Las personas crecemos y vivimos en contextos sociales. Ahí interactuamos con otras personas y con nosotros mismos.
Nos influimos y aprendemos mutuamente. Necesitamos vivir en grupo para poder sobrevivir, de hecho desde diversos planteamientos se entiende que una clave en la evolución del ser humano ha sido, precisamente, la cooperación y ayuda mutua. Es más, para llegar a ser personas como tal, necesitamos crecer en dichos contextos. Si, por ejemplo, creciéramos con una manada de lobos, lo que haríamos sería aullar y caminar a cuatro patas.
Las relaciones interpersonales son una parte fundamental en la vida de cualquier persona y estas pueden ocurrir de muchas formas. Dependiendo de lo que hayamos aprendido y de lo que valoremos como importante, tendremos un tipo u otro de relaciones. Relaciones donde habrá cariño y amor, miedos, sorpresa, rabia, tristezas y alegrías. Somos humanos y las emociones no se pueden evitar. Pero sí que podemos actuar de distintas formas, unas que servirán para alejarnos de la relación que queremos tener y otras que servirán para acercarnos a la relación que queremos tener.
Así, hay muchas formas de relacionarse con otras personas, unas que nos traerán mayor satisfacción y otras menos. ¿Cómo queremos que sean nuestras relaciones humanas? Es imprescindible hacernos esta pregunta, ya sea de forma explícita o implícita, para ayudarnos a llevar, precisamente, el tipo de relaciones que queremos tener. Cuando nos hacemos esta pregunta, además de reconocer el tipo de relaciones con las que sentimos mayor placer amoroso y/o sexual, nos preguntamos sobre otras cuestiones que también van a influir en cómo de satisfactorias van a ser para nosotros nuestras relaciones. Estas otras cuestiones tienen que ver con mantener relaciones respetuosas que permitan vivir y crecer a las distintas personas implicadas en la relación humana. Que supongan un apoyo mutuo entre dichas personas. Que se tengan en cuenta las necesidades de todas las personas que están incluidas en la relación, que se busque satisfacer las necesidades de todas estas personas de forma en que todas estas se responsabilicen de la relación en la que participen. Y, por supuesto, que no se obligue a nadie a formar parte de ninguna relación en la que no quiere participar.
Estas cuestiones de ética anarquista no son fáciles de aplicar debido al contexto cultural en el que hemos crecido, donde el individuo prevalece siempre por encima del conjunto de individuos. Sin embargo, se puede aprender a actuar de forma en que, al mantener relaciones humanas, se tenga en cuenta tanto a una misma (a nivel individual) como al resto de personas (a nivel colectivo).
La acampada anarquista COA 2019 pretende ser un lugar que facilite la realización de este tipo de relaciones humanas. Siendo que todavía hay mucho camino por recorrer, pretendemos que la convivencia participativa de esta acampada nos permita seguir aprendiendo a mantenerlas en nuestro día a día, tanto durante los días de acampada como posteriormente en nuestra vida cotidiana.
