Una compañera nuestra sufrió acoso laboral en su puesto de trabajo en el Departamento de Antropología de la Universidad de Granada desde hace años. Tras diversas acciones realizadas hace dos años, se consiguió que se activase el Protocolo contra el Acoso (insuficiente por diversos motivos, principalmente por no marcar plazos, lo cual relantizaba y hasta paralizaba los procesos a investigar), y una vez iniciada la investigación, el resultado de la resolución era muy previsible ante las grandes cantidades de pruebas, papeles, correos y hechos (como por ejemplo, no permitir el acceso en igualdad de condiciones al resto a docencia vinculada a su perfil, eludir la comunicación institucional con ella, difundir falsos rumores, etc.), todo ello para presionarla para que abandonase su puesto de trabajo en la Universidad y así pudiera acceder al mismo otra persona que en las pruebas quedó muy por debajo de nuestra compañera, pero estaba distante en méritos y pruebas. Pero era la elegida por el grupo de poder de entonces en el Departamento.
La resolución ha reconocido el acoso de una manera rotunda (la más alta en la historia de la UGR), pero desgraciadamente la presión y el ambiente existente en el departamento continúa siendo hostil. Si bien la directora ha dimitido y hay un nuevo director en funciones, se han producido varios apoyos a la anterior directora sin haber leído tan siquiera la resolución o haber preguntado sobre los detalles del caso.
Agradecemos el reconocimiento de algo que era obvio y arrastraba ya muchísimo tiempo, y sin desear la desgracia de nadie, sí esperamos que el poder de daño que alguien tenía cese y deje de destrozar la carrera profesional y salud física y psicológica de nuestra compañera.
