Comienza la temporada taurina y como ha sucedido en los dos últimos años, los defensores de la lidia nos quieren explicar que el toro es un animal perfectamente adaptado para ella.
José Enrique Zaldívar
Vicepresidente de AVAT (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia)
Las investigaciones de un profesor de la facultad de veterinaria de Madrid, Juan Carlos Illera, de las que se empezó a hablar en febrero de 2007, pretenden demostrar que, gracias a un especial sistema neuroendocrino, el toro es capaz de contrarrestar el dolor que se le produce, y de controlar el estrés que la lidia le debería provocar.
Cuando tuvimos conocimiento de los estudios a los que hemos hecho referencia, una parte del colectivo veterinario, respondió de forma contundente desde varias tribunas, explicando a través de una profunda revisión bibliográfica que tales afirmaciones no podían ser tenidas en cuenta.
Curiosamente, ningún medio taurino se ha hecho eco de nuestros informes.
Se ha silenciado de forma premeditada que existe una contestación por nuestra parte a las conclusiones del profesor Illera. Nuestra respuesta ha sido explicada en varios foros dentro y fuera de España.
Ciudades como Barcelona, Logroño, Santiago de Compostela, Bilbao, Ginebra y Bruselas, han servido en diversos eventos convocados por grupos abolicionistas de la tauromaquia, para dar a conocer nuestras opiniones.
También hemos podido expresarlas en otros medios de comunicación como son la radio y la televisión (Antena 3, Telecinco, La Sexta) Ningún medio de carácter científico ha publicado el estudio que afirma que el toro no sufre durante la lidia.
Resulta curioso que no se haya hecho, dado lo importante y novedoso que resultaría para la ciencia la existencia de un mamífero, capaz de controlar el dolor que se le provoca con utensilios como puyas, banderillas, estoques, y descabello, merced a la descarga de grandes cantidades de unas hormonas que se conocen con el nombre de endorfinas.
Negar la evidencia no es científicamente aceptable: si hay descarga de determinadas endorfinas es que hay dolor, y cuanto mayores son los niveles de estas sustancias detectados en sangre, el dolor sufrido y por tanto sentido es mayor.
Esto último es una afirmación científica expuesta en numerosos estudios que si han sido publicados en muchas revistas de la ciencia médica.
Otro hecho más importante aún, si cabe, es que se afirme que el toro de lidia es capaz de controlar el estrés mostrando niveles de cortisol después de las diferentes suertes, inferiores a los que presenta un toro que es transportado en un camión.
Con ello se nos intenta convencer de que la lidia estresa al toro menos que un trayecto en un vehículo por carretera.
La ciencia también tiene explicación para este extraño fenómeno. Desde nuestra asociación, AVAT, manifestamos que las endorfinas no pueden ser dotadas de propiedades que no tienen, es decir, de ser capaces de neutralizar el dolor, haciéndonos creer que, tras los tercios de varas y de banderillas, el toro puede hasta sentir placer.
¿En qué cabeza pueden tener cabida afirmaciones semejantes? Del mismo modo hemos explicado que esos casi “normales” niveles de cortisol medidos en el toro tras su muerte, se deberían a una respuesta patológica provocada por las lesiones que las puyas, las banderillas, el estoque y el descabello, provocan en el sistema nervioso del toro, y que impiden la respuesta normal esperada ante el estrés, es decir, la producción de grandes cantidades de cortisol.
Curiosamente, en una tesis doctoral que el mismo profesor Illera dirigió en el año 2002, se mantenía todo lo contrario, es decir, que la lidia suponía un enorme estrés para el toro.
Dicha afirmación se basaba en los altos niveles de cortisol detectados en los toros analizados. Quizás ha sucedido algo en los últimos siete años en el funcionamiento del eje hipotálamo-hipófisis-adrenales del toro de lidia que no nos ha sido explicado.
El resumen de dicha tesis aparece recogido en la página del Centro Etnográfico y Bibliográfico Virtual del Toro de Lidia, Suponemos que también se encuentra en el archivo de la facultad de veterinaria de Madrid.
Afirma el profesor Illera que los toros de lidia tienen unas glándulas adrenales de gran tamaño, lo que les dotaría de esta respuesta tan especial. Por lo que se ve, el tamaño natural, que no patológico de un órgano, es muy importante para calibrar y explicar un comportamiento fisiológico especial.
Podemos decir que los terrier de Escocia tienen una próstata 30 veces mayor que la del resto de las razas caninas, y no por ello demuestran tener algún comportamiento especial en la fisiología en que dicha glándula está implicada.
Por último, aunque sea un hecho de escasa importancia, ya que los títulos no tienen por qué conceder mayor sapiencia al que los ostenta, queremos aclarar que el profesor Illera no es catedrático de fisiología de la facultad de veterinaria de Madrid como figura en la noticia que su diario ha publicado.
