domingo, 1 de agosto de 2021

Argentina: Han pasado cuatro años. El asesinato de Santiago Maldonado continúa impune

 



¡Avancen! !Fuego libre!

El grito desató la estampida. Los hombres que la mañana del 1 de agosto habían cortado la ruta 40, frente al territorio recuperado a la multinacional Benetton, escaparon hacia el río. El único del grupo que no era mapuche se desvió hacia la casilla de guardia: agarró su mochila, atraveso la maleza hacia el este y llego hasta la orilla. Su campera celeste resaltaba entre el gris y el verde del paisaje. Había llegado a la Pu Lof en Resistencia de Cushamen el día anterior. Aunque había querido ir varias veces, era la primera vez que pisaba territorio mapuche. Tenía 28 años y llevaba diez meses viajando por Chile y la Patagonia. Planeaba volver a su pueblo natal unos días más tarde para visitar a su familia y juntar algo de plata para el próximo viaje.

Santiago Andrés Maldonado, el Lechuga, el Brujo, el artista, el tatuador, el viajero, el nómade de ideas libertarias, el anarquista, desapareció ese mediodía durante la represión de Gendarmería, en un operativo controlado de cerca por las autoridades del Ministerio de Seguridad. A partir de ese momento, su mirada quedó estampada en remeras, banderas y carteles, y se convirtió en stencil en las paredes de todo el país. La imagen se multiplicó por miles en cada una de las marchas a Plaza de Mayo para exigir su aparición con vida. Durante 77 días, una pregunta persiguió a los argentinos como un fantasma de otro tiempo: ¿Dónde está Santiago Maldonado?

La denuncia llegó a la ONU y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los diarios del mundo se hicieron eco de una desaparición en el país que había dicho Nunca Más. La Justicia investigó la causa como desaparición forzada y puso la lupa sobre Gendarmería. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se cargó sobre los hombros la defensa de sus subordinados y apuntó contra la Pu Lof de Cushamen, que según el Gobierno mantiene vínculos con la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), una organización clandestina que reivindica la autonomía del Pueblo Mapuche y a la que le atribuyen sabotajes a multinacionales, incendios y robo de ganado en la Patagonia argentina y en Chile.

La lógica de un país políticamente polarizado reavivó viejos argumentos (“algo habrá hecho”) e inspiró toda clase de hipótesis. Por un par de semanas, fue como si Santiago estuviera en todos lados y en ninguno a la vez: algunos medios dijeron que un camionero lo levantó en Entre Ríos, que una moza lo atendió en Santa Fe, que se cortó los dreadlocks en una peluquería de San Luis, que pasó por un convento en Mendoza, que hizo dedo en Santa Cruz y que había un pueblo en el que todos se le parecían. Plantearon teorías aún más absurdas: que había hecho un “sacrificio” y estaba escondido en Chile para beneficiar la lucha del lonko (jefe mapuche) al que admiraba; que había sido herido en un ataque a una estancia de Benetton y que lo podrían haber enterrado. En las redes sociales, incluso, llegaron a decir que en realidad nunca había existido, que su hermano se había hecho pasar por él para atacar al Gobierno. Una semana antes de las elecciones legislativas, la diputada nacional y principal candidata del oficialismo en la Ciudad de Buenos Aires, Elisa Carrió, dijo que había un “veinte por ciento de posibilidades” de que Santiago Maldonado estuviera escondido en Chile.

Tres días después, el 17 de octubre, su cuerpo apareció flotando en las aguas heladas del río Chubut, entre las ramas y en posición fetal. La confirmación de su muerte –y la certeza de que no tenía golpes ni heridas– fue una respuesta incompleta, que cerró una pregunta y abrió otra: ¿Qué pasó con Santiago Maldonado?

SANTIAGO MALDONADO: “CORROMPEN A LAS PERSONAS PORQUE EL DINERO GENERA PODER Y EL PODER ES RESPALDADO POR EL VERDADERO DINERO Y VICEVERSA”

“‘Hola querida población somos el gobierno, somos tu gobierno, los que nos apoderamos de tu vida cada segundo cada minuto, cada hora, cada día, cada instante que pasa por tu reloj y por tu cabeza y te decimos cómo tenés que vivir. Somos los que premiamos a los represores, torturadores explotadores y castigamos a los que no son como queremos que sean’.

Y como si fuera poco, aparte de que existe la cárcel, la tortura, la represión y la explotación en la vida cotidiana perpetuada por las autoridades, ejércitos, jueces, policías, fiscales, políticos y demás mequetrefes, cómplices como empresarios y mercenarios sustentan esta miseria y esclavitud instalándolas en todas las relaciones de nuestra vida.

‘Instalaremos muchas cámaras de vigilancia para no dejarte ser libre, a todos lados que vayas quedará tu grabación capturada y te podremos ver cuando queramos y comentar cualquier tema sobre ti’.

Si no eras libre hasta ahora menos lo serás bajo el sistema «Gran Hermano», donde el Dios que todo lo ve y todo lo sabe responde a los poderosos para controlarnos mejor. Se dice que el problema es la inseguridad, que los delincuentes son el problema de todos nuestros males, pero nadie se cuestiona la raíz de los problemas.

Un mundo artificial donde el valor de intercambio material es el dinero genera desigualdades, porque hay distintos tipos de clases sociales y costumbres por las cuales comienzan a aparecer sometidos/as y sometedores/as, por lo que viene al caso el poder y el dinero.

Corrompen a las personas porque el dinero genera poder y el poder es respaldado por el verdadero dinero y viceversa, dejando atrás todo tipo de buenos valores, relaciones humanas, sentimientos y honestidad.”

Desde su libreta de notas, Santiago Maldonado nos sigue interpelando. Hoy, como cada 1 de agosto, toca el ritual de la memoria.

La historia de militancia y solidaridad que escribió Santiago con su compromiso durante 28 años, se vio interrumpida el 1 de agosto de 2017, en el operativo represivo de Gendarmería Nacional en la Pu Lof mapuche en Resistencia de Cushamen (Chubut) que culminó con su desaparición forzada. Fue uno de los hechos más aberrantes de la gestión presidencial de Mauricio Macri, con responsabilidad directa de su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

El 17 de octubre de ese año, cuando la cara y el nombre de Santiago se habían multiplicado por todo el país, apareció su cuerpo sin vida flotando en el río Chubut, en circunstancias que hasta el momento no fueron esclarecidas por la Justicia.

Hoy que toca el ritual de la memoria (cuatro años después, con la vorágine noticiosa otra vez al servicio del show electoral y la sociedad sacudida por una pandemia que se ha cobrado más de 100.000 vidas), el recuerdo renace como el ciclo natural que se celebra cada 1 de agosto.

La herida –al igual que la causa judicial por la desaparición forzada seguida de muerte– sigue abierta en la conciencia sensible de la Argentina. Santiago Maldonado… presente.