Al igual que en el Estado Español, Andalucía muestra un preocupante aumento de agresiones neonazis contra inmigrantes, homosexuales, jóvenes “antifascistas” y cualquier persona que sea contrario a su ideología. Los hechos se suceden semana tras semana, respaldados por la policía y las leyes.
Dentro de las agresiones a inmigrantes vividas en Andalucía, cabe destacar la denuncia de la Plataforma Pro Derechos Humanos de Jaén sobre la situación que se está viviendo en los campos aceituneros de la provincia. Un joven marroquí, temporero de la aceituna, fue agredido el pasado día 3 de enero en Torredelcampo; este hecho, que no es aislado, se inserta en un contexto de segregación social de lxs diferentes migrantes de las distintas nacionalidades que son vejados e insultados en un acto calificado de fascista por la plataforma. Un miembro de la misma va a iniciar una huelga de hambre por esta situación que se inserta en este clima de violencia en le Estado español, en el que la agresividad hacia personas de otras razas es cada vez más preocupante. El último caso que conmocionó a la población fue la agresión de un joven a una chica ecuatoriana en el metro de Barcelona, propinándole una patada y pegándole sin motivo mientras estaba desprotegida.
Cada vez más en Andalucía se está generando movilizaciones y acciones de carácter fascista. El pasado 2 de enero en Granada, con motivo de la celebración de “la toma” cristiana al reino islámico, grupos neonazis aprovecharon para sacar a la calle banderas y simbología fascista. Por otro lado, en los últimos meses se han producido agresiones a jóvenes antifascistas en Sevilla y Almería. Y es que esta situación no es exclusiva de Andalucía; al ya conocido caso de Carlos, asesinado a manos de un militar militante del grupo Democracia Nacional en el metro de Madrid, hay que añadir cientos de agresiones en otras provincias y ciudades como Cáceres, Valencia o Barcelona.
Los grupos neonazis, se dedican a hacer “cacerías” en las localidades, agrediendo de forma aleatoria a extranjeros y personas con ideología contraría a la suya. En el Estado español se producen casi 4.000 agresiones de este tipo al año. Una de ellas se vivió el año pasado en Almería, cuando un joven fue apuñalado por dos individuos de estética neonazi y que ahora están en prisión. En Sevilla, hubo un enfrentamiento entre unos neonazis y un grupo de antifascistas, que terminó con el pago de una multa por parte de los antifascistas sevillanos. En Granada, en la madrugada del 6 de enero, un par de neonazis salieron de “caza”, llegando a disparar con un arma de fogueo a dos jóvenes antifascistas.
Estos actos, que intentan imponer el miedo y el respeto por parte de los jóvenes, vienen acompañados de manifestaciones por las calles de nuestras ciudades, como la manifestación el pasado 2 de enero de un grupo nazis “bonhead” en celebración por la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos, hecho aprovechado por partidos de extrema derecha para actuar. Estos partidos, como Alianza Nacional, España 2000, La Falange o Democracia Nacional, aprovechan su legalidad para hacer demostraciones públicas de su ideología racista, portando banderas fascistas españolas o nazis. Esta legalidad choca de frente con la ilegalidad en que viven partidos políticos de los llamados de extrema izquierda en el Estado Español.
Estas actuaciones vienen respaldadas por el cuerpo policial y administraciones que imponen cargos levísimos ante actos violentos de estos grupos, o llegando incluso a no juzgar algunos de estos actos de partidos de ultraderecha, por estar inscritos en la legalidad estatal. Podemos ver como la “democracia” y el fascismo conviven en paz, socializando comentarios racistas o xenófobos en la televisión, teniendo que soportar actos públicos y monumentos simbólicos a favor del franquismo y de su ideología o agresiones que quedan impunes.
Sin embargo, en las manifestaciones en rechazo a la muerte de antifascistas, como las acaecidas en las capitales de provincia andaluzas por al muerte del joven Carlos, la policía detuvo y agredió a multitud de manifestantes, cargando contra los antifascistas allí reunidos e imponiendo cargos de cárcel por hechos no probados, como el joven detenido en Sevilla por la presunta rotura de un cristal de una tienda o el joven detenido en Almería, condenado a 3 años de cárcel. Las detenciones se hicieron patentes también en Granada, donde no fue llevada a cárcel ningún manifestante ya que se demostró la falsedad del relato policial.
