La sexualidad es una parte muy importante dentro de la vida de las personas. Es una fuente de placeres y, a la vez, puede servir para establecer vínculos emocionales con otras personas.
A nivel histórico la sexualidad ha sido recluida a la reproducción de la especie humana. Su expresión y realización ha sido castigada cuando estas iban más allá de “producir bebés”.
Sin embargo, estas restricciones solo se aplicaban a los pobres y a las mujeres. Esto es, el libertinaje consumado por reyes, nobles, ricos mercaderes y sacerdotes nunca ha sido objeto de condena. Esto último incluso cuando implicaba o bien (1) atender únicamente a las necesidades, miedos y deseos de los poderosos; o bien (2) destrozar la vida de las personas que se veían obligadas a mantener relaciones sexuales en contra de su deseo y consentimiento.
En el caso de los pobres, la excusa para limitar la vida sexual era, entre otras, el control de la natalidad (ya sea para aumentarla o reducirla). En el caso de las mujeres, la escusa era, entre otras, su rol reproductor desligado del placer donde el propio placer femenino era castigado. Y eso no acaba aquí. También habría que incluir toda orientación y práctica sexual “desviada” de la norma establecida.
En un mundo anarquista se postula la libertad sexual, donde se posibilita desarrollar la propia sexualidad. Es decir, este tipo de prácticas queda disponible para cualquier persona interesada en ellas.
En la actualidad existen muchos mitos sobre la sexualidad humana, muchos de ellos vienen de la concepción romántica de las relaciones de pareja. No obstante, los mitos y las preguntas sin respuesta aparente no son cosas únicas del romanticismo. Estos también tienen lugar, tristemente, en el anarquismo.
Por ejemplo, se tiende a plantear que toda expresión sexual es deseable o que no puede ser recriminada. Es más, de forma coherente con la cultura de la esclavitud en la que vivimos, se plantea que una persona puede hacer lo que quiera con su vida sexual, independientemente del impacto que esta tenga en la vida del resto de personas.
Desde el anarquismo se plantean ciertos tipos de sexualidad, no todos. Que se hable de libertad sexual no implica aceptarlo todo. En el contexto de la vida sexual humana, de la misma manera que en el contexto de la vida política, se requiere actuar de forma responsable. O dicho con otras palabras, actuar siempre estando comprometidos y siendo coherentes con el anarquismo.
En un mundo anarquista donde prima la libertad, también se incluye, consecuentemente, la libertad sexual. Una libertad sexual que excluya toda autoridad ajena a uno mismo, que excluya cualquier abuso, coacción y opresión. De esta forma, aunque se hable de libertad sexual, se rechazan conductas sexuales como los abusos y las violaciones.
Por otra parte, y relacionado con lo dicho hasta ahora, cada persona tiene distintas necesidades, miedos y deseos dentro de su sexualidad. Cuando la práctica sexual implica mantener relaciones con otras personas, para ser coherentes con el anarquismo y su ética, es necesario tener en cuenta las necesidades de cada persona implicada. Es decir, el anarquismo también rechaza las relaciones sexuales donde una de las personas se aprovecha de las otras, las miente o manipula para satisfacer únicamente sus propias necesidades, olvidando u obviando las necesidades del resto de personas implicadas.
La libertad sexual, de la misma forma que la libertad en general, ha de ser libertad tanto individual como colectiva y, por ello, implica actuar de forma responsable tanto respecto a uno mismo como respecto al colectivo de personas.
La acampada anarquista, al buscar ser un lugar donde experimentar y vivir la anarquía, busca ser un espacio donde las personas puedan disfrutar de su sexualidad, con toda la diversidad que esta tenga. Esto, siempre y cuando se realice de una forma responsable. Por ello, en la acampada no se tolerará ningún tipo de abuso sexual. Por el contrario, se respetará toda relación sexual que ocurra de forma consentida y respetuosa, reconociendo las distintas necesidades de las personas de la acampada.
A nivel histórico la sexualidad ha sido recluida a la reproducción de la especie humana. Su expresión y realización ha sido castigada cuando estas iban más allá de “producir bebés”.
Sin embargo, estas restricciones solo se aplicaban a los pobres y a las mujeres. Esto es, el libertinaje consumado por reyes, nobles, ricos mercaderes y sacerdotes nunca ha sido objeto de condena. Esto último incluso cuando implicaba o bien (1) atender únicamente a las necesidades, miedos y deseos de los poderosos; o bien (2) destrozar la vida de las personas que se veían obligadas a mantener relaciones sexuales en contra de su deseo y consentimiento.
En el caso de los pobres, la excusa para limitar la vida sexual era, entre otras, el control de la natalidad (ya sea para aumentarla o reducirla). En el caso de las mujeres, la escusa era, entre otras, su rol reproductor desligado del placer donde el propio placer femenino era castigado. Y eso no acaba aquí. También habría que incluir toda orientación y práctica sexual “desviada” de la norma establecida.
En un mundo anarquista se postula la libertad sexual, donde se posibilita desarrollar la propia sexualidad. Es decir, este tipo de prácticas queda disponible para cualquier persona interesada en ellas.
En la actualidad existen muchos mitos sobre la sexualidad humana, muchos de ellos vienen de la concepción romántica de las relaciones de pareja. No obstante, los mitos y las preguntas sin respuesta aparente no son cosas únicas del romanticismo. Estos también tienen lugar, tristemente, en el anarquismo.
Por ejemplo, se tiende a plantear que toda expresión sexual es deseable o que no puede ser recriminada. Es más, de forma coherente con la cultura de la esclavitud en la que vivimos, se plantea que una persona puede hacer lo que quiera con su vida sexual, independientemente del impacto que esta tenga en la vida del resto de personas.
Desde el anarquismo se plantean ciertos tipos de sexualidad, no todos. Que se hable de libertad sexual no implica aceptarlo todo. En el contexto de la vida sexual humana, de la misma manera que en el contexto de la vida política, se requiere actuar de forma responsable. O dicho con otras palabras, actuar siempre estando comprometidos y siendo coherentes con el anarquismo.
En un mundo anarquista donde prima la libertad, también se incluye, consecuentemente, la libertad sexual. Una libertad sexual que excluya toda autoridad ajena a uno mismo, que excluya cualquier abuso, coacción y opresión. De esta forma, aunque se hable de libertad sexual, se rechazan conductas sexuales como los abusos y las violaciones.
Por otra parte, y relacionado con lo dicho hasta ahora, cada persona tiene distintas necesidades, miedos y deseos dentro de su sexualidad. Cuando la práctica sexual implica mantener relaciones con otras personas, para ser coherentes con el anarquismo y su ética, es necesario tener en cuenta las necesidades de cada persona implicada. Es decir, el anarquismo también rechaza las relaciones sexuales donde una de las personas se aprovecha de las otras, las miente o manipula para satisfacer únicamente sus propias necesidades, olvidando u obviando las necesidades del resto de personas implicadas.
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Pincha el enlace y pasa unos días viviendo la Solidaridad, el Apoyo Mutuo y la Autogestión
https://adargainfo.com/…/index.php/acampada/formulario-de-i…
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