En esta lúgubre noche de un día frío y gris el aire se ha llenado de un ruido atroz. Se ha levantado el telón en todo el espectro internacional presentando escenas propias del peor de los burdeles -el político- intentando ocultar el hervidero dantesco, dramático y pavoroso en el que han sumido a la humanidad. De las negras entrañas de las tempestades que los tiranos desencadenan, fauces funestas nos lanzan exhalaciones mefíticas. Un cuantioso ejército de burócratas devenidos en banqueros posmodernos, la casta política parasitaria, políticos de cartulina y déspotas de todos los matices y colores reivindicando la miseria, el hambre, el exterminio de la naturaleza, luchas “antisubversivas”, torturadores y matarifes. -Claro, cada quién pinta su barca del color que mejor le quede amarrándola de una orilla u otra del apocalipsis - La dictadura esclaviza, la democracia destruye a sus desheredados.
Mas ello no basta; la verborragia circense no logra ahogar el crujido de las tripas famélicas de pan, justicia y libertad.
Pues bien, generalmente quienes se llaman “los buenos”, “gente de bien” son las moscas más venenosas. Sepultureros del amor, la vida, la verdad y las palabras -aprisionadas bajo el yugo-. Todos ellos escupen blasfemas, amenazas a diestra y siniestra, palo y bala. Malditos genocidas avalando y restableciendo una condena a muerte implacable para el pueblo. Esto viene al filo de las verdaderas orgías de sangre que nos ofrecen a diario las bestias que ellos mismos engendraron. Todos pestilentes demonios hambrientos, tras los despojos de una vida de supervivencia proletaria, ejecutando su faena diabólica.
¡No, carajo! ¡No! ¡Niego, protesto, grito! ¡Sin igualdad nunca habrá diálogo posible!
Nos han roto los huesos, perforado los pulmones, las manos yacen ulceradas y la tierra desollada. ¿Y ahora nos quieren hacer creer que les preocupa la salud ajena y el respeto a la vida del pueblo? Gente ingrata incapaz de empatizar ¿de qué pueblo nos hablan?
¡Ah! ¡no! ¡burgueses no! ¡asco, repulsión, náuseas nos causan sus carcajadas y amenazas!
¡Se ha derramado tanta, pero tanta sangre! Un modelo industrial capitalista que corroe el alma, consume los cuerpos, erosiona la tierra, contamina las aguas, vacía los mares, desaparece los árboles y los pájaros esmirriados sobrevuelan los cielos en busca de sustento.
Vivimos en un estado de catástrofe constante y opresiva de donde el nefasto sistema burgués capitalista no nos sacará. Y se nos amenaza con fusiles o futuras dictaduras cuando la democracia es la mentira de la usura. En el juego del ajedrez, así como en el de esta vida que nos impone la plutocracia, el peón cumple un papel esencial: atacar y sacrificarse por su Rey. ¡Hasta las sombras son asesinadas! ¡Ni los muertos estarán a salvo si el enemigo gana!
¡Ah! ¡no! ¡burgueses no! ¡asco, repulsión, náuseas nos causan sus carcajadas y amenazas!
Mientras alrededor la sangre corre, la sombría ejecución de sus leyes sangrientas me enardece aún más. Irrevocablemente, elijo la pasión. Aunque ello me condene a la vigilia eterna y una vida de penurias e inenarrable dolor. En carne viva, herida y con sangre en las manos. Alerta, el alma en vilo. La carne trémula, mis vísceras revueltas. Los pies esquivos en el cementerio. Encendida, pura Lava. Trueno, tormenta y río. Las letras me queman desde el vórtice de mis entrañas hasta la lengua. Y mis manos huérfanas de silencios condenadas a cumplir el rito del fuego se empecinan en no perder ni un ápice de su potencia perturbadora.
¡Óyeme bien burgués! ¡Mi voz siempre será la del pueblo! Su afán inquebrantable, su inefable coraje. Un grito en el campo de batalla. Las esperanzas blindadas. La pradera enardecida tras la pesada huella del verdugo. Un furioso incendio en el reseco bosque inmolando la muerte de los pesticidas. La hierba plebeya nutriéndose de la sangre de las piedras. La vida que bulle entre los pastizales como un ciervo de los pantanos sobreviviendo en el borde -y saber lo que saben ellos cuando se pierde todo lo que se tiene-. La negra sombra que arrojan los cuerpos diluyéndose al caer la tarde -ya no hay sombras ni cuerpos, -somos uno-. La nula inmovilidad de los ríos; las verdades, las matanzas, los cuerpos hinchados que vomitan a su paso. La insaciable sed de las hormigas deslizándose como afiebradas. - Huyen de una tempestad devoradora-. La tierra herida que sangra vidas de la vida en un mundo inmemorioso sumergido en un olvido sin límites. La lucha a brazo partido en medio de una competencia a degüello. Un pueblo en el ombligo de un vía crucis dictatorial del "Sálvese quien pueda" llamado meritocracia. Todo ello.