José Enrique Zaldívar
Vicepresidente de AVAT (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia)
Las investigaciones de un profesor de la facultad de veterinaria de Madrid, Juan Carlos Illera, de las que se empezó a hablar en febrero de 2007, pretenden demostrar que, gracias a un especial sistema neuroendocrino, el toro es capaz de contrarrestar el dolor que se le produce, y de controlar el estrés que la lidia le debería provocar.
Cuando tuvimos conocimiento de los estudios a los que hemos hecho referencia, una parte del colectivo veterinario, respondió de forma contundente desde varias tribunas, explicando a través de una profunda revisión bibliográfica que tales afirmaciones no podían ser tenidas en cuenta.
Curiosamente, ningún medio taurino se ha hecho eco de nuestros informes.
Se ha silenciado de forma premeditada que existe una contestación por nuestra parte a las conclusiones del profesor Illera. Nuestra respuesta ha sido explicada en varios foros dentro y fuera de España.
Ciudades como Barcelona, Logroño, Santiago de Compostela, Bilbao, Ginebra y Bruselas, han servido en diversos eventos convocados por grupos abolicionistas de la tauromaquia, para dar a conocer nuestras opiniones.
También hemos podido expresarlas en otros medios de comunicación como son la radio y la televisión (Antena 3, Telecinco, La Sexta) Ningún medio de carácter científico ha publicado el estudio que afirma que el toro no sufre durante la lidia.
Resulta curioso que no se haya hecho, dado lo importante y novedoso que resultaría para la ciencia la existencia de un mamífero, capaz de controlar el dolor que se le provoca con utensilios como puyas, banderillas, estoques, y descabello, merced a la descarga de grandes cantidades de unas hormonas que se conocen con el nombre de endorfinas.
Negar la evidencia no es científicamente aceptable: si hay descarga de determinadas endorfinas es que hay dolor, y cuanto mayores son los niveles de estas sustancias detectados en sangre, el dolor sufrido y por tanto sentido es mayor.
Esto último es una afirmación científica expuesta en numerosos estudios que si han sido publicados en muchas revistas de la ciencia médica.
Otro hecho más importante aún, si cabe, es que se afirme que el toro de lidia es capaz de controlar el estrés mostrando niveles de cortisol después de las diferentes suertes, inferiores a los que presenta un toro que es transportado en un camión.
Con ello se nos intenta convencer de que la lidia estresa al toro menos que un trayecto en un vehículo por carretera.
La ciencia también tiene explicación para este extraño fenómeno. Desde nuestra asociación, AVAT, manifestamos que las endorfinas no pueden ser dotadas de propiedades que no tienen, es decir, de ser capaces de neutralizar el dolor, haciéndonos creer que, tras los tercios de varas y de banderillas, el toro puede hasta sentir placer.
¿En qué cabeza pueden tener cabida afirmaciones semejantes? Del mismo modo hemos explicado que esos casi “normales” niveles de cortisol medidos en el toro tras su muerte, se deberían a una respuesta patológica provocada por las lesiones que las puyas, las banderillas, el estoque y el descabello, provocan en el sistema nervioso del toro, y que impiden la respuesta normal esperada ante el estrés, es decir, la producción de grandes cantidades de cortisol.
Curiosamente, en una tesis doctoral que el mismo profesor Illera dirigió en el año 2002, se mantenía todo lo contrario, es decir, que la lidia suponía un enorme estrés para el toro.
Dicha afirmación se basaba en los altos niveles de cortisol detectados en los toros analizados. Quizás ha sucedido algo en los últimos siete años en el funcionamiento del eje hipotálamo-hipófisis-adrenales del toro de lidia que no nos ha sido explicado.
El resumen de dicha tesis aparece recogido en la página del Centro Etnográfico y Bibliográfico Virtual del Toro de Lidia, Suponemos que también se encuentra en el archivo de la facultad de veterinaria de Madrid.
Afirma el profesor Illera que los toros de lidia tienen unas glándulas adrenales de gran tamaño, lo que les dotaría de esta respuesta tan especial. Por lo que se ve, el tamaño natural, que no patológico de un órgano, es muy importante para calibrar y explicar un comportamiento fisiológico especial.
Podemos decir que los terrier de Escocia tienen una próstata 30 veces mayor que la del resto de las razas caninas, y no por ello demuestran tener algún comportamiento especial en la fisiología en que dicha glándula está implicada.
Por último, aunque sea un hecho de escasa importancia, ya que los títulos no tienen por qué conceder mayor sapiencia al que los ostenta, queremos aclarar que el profesor Illera no es catedrático de fisiología de la facultad de veterinaria de Madrid como figura en la noticia que su diario ha publicado.