viernes, 22 de mayo de 2009

Conflicto del metal: jornada de tensión en Vigo


La Administración gallega busca un mediador, mientras el naval planea para esta mañana un paro parcial

Trabajadores y antidisturbios se enfrentan en la calle con piedras, tornillos, pelotas de goma y botes de humo

Los trabajadores del sector del metal regresan hoy a sus puestos de trabajo, después de dos días de huelga por la negociación del convenio, aunque a última hora de ayer se abrió la posibilidad de un paro parcial en los astilleros a lo largo de esta mañana. Las conversaciones, con todo, siguen bloqueada a la espera de una próxima solución.

Ayer los "sindicatos" acordaron fijar una semana de tregua para dar una oportunidad más a la negociación. Por su parte, la Administración busca un mediador. Los empresarios apostaron ayer por incorporar a un nuevo árbitro, y sugirieron que fuese el actual presidente del Consello Galego de Relacións Laborais, Demetrio Fernández, al que otorgan, pese a su juventud, autoritas suficiente para sentar a ambas partes a la mesa. Durante el fin de semana buscaría la solución y el lunes presentaría una nueva hoja de ruta para resolver el conflicto.

Caos

La jornada de ayer, la más caótica de todas y similar a la de la huelga del 2007, arrancó con un amplio dispositivo policial cuyo objetivo era proteger las zonas habituales de las manifestaciones y otros puntos neurálgicos de Vigo. Esto no impidió los cortes de tráfico de los trabajadores en las inmediaciones de los principales astilleros. Pasadas las 8.00 horas, los huelguistas comenzaron a cortar el paso en puntos seleccionados de antemano, tanto en Bouzas como en la zona de Guixar, en el este y el oeste de la ciudad y, precisamente, en las dos zonas viguesas en las que se ubican astilleros como Construcciones Navales P. Freire, Hijos de J. Barreras, Armón, Cardama (Bouzas) o Factorías Vulcano (Guixar), conectados por las principales arterias que distribuyen el tráfico de la ciudad en la zona del litoral.

Los piquetes -que se dividieron estratégicamente en distintos y numerosos grupos formados por cientos de trabajadores- bloquearon intermitentemente diferentes zonas del casco urbano y de sus principales accesos, las autopistas y las autovías que conectan con otras localidades. En el barrio de Teis, la policía cargó con dureza contra los manifestantes, que en ese momento estaban tratando de iniciar la marcha hacia la asamblea prevista en el Concello de Vigo. Los trabajadores se defendieron con lo puesto: las abundantes vallas de hierro y piedras existentes en la calle procedentes de las obras de reforma de los viales. El operativo policial persiguió a los manifestantes hasta que fueron acorralados en la zona baja del astillero Vulcano, a pie de ría. Los agentes emplearon las porras, botes de humo y pelotas de goma.

Puntos estratégicos

Pero la actividad de los manifestantes se hizo fuerte en otras zonas de la ciudad. Fueron bloqueados al menos otros seis puntos estratégicos de acceso a la urbe (Bouzas y Beiramar, Navia, plaza de España, Coia e Isaac Peral). Como consecuencia del colapso, miles de conductores se vieron atrapados en las retenciones al paso de los piquetes, y numerosos vehículos frigoríficos con pescado congelado tuvieron que retrasar su salida de la zona de las lonjas, al tiempo que camiones con contenedores vieron interrumpido su paso hacia el área de embarque en el muelle de Guixar; por no hablar en detalle de los cientos o miles de personas que vieron interrumpidos sus quehaceres diarios, ya fuera para acudir al trabajo o ir a buscar a sus hijos a la salida de los colegios.

La «zona cero»

La zona cero del conflicto de ayer fue el astillero Hijos de J. Barreras, la mayor firma naval de la ciudad. Allí, los participantes en la protesta levantaron una barricada con palés, ruedas y restos de grandes bobinas de cables, haciendo impracticable la avenida de Beiramar para el tráfico durante horas. Un grupo de trabajadores, ayudados de una continua lluvia de tornillos de acero de grandes proporciones, mantuvieron desde dentro de las instalaciones de H.J. Barreras a raya a la policía. Ante la acción de los agentes, los operarios se parapetaron tras una barricada con palés en el muro del astillero para apuntalar su posición.

Y así fue, porque la policía nunca pudo doblegarlos, ni siquiera después de más de una hora de lanzamientos continuos de pelotazos de goma. A pocos metros de distancia, varios centenares de compañeros de los obreros permanecían vigilados por los antidisturbios, a la espera de acontecimientos. Los directivos de la compañía no acudieron a trabajar.