Por todo ello el pueblo trabajador y de a pie se mantiene firme en esta guerra. Una guerra infecta plagada de quimeras, dioses de barro, fetiches, mercados repletos de espejos deformadores. Aguas turbias y hediondas, drenajes que no drenan. Algoritmos rectores. Reyes de juguete contando los billetes del oro dólar, el oro ámbar, el oro blanco, el oro verde, el oro negro, el oro sangre, en tronos tambaleantes. Esos edificios repletos de parásitos. Los gusanos en las úlceras saliendo hasta de entre las losas, multiplicándose bajo las piedras, inundando las ciudades. Un azote, una plaga repugnante. La cínica gangrena. Ratas que roen las almas de los que aún duermen -dóciles presas del mundo insustancial- para alimentar su miseria inagotable.
¡No! ¡No es esta una cuestión de colores políticos! ¡No! ¡No es rebeldía señores! No es un juego o una moda. ¡Es una cuestión de vida o muerte!
¡Asco, repulsión, náuseas nos causan sus carcajadas y amenazas!
Dócil presa del mundo artificial, abre tus ojos pisoteados, sonámbulos entre la niebla. Oye el ruido ensordecedor de las hordas enardecidas que ya despiertan.
¡Los nacionalismos que padecemos nos atan a un lecho de Procusto, nos descoyunturan, nos mutilan y continúas como si nada!
¡Indígnate, carajo! ¡Indígnate, pero de verdad!
Dócil presa del mundo insustancial ¡tus cuencas vacías aún no están! ¡Pues voltéalas y mira de dentro hacia fuera! ¡Despierta de una vez!
El sistema se alimenta y sustenta de nuestra malhadada vida, arrebatan nuestro aliento, corroen nuestros huesos. ¿Oyes las carcajadas devenidas del placer del horror que nos infunden? Un maldito cálculo diabólico que se sostiene por medio de la explotación. Las formas diversas que adopta el leviatán francamente resultan irrelevantes ya que es en su esencia misma donde reside el mal, EL PODER. Recuerda las palabras del Zaratustra de Nietzsche; "Abrid los oídos, pues voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos. ESTADO SE LLAMA AL MÁS FRÍO DE TODOS LOS MONSTRUOS FRÍOS. ES FRÍO INCLUSO CUANDO MIENTE; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: 'YO EL ESTADO, SOY EL PUEBLO.' (…) El Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga, miente, y posea lo que posea, lo ha robado. Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus entrañas.” – Pero yendo incluso aún más allá, no han de ser únicamente los infames gobiernos de turno, su maquinaria represiva y la burguesía los grandes responsables y criminales de las injusticias que sufrimos, sino también los parásitos y gusanos socialdemócratas y demás beneficiarios del sistema capitalista. Puesto que esa necrosis no es transitoria ni individual o partidaria, sino permanente y casi general.
Y toda esta faena diabólica ¿para qué? Para mantener el poder y los privilegios de unos pocos bajo el manto protector de los Estados y la clase política gobernante, donde tampoco debemos eximir de responsabilidad a la industria de la religión - de ningún modo. El estatismo, esa monstruosa providencia política de las minorías privilegiadas que lo domina todo, lo abarca todo, no pierde de vista nunca a sus desheredados y los marca a fuego con el sello de su voluntad superior.
Elevado hoy junto con el fascismo – lepra lírica que contamina las almas, las somete o las exalta- a la suprema categoría de su omnipotencia. Tras el ruin engranaje de lo que llaman democracia, por apenas un mendrugo de pan al elevado costo de nuestro sudor y nuestra sangre, desaparece el hombre. Pero como incluso la democracia no puede marchar sin el pueblo asalariado, los ata primero al yugo diario, los encadena, los acorrala, los amordaza, los amenaza o los convierte en esclavos del salario, deudores de créditos e hipotecas impagables. Un gran cóctel de opiáceos en la industria del entretenimiento y el consumo, cultos, fábricas, látigos, mazmorras, balas, gases, bayonetas.
