente "reparativo".
Como ocurriera en los añorados tiempos del nacional-catolicismo, la Guía ofrece a sus lectores homosexuales o lesbianas un conjunto de "vidas ejemplares" de Santos que fueron martirizados por mantener a toda costa su castidad que les pueden servir en estos de pía reflexión y discernimiento. La mentada Guía recomienda encarecidamente a los homosexuales, por ejemplo, la lectura y meditación sobre el ejemplo de San Carlos Lwanga y sus compañeros muertos en Uganda por "negarse en redondo" a satisfacer los deseos lujuriosos un monarca. San Pelayo fue otro de los mártires sacrificados por no sucumbir ante las inclinaciones homosexuales de un Califa que se sintió atraído por su figura. El Califa lo torturó cuando sólo tenía 14 añitos, quitándole posteriormente la vida. En realidad, a la luz del contenido de tales "vidas ejemplares" no se sabe si lo que Iglesia trata es de prevenir contra unas supuestas inclinaciones homicidas de los homosexuales o recomendarles a éstos sabios "consejos terapéuticos" para "superar" la práctica de su 'pecado nefando".