La llegada de Petro y Francia Márquez a la casa de Nariño, está marcada por un hecho histórico para el país, pues su triunfo en gran medida es gracias al entusiasmo de una porción de los sectores populares que depositaron su confianza en las urnas, en respuesta a tantos años de exclusión social, política y económica. Pero, fundamentalmente, más allá de los resultados en el sistema político electoral, su triunfo, se da en el marco del descontento social emergente durante el 2021, que puso a temblar al establecimiento, mostrando la fuerza que pueden llegar a tener los sectores populares a la hora de movilizarse.
Ya hemos visto análisis que apuntan a que esté gobierno tendrá la posibilidad de generar reformas “sustanciales” que beneficiarían a los sectores populares. Que este gobierno abriría la posibilidad de darle una salida definitiva al conflicto armado en Colombia, construyendo una “paz total” etc., etc. Pero, así mismo, análisis que apuntan a que existe la posibilidad de un fracaso ante el déficit fiscal que deja el gobierno de Iván Duque y ante una inminente crisis económica mundial, que imposibilita poner en marcha las políticas sociales que se plantea el actual gobierno.
Pero así mismo, estamos las y les anarquistas, quienes no vemos ninguna posibilidad de cambio real y profundo ante cualquier forma de gobierno y Estado que sostengan el privilegio de las clases dominantes y el capital. A quienes nos resulta más difícil poder hacer críticas y/o construir propuestas alternativas a la democracia burguesa, en tanto, en el caso concreto de este gobierno, nos reducen a estar del lado de la derecha, de no analizar la realidad concreta del país y de ser “utópicos”, -como si la democracia fuese una maravilla que se pone en práctica-.
Lo cierto es que ha pasado un mes del nuevo gobierno y la disputa por el control de las instituciones del Estado ha dejado a más de uno y una decepcionada o simplemente se ratifica que la política (la lucha por el poder del Estado y sus instituciones) se da a partir de un ejercicio pragmático en que la conciliación entre los sectores políticos y económicos, son una necesidad para gobernar. Que, en la búsqueda de gobernabilidad, las élites políticas tradicionales, son quienes ganan poder, dejando entre ver, que las reformas pueden que se lleven a cabo, pero con grandes “micos” y con “mermelada”. Lo que apunta, a que el “cambio”, que discursivamente profesan los progresistas y demócratas, nuevamente se queda en promesas rotas hacia la población.
En consecuencia, las y les anarquistas tenemos unas enormes tareas en tiempos en que las “izquierdas” gobiernan. La primera, relacionada con la necesidad de la organización de quienes tenemos como afinidad filosófica y social, al anarquismo; la segunda, aportar a la reorganización de los movimientos sociales, populares, étnicos y campesinos; tercera, hacer frente, mediante la organización a las diferentes expresiones y acciones que desde la derecha emerjan; cuarto, contrarrestar los ataques de quienes hoy reducen nuestra acción por no legitimar su gobierno de “izquierdas”, y contrarrestar la persecución del Estado y sus instituciones.
La primera tarea, considerándola la más importante e inmediata, que debe permitir que las y les anarquistas logremos establecer escenarios orgánicos que nos permitan actuar colectivamente, con fuerza y contundencia ante cualquier escenario que se presente, ya sea por medio de la organización específica, anarcosindical o cualquier expresión organizativa que emerja en estos tiempos. Entendiendo que, de manera aislada, el enemigo -de clase- seguirá gozando de sus privilegios. Pero así mismo, porque es a partir de estos escenarios de organización donde las y les anarquistas tenemos el deber de llevar al campo de la praxis los principios de la acción directa, la solidaridad y el apoyo mutuo. Al mismo tiempo, nos preparamos y ponemos a disposición estas herramientas organizativas para preparar y capacitarnos como clase obrera capaz de administrar los recursos disponibles.
La segunda, porque en tiempos en que las “izquierdas” gobiernan, tenemos el deber de aportar a que los movimientos sociales, populares, étnicos, campesinos e indígenas, desde su autonomía, profundicen las contradicciones propias del Estado y el capital. Buscando así, el fortalecimiento de los escenarios de las y les de abajo, dignificando la vida, mejorando las condiciones económicas y sociales. Pues, en medio de posibles diálogos y acuerdos con los actores armados, los movimientos sociales y populares deben participar activamente. Teniendo la claridad que no estamos ante una sociedad anarquista, pero somos las y les anarquistas en la sociedad actual y, por tanto, tenemos el deber de entregar nuestra fuerza individual y colectiva a mejorar las condiciones de las y les de abajo.
