Luciano Torrontegui Menchaca, fallecido el pasado mes de abril, pertenecía a una legión de hombres valientes, de talante firme y valores sólidos e inquebrantables que combatió en la Revolución española de 1936-39 y después luchó en la clandestinidad y en el exilio contra la dictadura franquista. Conocido también por su alias de Luis Torres, Torrontegui fue enlace de la CNT y uno de los protagonistas de la fuga del penal de Ocaña en 1948. A pesar de su lucha incansable y de todas las penalidades sufridas, repetía que "lo volvería hacer 20.000 veces", recuerda hoy su hija Agurtzane. Torrontegui, nacido en Meñaka el 28 de julio de 1916, mostró desde muy joven su querencia por la lucha obrera y se afilió al Sindicato del Transporte Marítimo, un sector que conocía a la perfección desde que a los 14 años se hiciese a la mar. Luciano y los otros siete afiliados que tenía la CNT en la naviera Sota y Aznar llevaron a cabo una huelga en 1935 en el barco que ganaron, tras tres meses de lucha.
Cuando estalló la sublevación con el alzamiento militar, cruzaba en un barco de esta naviera de África a España y fiel a sus ideas libertarias ya entonces, decidió, junto a sus compañeros, tomar posesión del barco e intentar evitar que fuera militarizado. Después de ser objeto de bombardeos y con el barco agujereado, recalaron en Cuba. Pero en la Cuba de Baptista, los apresaron como rebeldes y los encarcelaron durante tres meses en El Morro de La Habana. Luciano regresó a Francia en un barco que había ido a llevar hijos de antifascistas españoles a México. Desembarcó en Saint Nazare, cruzó por Cataluña, entró en España y se enroló en el Ejército popular como infante de Marina. Allí le enviaron a Cartagena, hizo la instrucción y se enfrentó a su primer combate en la batalla de Teruel en el invierno del 37-38. Le tocó servir en la división de Lister, en el Segre. Tratando de ocultar su filiación confederal para evitar ser objeto de represalias, su genio libertario terminó por manifestarse ante las injusticias. El inicio de un consejo de guerra y las amenazas veladas de muerte por boca de un comisario estalinista le llevaron abandonar esa división y a enrolarse en una compañía de dinamiteros en Seo de Urgel.
Campos de concentración
Tras la Guerra Civil, Torrontegui también sufrió los campos de concentración franceses. Su hija Agurtzane Torrontegui relata las andanzas de su padre que suman anécdotas y trazan una biografía a prueba de historiadores. "En el 39, regresa a Saint Nazare para trabajar para el ejército inglés. Pero en junio de 1940, con la invasión alemana en Francia, los ingleses se marchan, los dejan abandonados a su suerte y entonces mi padre y sus compañeros deciden bajar hacia Iparralde. Pero en Burdeos les paran, les quitan todo lo que llevan y ellos optan por quedarse en Las Landas donde coinciden en octubre del 40 con la entrevista de Hitler con Franco", rememora Agurtzane, con el convencimiento de que el carácter de su padre, prudente y generoso, le condujo a una militancia digna de figurar en los libros de Historia.
"Con el miedo a ser deportados, en Burdeos les coge de lleno la II Guerra Mundial. Allí llevan a cabo algunas actividades de resistencia y sabotaje contra el Ejército alemán. Y mi padre se enrola en el batallón Libertad con responsabilidades de mando. A partir del otoño del 44, participan en la liberación de la zona más atlántica de Francia. De hecho, él y otros recuperan muchas armas que dejaron los alemanes en la retirada, con la esperanza de que, puestas a resguardo, sirvieran para derribar a Franco".
Enlace de la CNT
Nuevamente cruza la muga y Luciano forma parte de los grupos de defensa en los Pirineos, en Urepel. Es en ese momento cuando desarrolla la labor de enlace para la CNT, acompañando a emisarios del interior hacia el exilio y viceversa. Entre otros, guió a Antonio Ejarque Pina, entonces secretario general de la CNT de España, actuando con varios nombres falsos, como Luis Torres.
En una de sus peligrosas misiones, en 1946, Luciano Torrontegui fue detenido por la Guardia Civil. Sufrió continuas palizas durante los 15 días que pasó en la DGS y fue condenado a seis años y un día. Compartió prisión con Koldo Mitxelena en Alcalá de Henares. Sin embargo, luego fue trasladado a Ocaña y el 8 de mayo de 1948 fue uno de los doce confederales que protagonizaron la sonada fuga de Ocaña. Le detuvieron en Madrid el 13 de mayo y pasó por los penales de Ocaña, Guadalajara, Yeserías y Larrinaga, donde enfermó debido al duro régimen de aislamiento. Sin embargo, no sería hasta 1951 cuando consiguiese la libertad definitiva.