Dentro de las agresiones a inmigrantes vividas en Andalucía, cabe destacar la denuncia de la Plataforma Pro Derechos Humanos de Jaén sobre la situación que se está viviendo en los campos aceituneros de la provincia. Un joven marroquí, temporero de la aceituna, fue agredido el pasado día 3 de enero en Torredelcampo; este hecho, que no es aislado, se inserta en un contexto de segregación social de lxs diferentes migrantes de las distintas nacionalidades que son vejados e insultados en un acto calificado de fascista por la plataforma. Un miembro de la misma va a iniciar una huelga de hambre por esta situación que se inserta en este clima de violencia en le Estado español, en el que la agresividad hacia personas de otras razas es cada vez más preocupante. El último caso que conmocionó a la población fue la agresión de un joven a una chica ecuatoriana en el metro de Barcelona, propinándole una patada y pegándole sin motivo mientras estaba desprotegida.
Cada vez más en Andalucía se está generando movilizaciones y acciones de carácter fascista. El pasado 2 de enero en Granada, con motivo de la celebración de “la toma” cristiana al reino islámico, grupos neonazis aprovecharon para sacar a la calle banderas y simbología fascista. Por otro lado, en los últimos meses se han producido agresiones a jóvenes antifascistas en Sevilla y Almería. Y es que esta situación no es exclusiva de Andalucía; al ya conocido caso de Carlos, asesinado a manos de un militar militante del grupo Democracia Nacional en el metro de Madrid, hay que añadir cientos de agresiones en otras provincias y ciudades como Cáceres, Valencia o Barcelona.
Los grupos neonazis, se dedican a hacer “cacerías” en las localidades, agrediendo de forma aleatoria a extranjeros y personas con ideología contraría a la suya. En el Estado español se producen casi 4.000 agresiones de este tipo al año. Una de ellas se vivió el año pasado en Almería, cuando un joven fue apuñalado por dos individuos de estética neonazi y que ahora están en prisión. En Sevilla, hubo un enfrentamiento entre unos neonazis y un grupo de antifascistas, que terminó con el pago de una multa por parte de los antifascistas sevillanos. En Granada, en la madrugada del 6 de enero, un par de neonazis salieron de “caza”, llegando a disparar con un arma de fogueo a dos jóvenes antifascistas.
Estos actos, que intentan imponer el miedo y el respeto por parte de los jóvenes, vienen acompañados de manifestaciones por las calles de nuestras ciudades, como la manifestación el pasado 2 de enero de un grupo nazis “bonhead” en celebración por la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos, hecho aprovechado por partidos de extrema derecha para actuar. Estos partidos, como Alianza Nacional, España 2000, La Falange o Democracia Nacional, aprovechan su legalidad para hacer demostraciones públicas de su ideología racista, portando banderas fascistas españolas o nazis. Esta legalidad choca de frente con la ilegalidad en que viven partidos políticos de los llamados de extrema izquierda en el Estado Español.
Estas actuaciones vienen respaldadas por el cuerpo policial y administraciones que imponen cargos levísimos ante actos violentos de estos grupos, o llegando incluso a no juzgar algunos de estos actos de partidos de ultraderecha, por estar inscritos en la legalidad estatal. Podemos ver como la “democracia” y el fascismo conviven en paz, socializando comentarios racistas o xenófobos en la televisión, teniendo que soportar actos públicos y monumentos simbólicos a favor del franquismo y de su ideología o agresiones que quedan impunes.
Sin embargo, en las manifestaciones en rechazo a la muerte de antifascistas, como las acaecidas en las capitales de provincia andaluzas por al muerte del joven Carlos, la policía detuvo y agredió a multitud de manifestantes, cargando contra los antifascistas allí reunidos e imponiendo cargos de cárcel por hechos no probados, como el joven detenido en Sevilla por la presunta rotura de un cristal de una tienda o el joven detenido en Almería, condenado a 3 años de cárcel. Las detenciones se hicieron patentes también en Granada, donde no fue llevada a cárcel ningún manifestante ya que se demostró la falsedad del relato policial.