lunes, 17 de junio de 2019

El Astillero Factorías Vulcano llega a su fin



 
Ahora Vulcano, arrastrará con su final a una treintena de empresas auxiliares -sin cobrar desde mayo- y más de 70 trabajadores, supervivientes de una plantilla que llegó a alcanzar el millar de trabajadores, que tampoco ven una nómina desde septiembre. 
  
En el año de su centenario, Factorías Vulcano dice adiós a su larga trayectoria en la construcción naval. En cuanto entregue el ferry de Transmediterránea al que estos días se le dan los últimos retoques, el astillero fundado en el año 1919 por Enrique Lorenzo Docampo​ y el ingeniero belga Ludovico Morlon solicitará la liquidación voluntaria. 
 
Esta vez todo apunta a la desaparición de una factoría que ha sido durante décadas símbolo del sector naval y seña de identidad del populoso barrio vigués de Teis.

Vulcano es un astillero dedicado al diseño y construcción de buques de gran tonelaje y doble casco en acero, colosos de entre 80 y 170 metros de eslora como el que estos días se ultima en sus gradas, pero también a todo tipo de estructuras flotantes en general. Su historia está estrechamente vinculada a la lucha obrera en una ciudad con una larga tradición de duras reivindicaciones en la industria. Vulcano se sumó a la histórica huelga general de 1972 y tuvo un destacado protagonismo en las movilizaciones contra la reconversión naval de los años ochenta. Fue entonces cuando la adquirió Fernando Santodomingo, miembro de una familia vinculada al astillero desde su fundación que sigue controlando la mayor parte del accionariado.

Tras superar dos concursos de acreedores en los últimos 20 años, ahora Vulcano está inmerso en una tercera crisis de la que no es capaz de salir, lo que la conduce de forma inexorable a la liquidación definitiva. Será la puntilla para una compañía con una plantilla que llegó a alcanzar el millar de trabajadores pero que en la actualidad mantiene solo 73. Eso no impide que su cierre vaya a causar un duro impacto en el sector y en la ciudad, tanto en lo económico, por su influencia en la industria auxiliar, como en lo social, ya que ha sido emblema de un barrio eminentemente obrero.
 
Fue en 2006, en pleno 'boom' económico, cuando se embarcó en una operación de la que todavía hoy, 13 años después, no se ha repuesto: la adquisición de Factorías Juliana. La compra de la heredera de los activos en Gijón de Izar Construcciones Navales fue una decisión completamente equivocada, como reconocieron los dueños del astillero vigués, que pensaban que la burbuja que también inflaba la construcción naval duraría siempre. Por aquella operación, el Tribunal Supremo ratificaría una condena de 25 millones de euros y la inhabilitación de José Domínguez, José Luis Méndez y Fernando Santodomingo para administrar los bienes ajenos, así como para representar o administrar a cualquier persona para el mismo periodo.

Tras cuatro años sin registrar un solo periodo, Vulcano solicitó en 2011 el concurso de acreedores, el segundo en apenas una década, con una deuda de 186 millones de euros de proveedores a los que arrastró con su crisis: se les aplicó una quita del 80%. La parte que debía pagar se fue retrasando a través de sucesivos convenios, mientras el accionariado sufría distintos cambios, siempre con los Santodomingo como referente, representados a través de La Mecánica. La firma del contrato con Transmediterránea para el Villa de Teror, que estos días se ultima en sus instalaciones, fue un último balón de oxígeno. Desde entonces no han entrado nuevos pedidos y la actividad es extremadamente escasa.

La construcción del ferry ha estado repleta de vicisitudes. Decenas de auxiliares llevan meses sin cobrar o lo hacen a cuenta gotas, mientras los trabajadores del astillero han llegado a sumar seis meses sin percibir sus nóminas. Las difíciles negociaciones con el Banco de Santander, para acabar el que con toda probabilidad será su último barco, han marcado los últimos meses, mientras se explora la ayuda de una Xunta que ya no está dispuesta a gastar más energías en Vulcano. La prioridad ahora es entregar el ferry y la solución ha de venir "de parte de la propiedad", agregó. 
 
Otra vez los auxiliares se llevarán un duro castigo, después de haber renunciado al 25% de sus deudas por la construcción del Villa de Teror, un barco que acumula un retraso de un año en su construcción y que estaba presupuestado en 60 millones de euros.

La situación pudo haber sido mucho peor para Vulcano si el Tribunal Supremo no la hubiera librado en mayo de la devolución de 7,6 millones a un acreedor inglés que se opuso a la quita. La compañía británica PGS Geophysical recurrió a la justicia para que le eximiese de la condonación de una deuda millonaria al astillero, pero la sala de lo civil del TS desestimó su petición. Los británicos reclamaban 7,9 millones de un crédito a Vulcano y otros 1,6 subordinados y rehusaron someterse a una quita que redujo su deuda a solo 1,9 millones. Lo intentaron incluso con embargos, que fueron levantados por la Audiencia Nacional.
 
Este estertor parece el definitivo. Lo es hasta tal punto que la Autoridad Portuaria de Vigo no oculta sus planes para los terrenos que liberará el astillero que tiene interés en acaparar las instalaciones para el almacenamiento de contenedores.