La semblanza de Torrontegui está jalonada de orgullo. "Ni un solo momento en casa ha negado su trayectoria y su lucha, siempre habló de su participación, de su pertenencia", afirma Agurtzane. Todo ello a pesar de que nunca acabó de tener los papeles en regla y así detalla la anécdota de que le fueron a buscar para hacer el Servicio Militar hace ahora unos cuarenta años. Los dos momentos más álgidos de su lucha fueron, no obstante, la fuga del penal de Ocaña y su aventura francesa. "Los argumentos que nos cuentan en las películas palidecerían en comparación con lo que ellos tuvieron que hacer y sufrir, con túneles, muros taladrados, etc. Y otro de los momentos más importantes para él fue la lucha en Francia y la participación en el batallón Libertad", rememora su hija. Que la tierra le sea leve.
Cuando estalló la sublevación con el alzamiento militar, cruzaba en un barco de esta naviera de África a España y fiel a sus ideas libertarias ya entonces, decidió, junto a sus compañeros, tomar posesión del barco e intentar evitar que fuera militarizado. Después de ser objeto de bombardeos y con el barco agujereado, recalaron en Cuba. Pero en la Cuba de Baptista, los apresaron como rebeldes y los encarcelaron durante tres meses en El Morro de La Habana. Luciano regresó a Francia en un barco que había ido a llevar hijos de antifascistas españoles a México. Desembarcó en Saint Nazare, cruzó por Cataluña, entró en España y se enroló en el Ejército popular como infante de Marina. Allí le enviaron a Cartagena, hizo la instrucción y se enfrentó a su primer combate en la batalla de Teruel en el invierno del 37-38. Le tocó servir en la división de Lister, en el Segre. Tratando de ocultar su filiación confederal para evitar ser objeto de represalias, su genio libertario terminó por manifestarse ante las injusticias. El inicio de un consejo de guerra y las amenazas veladas de muerte por boca de un comisario estalinista le llevaron abandonar esa división y a enrolarse en una compañía de dinamiteros en Seo de Urgel.
Campos de concentración
Tras la Guerra Civil, Torrontegui también sufrió los campos de concentración franceses. Su hija Agurtzane Torrontegui relata las andanzas de su padre que suman anécdotas y trazan una biografía a prueba de historiadores. "En el 39, regresa a Saint Nazare para trabajar para el ejército inglés. Pero en junio de 1940, con la invasión alemana en Francia, los ingleses se marchan, los dejan abandonados a su suerte y entonces mi padre y sus compañeros deciden bajar hacia Iparralde. Pero en Burdeos les paran, les quitan todo lo que llevan y ellos optan por quedarse en Las Landas donde coinciden en octubre del 40 con la entrevista de Hitler con Franco", rememora Agurtzane, con el convencimiento de que el carácter de su padre, prudente y generoso, le condujo a una militancia digna de figurar en los libros de Historia.
"Con el miedo a ser deportados, en Burdeos les coge de lleno la II Guerra Mundial. Allí llevan a cabo algunas actividades de resistencia y sabotaje contra el Ejército alemán. Y mi padre se enrola en el batallón Libertad con responsabilidades de mando. A partir del otoño del 44, participan en la liberación de la zona más atlántica de Francia. De hecho, él y otros recuperan muchas armas que dejaron los alemanes en la retirada, con la esperanza de que, puestas a resguardo, sirvieran para derribar a Franco".
Enlace de la CNT
Nuevamente cruza la muga y Luciano forma parte de los grupos de defensa en los Pirineos, en Urepel. Es en ese momento cuando desarrolla la labor de enlace para la CNT, acompañando a emisarios del interior hacia el exilio y viceversa. Entre otros, guió a Antonio Ejarque Pina, entonces secretario general de la CNT de España, actuando con varios nombres falsos, como Luis Torres.
En una de sus peligrosas misiones, en 1946, Luciano Torrontegui fue detenido por la Guardia Civil. Sufrió continuas palizas durante los 15 días que pasó en la DGS y fue condenado a seis años y un día. Compartió prisión con Koldo Mitxelena en Alcalá de Henares. Sin embargo, luego fue trasladado a Ocaña y el 8 de mayo de 1948 fue uno de los doce confederales que protagonizaron la sonada fuga de Ocaña. Le detuvieron en Madrid el 13 de mayo y pasó por los penales de Ocaña, Guadalajara, Yeserías y Larrinaga, donde enfermó debido al duro régimen de aislamiento. Sin embargo, no sería hasta 1951 cuando consiguiese la libertad definitiva.
La semblanza de Torrontegui está jalonada de orgullo. "Ni un solo momento en casa ha negado su trayectoria y su lucha, siempre habló de su participación, de su pertenencia", afirma Agurtzane. Todo ello a pesar de que nunca acabó de tener los papeles en regla y así detalla la anécdota de que le fueron a buscar para hacer el Servicio Militar hace ahora unos cuarenta años. Los dos momentos más álgidos de su lucha fueron, no obstante, la fuga del penal de Ocaña y su aventura francesa. "Los argumentos que nos cuentan en las películas palidecerían en comparación con lo que ellos tuvieron que hacer y sufrir, con túneles, muros taladrados, etc. Y otro de los momentos más importantes para él fue la lucha en Francia y la participación en el batallón Libertad", rememora su hija. Que la tierra le sea leve.