jueves, 4 de febrero de 2021

Centenario de la muerte de Kropotkin 1921-2021


La fría madrugada del 8 de febrero de 1921 moría Pedro Alexevich Kropotkin en la ciudad de Dmitrov. Su funeral es multitudinario, más de cien mil personas desfilan en la que habrá de ser la última gran manifestación del movimiento libertario ruso durante la dictadura soviética. Dicho Gobierno intenta capitalizar su funeral, pero familia y amigas se niegan, organizándose por medio de los grupos anarquistas que aún subsisten en la vorágine roja destacando personalidades como Emma Goldman o Alexander Berkman. Miles de banderas de organizaciones políticas, sociedades científicas, sindicatos y por supuesto negras ondean orgullosas entre la comitiva fúnebre mientras niñas arrojan ramas de pino al paso del féretro. Tras acompañarlo ocho kilómetros por la nieve desde Moscú, el pueblo ruso finalmente despide a su propagandista más activo en el monasterio de Novvdévichu, junto a las tumbas de sus antepasados.

Los aristocráticos orígenes de Piotr no son nada modestos (príncipe dueño y señor de grandes latifundios y 1200 siervos) tras su paso por el Cuerpo de pajes de la Corte Imperial donde recibe una educación racionalista y científica, se decanta por la geografía y las expediciones cartográficas sobre el terreno realizando expediciones en Siberia, Manchuria, Finlandia y Suecia.

Es en Siberia donde entra en contacto con el anarquismo tras conocer a presos como el poeta Mijailov, que le enseña a Proudhon. En Suiza, a través de intelectuales rusos emigrados, contacta con organizaciones socialistas y la recién creada AIT. No conoce personalmente a Bakunin pero traba amistad con Guillaume y se adhiere a la concepción libertaria del socialismo contraria al marxismo autoritario.

De retorno a su tierra presenta sus trabajos de investigación alcanzando gran notoriedad y compagina la actividad científica con la propagandística formando parte del Círculo Chaikovsky, una organización de corte intelectual y revolucionario a la que acude disfrazado de campesino. En 1873, solo un día después de que la Sociedad Geográfica le ofrezca la presidencia y la rechace, es encarcelado en la fortaleza de San Pedro y Pablo tras ser delatado a la policía.

Tres años preso merman su condición física contrayendo incluso el escorbuto hasta que se fuerza su traslado al hospital contiguo a la Prisión Militar de San Petersburgo al ver peligrar su vida. Allí, con la ayuda de amigos conseguirá escapar exiliándose a Inglaterra, para instalarse más tarde en Suiza, donde conocerá a Reclus, Cafiero y Malatesta. Militante incansable ingresa en la Federación del Jura, que forma parte de la Internacional, y desarrolla una extensa campaña divulgativa mediante charlas, conferencias, reuniones obreras, folletos, etc además de proseguir con su labor científica colaborando en la revista «Nature», el diario «Times» y la Enciclopedia Británica. Funda varios periódicos como «L,Avant-Garde» donde empieza a plasmar sus teorías evolutivas que acabará bautizando como el apoyo mutuo y más tarde en «Le Révolté», escrito casi en su totalidad por él, los primeros bosquejos y formulaciones del anarcocomunismo.

Su constante actividad lo lleva a viajar por toda Europa estableciendo contactos y complicidades, visitando en 1878 entre otros lugares España entusiasmándose como menciona Max Nettlau “...por lo que había visto en una organización obrera penetrada por el pensamiento libertario” además de como él mismo menciona en una carta “sintiéndose rehabilitado moral y físicamente más fuerte.” Ese mismo año contrae matrimonio con la joven emigrante rusa Sofía Anániev, incansable compañera de camino de Piotr, quien a buen seguro sin sus cuidados y atenciones a su salud jamás hubiese terminado gran parte de su obra escrita además de ejercer de crítica literaria.

Tras instalarse en Lyon en 1882 es acusado falsamente de participar en un atentado terrorista y encarcelado. La ciudad es en ese momento un hervidero de disturbios y actividad anarquista y las autoridades europeas que llevan tiempo tras él no se dejan amilanar por el prestigio internacional de Kropotkin. La condena extremadamente severa y sin fundamento será de cinco años. Se desarrolla entonces una intensa campaña de toda la intelectualidad liberal europea y mundial que consigue liberarlo en enero de 1886.

