lunes, 18 de marzo de 2019

El BBVA en la lista de "bancos más sucios" del mundo


El BBVA, uno de los bancos que más contribuye al cambio climático, a pesar de la retórica de respeto ambiental que el banco promulga, esta institución financiera se encuentra en la lista de bancos más sucios del mundo en cuanto a inversión en combustibles fósiles
El próximo 20 de marzo sale a la luz la X edición del informe “Fossil Fuel Finance Report Card”, una clasificación anual que muestra el comportamiento climático de los principales bancos internacionales. Este informe saldrá a la luz cinco días después de que el BBVA celebre su Junta General Ordinaria de Accionistas.

El BBVA, según se muestra en dicho informe, se encuentra en la lista de bancos con peor comportamiento climático, erigiéndose, junto al Banco Santander, en uno de los dos peores bancos españoles en este aspecto.

El informe del Grupo de Expertos para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) marcó un punto de inflexión a partir del cual se inicia una nueva hoja de ruta mundial con la que las instituciones financieras deben alinearse. Esta hoja de ruta implica, siempre según el IPCC, la necesaria reducción de cómo mínimo el 45% de las emisiones para 2030 y emisiones netas cero para 2050 (respecto a los valores de 2010).

Los proyectos de carbón, gas y petróleo que ya hoy día están operativos tienen un potencial de emisiones que nos aleja incluso de un escenario de un 50 % de posibilidades de no superar el 1,5 ºC de aumento de temperatura. Con lo cual la inversión en nuevos combustibles fósiles adicionales es un comportamiento climáticamente suicida. Sin embargo, el BBVA se encuentra en la lista de los bancos que más han contribuido a la expansión de nuevos combustibles fósiles desde la firma del Acuerdo de París.

El BBVA ha aumentado desde 2016 su inversión en algunos de los combustibles fósiles más sucios del planeta como el petróleo y el gas de fracking o el desarrollo del Gas Natural Licuado. Las emisiones de gases de efecto invernadero del gas natural, y del gas de esquisto en particular, son recurrentemente –y de forma creciente– puestas bajo el foco por la comunidad científica, que alerta de su gran contribución al cambio climático por las fugas de metano hasta ahora infravaloradas por los organismos oficiales.

Asimismo el BBVA ha mantenido una fuerte inversión en el carbón y añaden que la inversión del BBVA en otros combustibles fósiles de alto impacto climático como las arenas bituminosas o las perforaciones en el Ártico o en aguas ultraprofundas “tampoco ha sido desdeñable”. 

Compromisos muy insuficientes de BBVA

Sin embargo, el BBVA promueve una imagen de comportamiento climáticamente responsable. Alude en su estrategia de cambio climático a una cantidad de 22.132 millones de euros de inversión en finanzas sostenibles, una cantidad inferior a los 23.370 millones de euros de exposición a los combustibles fósiles que el propio banco reconoce.

En primer lugar solo se compromete a excluir de sus proyectos de inversión o financiación a aquellas compañías energéticas y mineras cuya actividad provenga en más de un 40 % del carbón, algo que, aunque parezca un buen propósito, no está en línea con los objetivos climáticos anteriormente expuestos. Además ni siquiera este compromiso es “muy estricto”, pues en caso de que dichas empresas tengan una estrategia de diversificación en marcha, cuyos criterios o plazos el banco en absoluto especifica, el umbral del 40 % ya no aplica.

En segundo lugar el banco no excluye algunas de las actividades más sucias de sus compromisos de desinversión, como el fracking.

En tercer lugar, el BBVA no excluye las infraestructuras concomitantes a los combustibles fósiles de su cartera de posibles inversiones. Tal es el caso de oleoductos y gasoductos.

Por último, el banco solo hace compromisos explícitos en relación a sus inversiones corporativas, pero no dice nada respecto a sus ramas de gestión de fondos y de seguros, lo cual hace pensar que estas políticas de responsabilidad no aplican a estos sectores, que sin embargo mueven miles de millones de euros.