La normalidad vuelve al subsuelo de Madrid. El grueso de toneladas de basura acumulada (el 65 por ciento) durante los 21 días de huelga fueron eliminadas de un plumazo por las cuadrillas de operarios de la limpieza tras el fin de la huelga en el suburbano. Salvo suelos, paredes manchadas de grafittis y algunos restos que seguían depositados en algunas vías, como la de Banco de España o Sol, la mayoría de los deshechos habían desaparecido ayer a media tarde. A ello se comprometieron las cuatro empresas concesionarias del servicio, tras alcanzar un preacuerdo, inopinadamente, en la tarde del día de Reyes. Un pacto, que, poco después, fue aprobado por el 95 por ciento de los trabajadores en una asamblea general que congregó a unas setecientas personas. Tras ello, indicaron que dejarían las instalaciones completamente adecentadas en un plazo de veinticuatro horas.
Para ello, las concesionarias del servicio organizaron a sus operarios en brigadas especiales de forma que, en las estaciones más sucias, donde la porquería se acumulaba de manera notable, intervinieran más personas. Según cálculos de la compañía, en los trabajos de limpieza debió participar el grueso de la plantilla, compuesta por 1.500 empleados.
A las cinco de la tarde, salvo en cuatro estaciones de la red que Metro no pudo precisar, solo faltaba el último 'lavado de cara'. Es decir, la limpieza y adecentamiento de suelos, que seguían repletos de manchas y churretes, así como la suciedad atrasada acumulada en paneles, paredes y ascensores. Cuando se cerró al público el servicio prosiguieron las tareas habituales, ya como un día normal. Es decir, fue el turno del interior de los trenes y de las cocheras, precisaron las mismas fuentes.
'Mañana por la mañana (por hoy), cuando los viajeros utilicen este medio de transporte para retomar su ocupaciones habituales, una vez acabadas las vacaciones, la red estará como si nada hubiera pasado', aseguraban. Eso sí, advertían de que quedarían grafittis 'porque por el tipo de tinta que se emplea necesitan un tratamiento especial'.
A pesar de la buena noticia del fin de las movilizaciones que llegó de forma inesperada el pasado domingo, la Comunidad de Madrid se mantiene firme en lo asegurado a lo largo del conflicto: la rescisión de los contratos a las cuatro compañías concesionarias de la limpieza de Metro (Eurolimp, Clece, Valoriza y Ferroser).
Así lo volvió a reiterar el consejero de Transportes e Infraestructuras, Manuel Lamela, tras haberlo hecho previamente la presidenta, Esperanza Aguirre, y Francisco Granados, consejero de Presidencia. En un acto celebrado en Alcorcón, Lamela aseguró que la decisión adoptada no va a cambiar por el final de la protesta y que los servicios jurídicos de Metro y el departamento de contratación están valorando y analizando minuciosamente las condiciones a exigir para el servicio de limpieza. A su juicio, era necesario elaborar un nuevo marco jurídico para evitar la situación que se ha producido durante la huelga. Tras el parón de estos días por las fiestas, se pondrá todo el proceso en marcha para evitar movilizaciones de este tipo.
La rescisión de los contratos con las concesionarias actuales para limpiar el Metro se producirá en breve -ahora está en fase de alegaciones-, y serán sustituidas temporalmente por otras, 'por razones excepcionales y de urgencia tal y como recoge un procedimiento reglado en la ley de contratos', explicó Lamela. 'Los nuevos concursos podrían estar adjudicados en unos seis u ocho meses', indicó. Por último, el responsable del Gobierno regional volvió a pedir disculpas a los usuarios por la situación, a su juicio 'lamentable', que ha soportado el suburbano durante esta huelga iniciada el 17 de diciembre.
Los sindicatos no comparten esta decisión de la Comunidad. Así lo subrayó el secretario de Acción Sindical de UGT, Sergio Picallo. 'Ya dijimos durante el conflicto que hablar de rescisión solo servía para caldear el ambiente. Además, no se puede impedir el derecho a la huelga de los trabajadores ni ese hecho es un motivo para anular unos contratos'. Si en un día normal en toda la red se recogen cinco toneladas de desechos -según las mismas fuentes-, ayer la cantidad debió rondar el centenar, a pesar de la existencia de los servicios mínimos.
El trabajo de a destajo de los operarios no dejó de sorprender a los usuarios que hicieron uso de las instalaciones. El mal olor y, en ocasiones hedor, por la cantidad de porquería acumulaba, no se percibía. A media tarde, la mayoría de las estaciones lucían impolutas y la suciedad que se apreciaba -salvo los restos en paredes y suelos, entre otros- era la generada por los usuarios descuidados. Era reciente y no atrasada. Papeleras vacías, bancos y escaleras tenían un aspecto muy diferente al de estos días. En Atocha-Renfe aún quedaban algunos restos de los objetos arrojados entre las escaleras mecánicas. En Sol, una de las más estaciones más sucias, olía a limpiacristales. Dos empleados de Valoriza que aseguraban haber hecho las tres semanas de huelga, se afanaban en un ascensor.