La tercera, consiste en establecer escenarios de autodefensa y acción que plantee disputa directa a las diferentes expresiones que emerjan de la derecha, negando cualquier posibilidad de su fortalecimiento. Pero así mismo, porque sabemos que la derecha acudirá a promover marchas y diferentes expresiones de movilización contra las medidas del actual gobierno, utilizando a los y las de abajo al servicio de sus intereses. Por tanto, las y les anarquistas tenemos el deber de recuperar la conciencia de clases en los sectores populares, estudiantiles, de trabajadoras, etc., etc. En tanto, la clase obrera debe defender y pelear por sus intereses de clase, no por quienes nos han gobernado y explotado históricamente.
Lo anterior, ante la falsa idea, que el fascismo y la derecha encuentran su fin en las elecciones. Lo que resulta ser aún más iluso, pues, si bien, actualmente se puede ver una ruptura entre las fuerzas que les componen, al no encontrar un consenso en la coyuntura electoral, la derecha encuentra una multiplicidad de formas de expresión y prácticas que están lejos de desaparecer. Pues, el poder se configura y se disputa en beneficio de los privilegios de la clase dominante. Así mismo, debo señalar que la derecha con sus múltiples matices mantendrá la especulación y la guerra mediática para acumular fuerzas a futuro que les permita nuevamente tomarse la presidencia. Recordemos que la derecha goza de medios de comunicación y medios económicos que le permiten mantener sus privilegios y actuar.
La cuarta tarea, pero no menos importante, es hacer frente a los ataques que desde los sectores demócratas y progresistas apuntan contra nosotras las anarquistas. Quienes no dudan en decir que estamos del lado de la derecha, por el hecho mismo de no ver una mínima posibilidad de cambio ante un Estado que mantiene gobernados y gobernantes, explotados y explotadores. Recordándoles que por principios somos amantes de la libertad, la justicia e igualdad. Que nuestra moral permanece y permanecerá ante cualquier escenario que se nos plantee, sin torcer el brazo. Qué no es una cuestión de “purantismo”, sino, de ser coherentes con nuestros principios. Por la dignidad de la clase obrera.
Finalmente, debo expresar que las tareas aquí expuestas tienen por objetivo reflexionar en torno al actual momento del país. Lo que aquí se expresan, son ideas que deben ponerse en debate y constante diálogo entre quienes vemos en el ideario libertario, una posibilidad de construir una sociedad basada en la máxima libertad y bienestar posible. Pero, sobre todo, que no podemos como anarquistas, dejar que la derecha, el Estado y el Capital sigan gobernando nuestra vida.
Cómo dice el anarquista español Ricardo Mella, “¿Quieres cultura, libertad, igualdad, justicia? Pues ve y conquístalas, no quieras que otros vengan a dártelas. La fuerza que tú no tengas, siéndolo todo, no la tendrán unos cuantos, pequeña parte de ti mismo. Ese milagro de la política no se ha realizado nunca, no se realizará jamás. Tu emancipación será tu obra misma, o no te emanciparás en todos los siglos de los siglos”.
Que nuestra anhelada libertad sólo es posible gracias al trabajo y al poder colectivo de la sociedad, de allí, la necesidad misma, de plantear la organización del trabajo y la sociedad mediante la libre organización.
Organicemos la olla, las huertas comunitarias, demos disputa directa a quienes nos oprimen en el trabajo, transformemos la educación mercantil por educación libertaria, construyamos en la medida de nuestras capacidades procesos vecinales; que ese 50% de la población que se abstiene de participar en el circo que representa el sistema político electoral se convierta en organización y lucha continua.
POR LA ORGANIZACIÓN ANTIAUTORITARIA Y ANTIPATRIARCAL
¡CONTRA EL ESTADO Y EL CAPITAL!
¡ARRIBA LAS Y LES QUE LUCHAN Y SE ORGANIZAN!
¡VIVA LA ANARQUÍA!
Luis A. Rozo