Tras contraer la malaria en prisión, padeciendo una penosa situación económica y con el riesgo permanente de ser deportado a Rusia no le queda más remedio que partir a Inglaterra, después de convivir un tiempo con Reclus, donde permanecerá tres décadas dedicado por completo a la creación teórica e ideológica. Es en este periodo donde ven la luz algunos de sus trabajos más conocidos como «El apoyo mutuo», «Campos, fábricas y talleres» o «La conquista del pan». Una vez allí funda el grupo «Freedom», eje fundamental del anarquismo anglosajón hasta nuestros días, que poco después inició la publicación de un periódico mensual del mismo nombre. A pesar del delicado estado de salud que lastra a Kropotkin por su paso por la cárcel y el clima inglés participará en las campañas contra el gobierno español por torturar a prisioneros en Montjuic y viajará a Estados Unidos en dos ocasiones.

No todo son luces en la vida de Kropotkin. A raíz de la Primera Guerra Mundial se posiciona a favor de los aliados (democracias occidentales) en contra de la maquinaria austro-prusiana (imperios orientales) interpretando el conflicto como una agresión militarista por parte de los segundos. Junto a otros anarquistas publica en «Freedom» el Manifiesto de los 16 en el que advierte a liberales y socialistas del mundo contra el peligro del imperialismo germánico. Como es de esperar la mayoría de anarquistas, encabezados por Malatesta, asumen una postura lógica y consecuente con sus principios antimilitaristas y se muestran ajenos a toda lucha entre Estados denunciando el papel de los nacionalismos, que engañan a los obreros en provecho del capital. La respuesta de Malatesta «Los anarquistas han olvidado sus principios», publicada también en «Freedom», será una dura lección que no impide que posteriormente vuelva a apoyar el belicismo a principios de la revolución rusa en pos del mantenimiento de las conquistas obtenidas haciendo que se llegue a relacionar de forma ocasional con mencheviques y otros sectores alejados de los anarquistas mayoritariamente contrarios a la guerra.

Tras la caída del zarismo en 1917 y a pesar de su fragilidad Piotr no lo duda y vuelve a Rusia siendo recibido con regocijo y veneración por más de setenta mil obreras y campesinas de Petrogrado. A pesar de su edad, multiplica su actividad durante los primeros meses de la Revolución cambiando su entusiasmo del principio en manifiesta crítica contra la nueva clase dirigente y sus “métodos revolucionarios”. Pronto tendrá problemas con las autoridades bolcheviques y deberá retirarse de Moscú a Dmitrov, donde subsiste gracias al huerto que cultiva Sofía y los envíos de alimentos de compañeras de Ucrania. Jamás acepta nada del gobierno de Lenin, al que escribe y con el que se entrevista varias veces, y que de manos de Kerensky le ofrece un cargo, residir en el Palacio de Invierno y una fuerte pensión mensual. Cada vez más desilusionado fallece al poco tiempo de una bronconeumonía a la edad de 79 años.

Ruso por nacimiento y ciudadano del mundo por devoción, sabio geógrafo y erudito incapaz de permanecer impasible ante la explotación y miseria su gran ambición es hacer de la anarquía una ciencia, o más exactamente un instrumento científico. No se trata de un nuevo dogma sino de interpretar de forma más precisa el mundo con el fin de comprender el funcionamiento de las leyes y necesidades humanas. Para satisfacer estas últimas sin injusticia o explotación capitalista, sin debilitar las fuerzas productivas y distanciar al hombre con la naturaleza hay que proceder de forma racional y sintética.

