Tras 16 meses de proceso judicial, la Fiscalía de Múnich ha solicitado una pena de seis años de cárcel para el criminal nazi de 90 años John Demjanjkuk, por complicidad en la muerte de 27.900 judíos en el campo de exterminio de Sobibor, en la Polonia ocupada, durante la II Guerra Mundial
"No exigimos venganza, sino justicia en nombre de los asesinados", dijo ante la Audiencia de Múnich el abogado Rolf Kleidermann, quien, como otros letrados, criticó a la defensa del criminal nazi por tratar de lograr "su libertad a cualquier precio".
Tras 16 meses y 86 sesiones de proceso en los que Demjanjuk no se dirigió ni una sola vez al tribunal y se mantuvo impasible postrado en una camilla con ruedas, cubierto siempre con una manta y una gorra para ocultar su rostro.
Las frecuentes bajas por enfermedad del acusado y las maniobras para la dilación del proceso por parte de su defensa habían amenazado con eternizar un juicio que previsiblemente acabará ya en pocas semanas con un veredicto del jurado.
A Demjanjuk (nacido en Ucrania, reclutado por el Ejército soviético y capturado en 1942 por los nazis como soldado enemigo) se le imputa complicidad en la muerte de 27.900 judíos en Sobibor (antigua Polonia ocupada), donde actuó como guarda voluntario.
En la década de 1950 emigró a EEUU como víctima del nazismo, en tanto que exprisionero, cambió su nombre de pila, Iván, por el de John y adquirió la nacionalidad estadounidense.
En 1975 se le identificó como presunto criminal nazi y fue extraditado a Israel, donde se le juzgó como el presunto "Iván el Terrible" de Treblinka y fue condenado a morir en la horca en 1988.
Tras cinco años en el corredor de la muerte se revocó la condena, al identificarse como "Iván el Terrible" a otro ucraniano, Iván Marchenko.
Regresó a EEUU, país que le había retirado la ciudadanía, pero donde siguió viviendo como apátrida por tener ahí a su familia.
La Fiscalía de Múnich reabrió el sumario en 2008, apuntalada en una hoja de servicios que lo identificaba como uno de los llamados "trawniki", conocidos por su extrema crueldad.
Tras un largo tira y afloja, agotados todos los recursos ante la Justicia de EEUU, fue entregado en mayo de 2009 a Alemania, donde es juzgado desde noviembre de ese mismo año en la capital de Baviera, al sur del país. En España, los fascistas mueren tranquilos en sus hogares, rodeados de los suyos, después de una plácida vejez, asegurada con una buena pensión, cuidando geranios en sus jardines, y haber sido homenajeados por sus "méritos" políticos.
"No exigimos venganza, sino justicia en nombre de los asesinados", dijo ante la Audiencia de Múnich el abogado Rolf Kleidermann, quien, como otros letrados, criticó a la defensa del criminal nazi por tratar de lograr "su libertad a cualquier precio".
Tras 16 meses y 86 sesiones de proceso en los que Demjanjuk no se dirigió ni una sola vez al tribunal y se mantuvo impasible postrado en una camilla con ruedas, cubierto siempre con una manta y una gorra para ocultar su rostro.
Las frecuentes bajas por enfermedad del acusado y las maniobras para la dilación del proceso por parte de su defensa habían amenazado con eternizar un juicio que previsiblemente acabará ya en pocas semanas con un veredicto del jurado.
A Demjanjuk (nacido en Ucrania, reclutado por el Ejército soviético y capturado en 1942 por los nazis como soldado enemigo) se le imputa complicidad en la muerte de 27.900 judíos en Sobibor (antigua Polonia ocupada), donde actuó como guarda voluntario.
En la década de 1950 emigró a EEUU como víctima del nazismo, en tanto que exprisionero, cambió su nombre de pila, Iván, por el de John y adquirió la nacionalidad estadounidense.
En 1975 se le identificó como presunto criminal nazi y fue extraditado a Israel, donde se le juzgó como el presunto "Iván el Terrible" de Treblinka y fue condenado a morir en la horca en 1988.
Tras cinco años en el corredor de la muerte se revocó la condena, al identificarse como "Iván el Terrible" a otro ucraniano, Iván Marchenko.
Regresó a EEUU, país que le había retirado la ciudadanía, pero donde siguió viviendo como apátrida por tener ahí a su familia.
La Fiscalía de Múnich reabrió el sumario en 2008, apuntalada en una hoja de servicios que lo identificaba como uno de los llamados "trawniki", conocidos por su extrema crueldad.
Tras un largo tira y afloja, agotados todos los recursos ante la Justicia de EEUU, fue entregado en mayo de 2009 a Alemania, donde es juzgado desde noviembre de ese mismo año en la capital de Baviera, al sur del país. En España, los fascistas mueren tranquilos en sus hogares, rodeados de los suyos, después de una plácida vejez, asegurada con una buena pensión, cuidando geranios en sus jardines, y haber sido homenajeados por sus "méritos" políticos.