Aquí, nos cuesta imaginarnos las relaciones sexuales
como una lotería. Pero en el mundo emergente, sin disponibilidad de
métodos anticonceptivos modernos y eficaces, para muchas mujeres, lo
son. Un informe elaborado por el Instituto Guttmacher y el el
Fondo de Naciones Unidas para la Población indica que 222 millones de
mujeres en edad fértil no tienen acceso a una planificación familiar
adecuada.
El deseo de formar familias más pequeñas está creciendo en muchas partes del mundo. Sin embargo, muchas mujeres aún no pueden tener el número de hijos que quieren cuando ellas quieren.
A pesar de los esfuerzos para generalizar el acceso a la
planificación familiar, este cambio en las preferencias familiares y el
aumento de la población hacen que muchas mujeres que lo desean no puedan
utilizar los anticonceptivos que les permitirían manejar su fertilidad.
Entre 2008 y 2012, el número de mujeres que accedió a estos métodos
creció a razón de 10 millones al año, una cifra insuficiente y muy
inferior a la del periodo entre 2003 y 2008 (20 millones anuales).
Así, aún hay 222 millones de mujeres sexualmente activas que
necesitan anticonceptivos modernos y que, por el contrario, no están
utilizando ninguno. Estas representan el 26% de los 867 millones que tienen esta necesidad en los países pobres y sólo son cuatro millones menos que en 2008.
Estas cifras indican que, en conjunto, se están produciendo algunos
progresos. Sin embargo, no sólo son insuficientes, sino que enmascaran
un panorama muy negativo en algunas regiones del mundo. Mientras que los
países del este de África o del Sudeste Asiático han mejorado en la
proporción de mujeres que acceden a la anticoncepción moderna, en el
oeste y el centro de África no ha habido ningún cambio y menos del 10%
utiliza estos métodos.
Es más, según este informe, en los 69 países más pobres del planeta,
donde reside el 73% de todas las mujeres que no tienen esta necesidad
cubierta en el mundo en desarrollo, el número ha aumentado de 153 a 162 millones. Allí donde la necesidad es mayor, menores son los logros.
Las razones más frecuentes por las que las mujeres
no usan anticonceptivos modernos son "la preocupación ante los posibles
efectos secundarios, la percepción de que no existe riesgo de embarazo,
la oposición de la pareja u otras personas, tener un conocimiento
inadecuado sobre estos métodos o dificultades en el acceso", indica el
documento.
Si las necesidades de estas mujeres estuvieran
cubiertas, este año se reducirían en dos tercios los embarazos no
deseados, habría 26 millones menos de interrupciones voluntarias del embarazo, siete millones menos de abortos espontáneos y 21 millones menos de nacimientos indeseados.
Además, se evitaría la muerte de 79.000 mujeres por causas
relacionadas con el embarazo, 600.000 muertes neonatales y 500.000
postnatales, lo que contribuiría a acercar un poco más los Objetivos de Desarrollo del Milenio de reducir la mortalidad materna e infantil. En dinero, la inversión extra de 4.000 millones supondría un ahorro en gastos sanitarios de 5.700 millones.
Y algo más, satisfacer la demanda global de planificación familiar
voluntaria no sólo salvará y mejorará las vidas de mujeres y niños,
también dará poder a las mujeres, reducirá la pobreza y, a la larga,
creará países más fuertes. Los esfuerzos para solucionar este problema, deben empezar por las más vulnerables, mujeres pobres, de zonas rurales y gente joven, donde su futuro descansa.