En muchos países se encarcela a personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero en aplicación de leyes que vigilan los dormitorios y convierten un beso en un delito.
Se les tortura para obtener confesiones de "desviación" y se les viola para "curarlos" de ella.
Las sanciones son muy variables: desde una multa o unos meses de cárcel hasta, en algunos países, la cadena perpetua o la pena de muerte.
No sólo los estados, las sociedades que los consideran "desechables": los "escuadrones de la muerte" e incluso la propia familia o vecindario los matan, y las autoridades no hacen nada por impedirlo o investigarlo.
En algunos lugares, gobernantes, políticos y religiosos alientan la violencia contra estas personas con su discurso homofóbico. Tan sólo en unos pocos países estas personas son tratadas con plena igualdad ante la ley. Pero incluso en éstos las discriminaciones permanecen de facto en la sociedad.
En Kenia, Namibia, Uganda, Zambia y Zimbabue dirigentes políticos consideran que la homosexualidad es "antiafricana". Robert Mugabe, de Zimbabue, opina que los homosexuales son "peores que cerdos y perros".
En Uganda, Guyana, India, Bangladesh, Singapur, Maldivas, Bután y Nepal la homosexualidad puede castigarse con cadena perpetua.
Países europeos como Austria y Reino Unido han sido condenados recientemente por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por discriminar a personas LGBT.
En ciudades europeas como Belgrado, Moscú y Varsovia se han prohibido recientemente desfiles del Orgullo Gay.
En Irán, Afganistán, Arabia Saudí, Mauritania, Sudán, Pakistán, Yemen y en los estados del norte de Nigeria la homosexualidad puede castigarse con la muerte.