'Es un respiro que haya acabado todo; tardará tiempo aún en estar todo en condiciones', decía María, una empleada de una tienda. 'Daba asco coger el Metro estos días. Pero que conste que mucha de la porquería la echaban a propósito. ¡No hay derecho!', indicó Julia. 'Yo lo he visto más o menos normal. Se han dado bastante prisa', agregó José en Goya.
Para ello, las concesionarias del servicio organizaron a sus operarios en brigadas especiales de forma que, en las estaciones más sucias, donde la porquería se acumulaba de manera notable, intervinieran más personas. Según cálculos de la compañía, en los trabajos de limpieza debió participar el grueso de la plantilla, compuesta por 1.500 empleados.
A las cinco de la tarde, salvo en cuatro estaciones de la red que Metro no pudo precisar, solo faltaba el último 'lavado de cara'. Es decir, la limpieza y adecentamiento de suelos, que seguían repletos de manchas y churretes, así como la suciedad atrasada acumulada en paneles, paredes y ascensores. Cuando se cerró al público el servicio prosiguieron las tareas habituales, ya como un día normal. Es decir, fue el turno del interior de los trenes y de las cocheras, precisaron las mismas fuentes.
'Mañana por la mañana (por hoy), cuando los viajeros utilicen este medio de transporte para retomar su ocupaciones habituales, una vez acabadas las vacaciones, la red estará como si nada hubiera pasado', aseguraban. Eso sí, advertían de que quedarían grafittis 'porque por el tipo de tinta que se emplea necesitan un tratamiento especial'.
A pesar de la buena noticia del fin de las movilizaciones que llegó de forma inesperada el pasado domingo, la Comunidad de Madrid se mantiene firme en lo asegurado a lo largo del conflicto: la rescisión de los contratos a las cuatro compañías concesionarias de la limpieza de Metro (Eurolimp, Clece, Valoriza y Ferroser).
Así lo volvió a reiterar el consejero de Transportes e Infraestructuras, Manuel Lamela, tras haberlo hecho previamente la presidenta, Esperanza Aguirre, y Francisco Granados, consejero de Presidencia. En un acto celebrado en Alcorcón, Lamela aseguró que la decisión adoptada no va a cambiar por el final de la protesta y que los servicios jurídicos de Metro y el departamento de contratación están valorando y analizando minuciosamente las condiciones a exigir para el servicio de limpieza. A su juicio, era necesario elaborar un nuevo marco jurídico para evitar la situación que se ha producido durante la huelga. Tras el parón de estos días por las fiestas, se pondrá todo el proceso en marcha para evitar movilizaciones de este tipo.
La rescisión de los contratos con las concesionarias actuales para limpiar el Metro se producirá en breve -ahora está en fase de alegaciones-, y serán sustituidas temporalmente por otras, 'por razones excepcionales y de urgencia tal y como recoge un procedimiento reglado en la ley de contratos', explicó Lamela. 'Los nuevos concursos podrían estar adjudicados en unos seis u ocho meses', indicó. Por último, el responsable del Gobierno regional volvió a pedir disculpas a los usuarios por la situación, a su juicio 'lamentable', que ha soportado el suburbano durante esta huelga iniciada el 17 de diciembre.
Los sindicatos no comparten esta decisión de la Comunidad. Así lo subrayó el secretario de Acción Sindical de UGT, Sergio Picallo. 'Ya dijimos durante el conflicto que hablar de rescisión solo servía para caldear el ambiente. Además, no se puede impedir el derecho a la huelga de los trabajadores ni ese hecho es un motivo para anular unos contratos'. Si en un día normal en toda la red se recogen cinco toneladas de desechos -según las mismas fuentes-, ayer la cantidad debió rondar el centenar, a pesar de la existencia de los servicios mínimos.
El trabajo de a destajo de los operarios no dejó de sorprender a los usuarios que hicieron uso de las instalaciones. El mal olor y, en ocasiones hedor, por la cantidad de porquería acumulaba, no se percibía. A media tarde, la mayoría de las estaciones lucían impolutas y la suciedad que se apreciaba -salvo los restos en paredes y suelos, entre otros- era la generada por los usuarios descuidados. Era reciente y no atrasada. Papeleras vacías, bancos y escaleras tenían un aspecto muy diferente al de estos días. En Atocha-Renfe aún quedaban algunos restos de los objetos arrojados entre las escaleras mecánicas. En Sol, una de las más estaciones más sucias, olía a limpiacristales. Dos empleados de Valoriza que aseguraban haber hecho las tres semanas de huelga, se afanaban en un ascensor.
'Es un respiro que haya acabado todo; tardará tiempo aún en estar todo en condiciones', decía María, una empleada de una tienda. 'Daba asco coger el Metro estos días. Pero que conste que mucha de la porquería la echaban a propósito. ¡No hay derecho!', indicó Julia. 'Yo lo he visto más o menos normal. Se han dado bastante prisa', agregó José en Goya.