miércoles, 22 de agosto de 2018

Grupos neonazis y dictaduras, los mejores clientes de la industria armamentista israelí



Grupos neonazis y regímenes militaristas del tercer mundo figuran entre los mejores clientes de la industria armamentista israelí. Por ejemplo en Polonia o en Hungría, no tiene en cuenta que a menudo los líderes de esos grupos, incluso dentro del gobierno de Hungría, abanderan la negación del Holocausto y el antisemitismo.Y por otra parte, el gobierno de Netanyahu se negó a detener la venta de armas a Birmania a pesar de que se acusó al régimen de ese país de cometer genocidio, limpieza étnica, violación y tortura contra los musulmanes rohingya.
 
No se trata de un descubrimiento de última hora, sino de una constatación de la que quienes más información vienen publicando desde hace años son los medios hebreos, a pesar de la censura militar imperante en el país.

Esta vez, según ha publicado el diario Haaretz, las armas israelíes han ido a parar a un grupo de extrema derecha de Ucrania, un país que padece una gran inestabilidad y que se encuentra en el centro de una enquistada disputa entre Rusia y Occidente. El grupo en cuestión, llamado Azov, posee además una ideología neonazi.

Más de cuarenta activistas de derechos humanos israelíes presentaron recientemente una petición al Tribunal Supremo pidiendo que se ponga fin a la venta de armas a este grupo que abiertamente aboga por una ideología que no solamente es nacional socialista sino también claramente antisemita.

Los miembros de Azov forman parte de las fuerzas armadas ucranianas y cuentan con el apoyo del gobierno de Kiev para el uso de esas armas procedentes de Israel. El primer comandante de Azov fue Andriy Biletsky, un nacionalista de extrema derecha. La mayor parte de los integrantes de esta unidad conocida como Regimiento Azov provienen del este de Ucrania.

El origen de Azov se remonta a los años ochenta, es decir todavía bajo la férula de la Unión Soviética, y sus primeros integrantes eran hooligans de equipos de fútbol. La milicia Azov no empezó a funcionar como tal hasta la crisis de Ucrania con Rusia de hace un lustro.

Aunque los detalles de la exportación de armas israelíes no se hacen público debido a la censura, recientemente se ha observado que en fotografías y grabaciones de video, los miembros de Azov poseen armas de fabricación israelí. Los peticionarios al Tribunal Supremo de Israel han presentado esas imágenes en su petición para que cese la venta de armas a ese grupo neonazi.

Haaretz señala que esta no es la primera vez que las fábricas de armas israelíes trabajan para grupos que abrazan la ideología nacional socialista, y cita otras ocasiones en las que las armas israelíes han ido a parar a grupos antisemitas o neonazis.

Los medios israelíes han indicado que en el gobierno de Benjamín Netanyahu hubo una gran satisfacción con la victoria de Donald Trump, a pesar de que era notorio que elementos afines a grupos neonazis y supremacistas de la “alt right” pasarían a formar parte de la administración de Washington.

La simpatía del gobierno israelí hacia grupos de extrema derecha europeos, por ejemplo en Polonia o en Hungría, no tiene en cuenta que a menudo los líderes de esos grupos, incluso dentro del gobierno de Hungría, abanderan la negación del Holocausto y el antisemitismo.

En la historia de Israel no es la primera vez que se lleva a cabo esta clase de acuerdos con el diablo. Durante la dictadura militar argentina, cuando los militares de este país mataron a millares de judíos, se dio la paradoja de que algunos de ellos murieron abatidos por armas de fabricación israelí, como el subfusil Uzi.

Además, medios israelíes y extranjeros han vinculado la venta de armas israelíes con regímenes acusados de cometer genocidio. Estas ventas la llevan a cabo generalmente militares de la reserva que ganan dinero fácil con la preceptiva autorización del ministerio de Defensa. Muchos de esos militares de la reserva han desempeñado cargos de confianza e incluso funciones ministeriales o de primer ministro, como es el caso del laborista Ehud Barak.
 
 
En septiembre del año pasado, el gobierno de Netanyahu se negó a detener la venta de armas a Birmania a pesar de que se acusó al régimen de ese país de cometer genocidio, limpieza étnica, violación y tortura contra los musulmanes rohingya. Una apelación al Tribunal Supremo no sirvió de mucho y los magistrados escucharon la posición del gobierno a puerta cerrada

El abogado de los activistas que denunció la venta de armas a Birmania, Eitay Mack, recordó al Supremo que Estados Unidos y Europa habían impuesto un embargo a Birmania. Y añadió que mientras Israel ocultaba la venta de armas a ese país, los líderes de Birmania presumían públicamente de sus relaciones con el estado judío.

Israel también ha aprovechado la tragedia de Sudán del Sur para vender armas a porrillo a ese país sumido en un conflicto continuado que está causando un elevado número de muertes, incluidas las de civiles. Se estima que unas 300.000 personas han muerto y más de 2 millones son refugiados y desplazados en Sudán del Sur.

Armas israelíes también terminaron en manos de grupos que llevaron a cabo el genocidio de 1994 en Ruanda, donde más de un millón de personas murieron en una matanza genocida.

Algunos militares y exmilitares israelíes han argumentado que Israel no hace nada que no hagan otros países, lo cual a veces es cierto. Sin ir más lejos, la bomba que este mes de agosto causó la muerte de más de 40 niños en Yemen, utilizada por la aviación liderada por Arabia Saudí, era de fabricación estadounidense.