domingo, 12 de mayo de 2019

El delegacionismo político

 


Poner nuestras vidas en nuestras manos se nos hace imposible, pues vivimos y morimos en una mi-noría de edad constante. Condenad@s a las migajas de sobrevivir, que no vivir, nuestras vidas son dirigidas a trabajar para comer, a rezar mediante el voto para que un partido nos asista, a estar atad@s a un estado que nos vigila y castiga. Mientras la clase trabajadora busca en el ocio dirigido la evasión efímera, un hobby que la haga escapar o halla en drogas: médicas (como antidepresivos), legales (como el alcohol) o no legales (como la marihuana) el consuelo del esclavo. Hay quien sale a la calle y pide mejoras, esperando algunas migajas más porque tiene fe en una democracia “mejor”, en unas leyes “mejores” y en un partido nuevo que sea el “cambio” o el que se considere “menos malo”.

Resignad@s a su rol sumiso, pues el estado educó y prometió castigo, renuncian a su autonomía, a ser capaces de organizarse entre l@s oprimid@s y dejar de pedir para empezar a hacer. La ley no se hizo para le pobre sino para proteger la propiedad privada, la política no se hizo para l@s pobres sino para someter, ningún partido ni de izquierdas ni de derechas nos liberará. 
 
La solución no es formar gobiernos “de la gente de abajo”, “de pobres” o gobiernos más fuertes pues: someterse al poder degrada y ejercerlo corrompe. L@s polític@s son la lacra social que nos vende la falacia de los derechos y “del bienestar”, nos meten miedo con “la seguridad” para controlarnos más y nos incapacitan para decidir sobre nuestras vidas. Los derechos son el marco que nos dicta lo que se nos permite hacer si nos sometemos, que son dados de arriba a abajo. No lo debemos confundir con cubrir las necesidades vitales, sino que el derecho implica ser reconocid@ y exige el deber de sometimiento. 
 
Por todo ello la libertad no se puede pedir, porque no se puede dar sino que aparece tras deshacernos de figuras autoritarias como l@s polític@#s y toda la red que les sustenta para mantener su posición privilegiada. Hay que perder el miedo, la democracia no es más que otro sistema de control y dolor que nos venden como “menos malo”, y cuando se desgasta un poco nos azuzan con el fascismo, dos caras de una misma moneda que históricamente se turnan y se necesitan mutuamente. 
 
Así que tras tomar conciencia de nuestra opresión, luchar sin líderes ni jerarquías, en igualdad, se ve necesario. Comenzar a cuestionarnos cómo sociabilizamos con nuestro entorno que sufre los mismos males y con el que no somos capaces de crear lazos porque nos han hecho (obligado) a olvidar (pero se pueden recuperar) los valores del apoyo mutuo, el construir espacios alejados de las lógicas capitalistas y la autodefensa. Autodefensa y no dar pena, es absurdo pedir mientras sufrimos la constante violencia de neveras vacías, la incertidumbre del techo, el que nos eduquen para producir, nos conviertan en autómatas productor@s-consumidor@s, el que nos callen, los palos de la policía, el que nos encierren, etc. Recuperar nuestras vidas está en juego y la rabia no la podemos seguir tragando, apaciguándola... que estalle. Nos estamos ahogando en vejaciones constantes del poder hacia nuestros cuerpos y mentes, salgamos de sus lógicas.

El delegacionismo político
Fanzine, “Contra todo lo que nos oprime. Una recopilación de textos antiautoritarios.”
Juventudes Libertarias. Madrid