miércoles, 18 de mayo de 2016

Ante la nueva farsa electoral, recuerda: la abstención activa es la única respuesta



Sólo la auto-organización y la lucha diaria sin líderes ni jerarquías nos permite construir espacios de libertad. En palabras de Durruti, el que se quede en su casa y no vaya a votar, no será mejor que el que vote y después se vaya a su casa. Lo importante es actuar, y el movimiento se demuestra andando.

¿Con que argumentos te piden los partidos políticos que les votes?.

En primer lugar, necesitan tu voto para desarrollar su programa electoral, como si fuera un contrato con los electores que lo firman con su voto. Ya se sabe, quien firma, pierde. Especialmente en este caso, pues no se trata de un contrato, sino de un cheque en blanco.

Hay dos tipos de programa electoral; el partido en el gobierno promete cosas que no ha hecho; los de la oposición prometen cosas que no saben si pueden hacer. En realidad, nada de nada, porque los programas políticos sólo están hechos para atraer al elector, como la zanahoria colgando del palo con la que se hace andar al borrico.

Un segundo argumento para pedir el voto es responsabilizarnos de lo que pueda pasar si nos abstenemos. En la antigua Grecia llamaban idiota (del griego idios, privado, uno mismo) al ciudadano egoísta que no se preocupaba de los asuntos públicos. Pero es precisamente al votar cuando te desentiendes de los asuntos públicos al ponerlos en manos de una élite que no rinde cuentas, en muchos casos ni ante Hacienda. Vota, idiota.

El tercer argumento es el miedo, asustar al electorado con la llegada de los enemigos políticos. ¿Qué prefieres, arsénico, o estricnina?. Optar por el mal menor es optar por el mal. Si la democracia la tienen secuestrada los partidos políticos, que designan los candidatos a dedo y los presentan en listas cerradas donde el único criterio es el amiguismo, con estos malos amigos ¿qué más enemigos políticos quieres?

Y eso nos lleva al cuarto y más reciente argumento, la necesidad de regenerar la política desde dentro. Desde dentro ellos, los "mejor preparados", pues al votante se le ofrece más de lo mismo, quedarse fuera tras delegar en otros para resolver tus asuntos por ti.

Desde pequeños se nos educa en la delegación, mediante la religión que nos pone en manos de dioses inexistentes, mediante la educación patriarcal que nos inculca el respeto a la autoridad, y mediante la propaganda de los medios de comunicación que nos hace creer que no somos válidos para resolver nuestros asuntos, pues son tan complicados que solo los comprenden los "mejor preparados".

Y por eso saltan a la palestra eruditos de la política y caras nuevas cuyo único mérito es no haberse corrompido aún, y que atesoran un sinnúmero de recetas de alta cocina política; crear círculos participativos teledirigidos por una cúpula endogámica, tocar el IVA por aquí y por allí para que pagues menos por el transporte pero más por el pan y la leche, apelar al patriotismo y la decencia y, en definitiva, desmovilizar a los descontentos. ¿Para qué movilizarse, pudiendo votar y esperar sentados a ver por donde sale esto?. De ilusión también se vive, y así llevamos desde 1978, esperando como unos ilusos mientras el paro, la precariedad, la carestía de la vida y la estafa inmobiliaria en el acceso a la vivienda se empecinan en demostrarnos que la política no nos resuelve nada.

¿Porque debemos abstenernos?

Porque no podemos esperar más a que nos arreglen la vida. La situación social de los trabajadores es inaguantable en el mundo entero. El paro, el crimen y la guerra imperan, mientras los políticas siguen vendiendo la moto del desarrollo económico, es decir, aumentar la explotación del medio ambiente hasta que todos seamos ricos, y por eso mismo prohiben tocar la riqueza acumulada ante nuestras narices por los poderosos.

Ni la hipocresía de la izquierda ni el cinismo de la derecha deben engatusarnos. Los términos izquierda y derecha provienen del parlamento, y por tanto forman parte del mismo tinglado, el tinglado que debemos desmontar, pues forma parte del problema, no de solución. la única solución para construir una sociedad social y ecológicamente viable es el reparto del empleo y de la riqueza, y la forma de conseguirlo no es ningún secreto.

Todo el mundo sabe que si no abordas los problemas, los problemas te abordan a ti. Sólo la auto-organización y la lucha diaria sin líderes ni jerarquías nos permite construir espacios de libertad. En palabras de Durruti, el que se quede en su casa y no vaya a votar, no será mejor que el que vote y después se vaya a su casa. Lo importante es actuar, y el movimiento se demuestra andando. Por eso hay que movilizarse antes, durante y después de las elecciones. La abstención activa es la única respuesta, y consiste en no votar y en algo más; UNIÓN, ACCIÓN, AUTOGESTIÓN.