El cortijo del Marrufo (Jerez) fue uno de los primeros campos de concentración y fusilamiento de la Guerra Civil. Fue abierto en noviembre de 1936 y abandonado en marzo de 1937. Han aparecido 28 cadáveres en la finca pero se estima que el valle puede albergar hasta 600 cadáveres de represaliados antifascistas.
Octubre de 1936. El valle de la Sauceda era el último bastión de resistencia antifascista en la provincia de Cádiz. Entre sus montuosas tierras se habían refugiado familias enteras de campesinos llegados de localidades vecinas como Ubrique, los Gazules o San José del Valle, que organizados estaban consiguiendo repeler los ataques del ejército fascista hasta finales de octubre de 1936. Para los franquistas, el control de este Valle era fundamental para garantizar su dominio sobre la retaguardia de Cádiz y continuar avanzando hacia Málaga.
El 1 de noviembre llegó la ofensiva final. Cuatro ejércitos y tres aviones bombarderos arrasaron el Valle. Todo aquel sospechoso de haber participado con organizaciones obreras y antifascistas pasaría por el cortijo del Marrufo (Jerez), considerado uno de los primeros campos de concentración de la Guerra Civil.
La tradición oral y las investigaciones del grupo de trabajo en la fosa del Marrufo han permitido averiguar cuál fue el destino de tantos campesinos de la zona: la finca del Marrufo. Este cortijo fue convertido en un campo de concentración, tortura y fusilamiento desde noviembre de 1936 hasta finales de 1937. Se han encontrado 28 cuerpos en la finca y se estima que en todo el Valle puede haber entre 300 y 600 cadáveres de represaliados antifascistas.
Eran los meses de terror caliente cuando los rebeldes golpistas asesinaban a cientos de personas sin formación de causa y enterraban sus restos en fosas comunales clandestinas. No obstante, al tratarse de asesinatos cometidos en la oleada de violencia inicial, apenas ha quedado constancia documental.
El grupo de investigación sí ha encontrado, no obstante, datos fidedignos de un grupo concreto de víctimas que fueron fusiladas en aquel periodo. El cura de la pedanía jerezana del Mimbral inscribió en el registro de defunciones a los desaparecidos de su feligresía que fueron fusilados en la finca del Marrufo y alrededores. En total, 52 personas.
Este documento permite, desvelar la secuencia con la que los responsables del destacamento militar fascista del Marrufo realizaron su tarea represora. Los represores procedieron a una eliminación secuencial en grupos a una media de 3,6 asesinatos diarios a lo largo de cinco jornadas. Si, por deducción proporcional, a éstos se añadieran los restantes refugiados de distinta procedencia y a los residentes que también fueron víctimas, la cifra de asesinados podría elevarse a varios centenares.
La asociación de familiares presentó el verano pasado una denuncia en Jerez de la Frontera basándose en la legislación internacional relativa a "crímenes de lesa humanidad", que se consideran imprescriptibles. Sin embargo, esta denuncia fue sobreseída. Apenas unos meses después, en febrero, la asociación de familiares volvió a presentar una denuncia. Esta vez, la titular del Juzgado de instrucción número 2 de Jerez, Soledad Vázquez Moreno, volvió a sobreseer la causa bajo el razonamiento de "aparecer exentos de responsabilidad criminal los presuntos responsables y ser el hecho cosa juzgada".
Ahora, la asociación de familiares se encuentra estudiando el recurso a interponer ante la Audiencia Provincial de Cádiz al entender que la resolución no se ajusta a derecho. "Vamos a llegar hasta donde haga falta con tal de que se haga justicia".