La policía/gendarmería es la guardia privada de las multinacionales e industrias, mineras, forestales, pesqueras, cerealeras, hidrocarburíferas y oligarcas de todos los colores. Y, si con todo ello, los hombres no adquieren el formato que requiere el Estado, los desechan, los dejan hechos despojos como alimento para los buitres y gusanos. ¡Mercaderes del poder convirtiendo los países en carnicerías a cielo abierto sin un ápice de duda! Gente ingrata incapaz de empatizar ¿de qué pueblo nos hablan?
¡Ah! ¡no! ¡burgueses no! ¡asco, repulsión, náuseas nos causan sus carcajadas y amenazas!
Emma Goldman decía que: "La vida empieza y termina en el ser humano, el individuo. Sin él la raza no existe, ni humanidad, ni Estado. (...) Es el individuo quién vive, respira y sufre." Las cosas se ven muy claramente, los parásitos y burgueses viven de nuestros despojos y sabemos que no lograremos nunca destrozar las cadenas que nos mantienen esclavos si seguimos alimentando el estómago de la bestia del poder y el capital.
-Dócil presa del mundo artificial… Yo sé, dirás “¡fúmate un fasito y relájate!”. ¡No, carajo! ¡No! ¡Niego, protesto, grito!… ¡INDIGNATE, carajo! ¡Indígnate, pero de verdad!
Pues bien, yo no comprendo cómo se puede permanecer neutral e indolente cuando la línea que separa el trono de algunos del desahucio abrupto y doloroso, del hambre encarnizada, los ojos vacíos, las cabezas partidas y la muerte de otros está tan claramente dibujada.
En esta vacua sociedad repleta de hipocresía; viles guerras, sangre y ruinas; vampiros, matanzas, matarifes, mataderos y discursos coloridos ¡Hay que terminar de una vez por todas con el despojo, la miseria y la muerte!
¡Despierta ya!
¡Dolor, asco, repulsión, náuseas!
El problema es universal. La tiranía se nutre de la dependencia de los hombres, que se someten al dominio de los Estados ciegamente. Y al final el hombre-masa al igual que el camello se arrodilla para que lo carguen bien y le amarren el yugo. Mijaíl Bakunin lo expresaba del siguiente modo: "Si hay un demonio en la historia es el principio del poder. Este principio, junto con la estupidez y la ignorancia de las masas —sobre las cuales se basa siempre y sin las cuales no podría existir— es el que ha producido por sí solo todas las desgracias, todos los crímenes y los hechos más vergonzosos de la historia".
¡Decidíos a no ser más esclavos y seréis libres! ¡Es en tus manos -proletario- donde reside la fuerza de tu libertad!
Dócil presa del mundo insustancial, abre tus ojos pisoteados, sonámbulos entre la niebla. No seas -por favor- carne de cañón en esta guerra, aprende a mirar con ojos del alma y junto a los tuyos toma la libertad entre tus manos.
Pues bien, no, no es que crea en los milagros, pero sí creo en los hombres. Y con eso es suficiente.
-Ciertamente Rudolf Rocker no se equivocaba al decir que “Millares de experiencias han tenido y tendrán aún que ser recogidas para hacer comprender a los hombres la idea de que la fuente de todo el mal no está en las formas del poder, sino en el poder mismo como tal, al que hay que dejar a un lado si se ha de abrir a la humanidad nuevas perspectivas para el futuro.”
Yo sé, a las profundas raíces de este bello sueño de justa justicia, equidad y libertad no habrá de llegar la escarcha. Y de las cenizas subirá un fuego visceral y una luz iluminará las sombras que habitan los días actuales. Este momento, este sacudón, este golpe, la sal en la herida, el grito desparramado en un lugar sin tiempo. ¡Ellos o nosotros! El aullido, los puños, los escritos, los rincones oscuros que pretenden silenciar, los cuerpos retorcidos de dolor y asco, esos siniestros sicarios jugando a que no saben nada de las muertes de los nuestros, traerá consigo los pasos decididos, firmes, compañeros.
Perdón señores grises, la despótica liturgia que practican no es más que algo estéril y también suicida.
La hora vendrá, vendrá como la lluvia. Y sin tregua oirán el gemido profundo de los torturados en su nombre.
¡Que mueran los Estados! ¡Que viva la anarquía! (A)
Cori Piccirilli