Así, escribe en su libro probablemente más conocido, «La conquista del pan», que la “economía política” debe partir del consumo y no de la producción, convirtiéndola en una ciencia y no una simple descripción de hechos. Su verdadero nombre sería fisiología de la sociedad y pasa por ser la última fase de la evolución humana. Parafraseando a Kropotkin es el estudio de las necesidades de la humanidad y de los medios de satisfacerlas con la menor pérdida posible de fuerzas humanas. Una ciencia paralela a la fisiología de plantas o animales.” No cejará ni un solo instante en demostrar que el anarquismo tiene bases científicas bajo una simple premisa. “No es una cuestión de fe, sino de debate científico”. El anarquismo es una rama del socialismo por lo que si este tiene bases científicas, el anarquismo también.

La cuestión que se plantea la anarquía podría expresarse del modo siguiente: Que formas sociales garantizan lo mejor, en una sociedad determinada, y por extensión en la humanidad en general, la mayor cantidad de felicidad, y por tanto, la mayor cantidad de vitalidad (…) Cosa que, dicho sea de paso, nos proporciona también la fórmula del progreso. El deseo de ayudar a la evolución en esta dirección determina el carácter de la actividad social, científica, artística, etc. del anarquista.”

De esta manera además, da la vuelta al pensamiento proudoniano y marxista y supera la recurrente cuestión del valor, especialmente del valor trabajo.

A diferencia de Bakunin que tenía una formación predominantemente filosófica, como ya se ha mencionado Piotr se centró en las disciplinas científico-naturales y jamás se interesó por el idealismo alemán, la dialéctica o la especulación metafísica. Empapado del espíritu de la Ilustración y el progreso, la teoría de las especies de Darwin constituye para él la culminación de la ciencia moderna pues a partir de ella se explican todos los fenómenos del mundo viviente y los hechos de la historia y la sociedad. La contradicción entre su fe positivista y la época que le toca vivir, floreciente en cuanto a creación de bienes y que debía liberar al ser humano del trabajo y el sufrimiento pero que está generando una fractura social concentrando bienes y riquezas en manos de unos pocos, es solventada por Kropotkin mediante la teoría de la evolución.

Continuadores del evolucionismo darwiniano como Huxley desarrollan una justificación lógica del capitalismo y la opresión de débiles y pobres por los fuertes y ricos contradiciendo los ideales socialistas y anarcocomunistas de Kropotkin. Pero este revisa los fundamentos de dicha teoría en vez de rechazarla de plano y demuestra que la lucha por la vida no es el único factor que interviene en la evolución, ya que junto a él, hay otro más importante que es la ayuda mutua, que se da de forma universal entre miembros del mismo grupo, especie y especies. Por lo tanto la existencia de la brecha social es antinatural, lo que hace que concluya volviendo al anarquismo como ciencia, que la humanidad ha de entrar en un nuevo estadio evolutivo basado en el principio de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades eliminando los salarios y la propiedad privada o lo que es lo mismo, llegar al comunismo libertario.

Para el gran apologista de la Idea y padre del comunismo libertario es este principio, la ayuda mutua, la norma suprema de toda verdadera moral. El hombre busca más que el placer en sí la expansión y máximo florecimiento de su propia vida. Esto pasa por la superación del hedonismo ya que la vida al expandirse significa generosidad y aún renunciar al placer. La expansión vital tiene su raíz en la ancestral ayuda mutua y logrará su fruto más alto construyendo el comunismo libertario. Justamente este carácter moral de su pensamiento es el que lo conduce a renegar de su pasado aristocrático y dedicar su vida a emancipar a la humanidad. Su moralidad no se fundamenta en conceptos religiosos de metafísica o carácter utilitario. Existe en el ser humano una moralidad innata e instintiva al margen de cualquier construcción social que nos lleva a sufrir cuando vemos el sufrimiento a nuestro alrededor o proteger al más débil. Cualquier acción que nos permita sacudirnos el conformismo y sopor bajo la que queda sepultada dicha moralidad está justificada Porque con la misma vigencia e incluso más que hace cien años, las palabras que nos dedicaría Kropotkin serían de aliento y confianza hacia la emancipación social que nos permita volver a nuestros orígenes. Convirtiendo en sinónimos anarquía y humanidad.

Bbibliografía:

-Anarquismo: Una Introducción de Dolors Marin

-La ideología anarquista de Angel Cappelletti

-Anarcocomunismo: Principios y fundamentos de Piotr Kropotkin