martes, 6 de abril de 2010

Curiosidades


Madrid esconde en sus sótanos vestigios ocultos de una etapa, la Guerra Civil, en la que la vida cotidiana de sus moradores se vio signada por tribulaciones sin cuento durante tres años. El horror adoptaba la forma de bombardeos tan inesperados como inmisericordes. El batir estremecedor de las hélices de grandes trimotores cargados de bombas, así como el hiriente silbido de los proyectiles de gran calibre disparados por la cañonería franquista desde la Casa de Campo sobre el corazón de Madrid, preludiaban siempre estragos y devastaciones. Para huir de todo aquello, el genio del pueblo asediado ideó una serie de refugios subterráneos, inicialmente improvisados en sótanos y bajeras.

Muchas de las galerías fueron construidas por porteros de fincas y comerciantes. En una documentación procedente del Servicio Histórico Militar, se detalla una "relación de refugios y minas existentes en diferentes fincas urbanas de Madrid, excabadas (sic) algunas de ellas por el mismo vecindario". Se pasa luego a detallar algunas de ellas, como la de la calle de Núñez de Balboa, 67: "Han construido un muro que aísla un trozo de unos 40 metros cuadrados aproximadamente de alcantarilla, a cuyo trozo convergen tres minas: dos que parten del número 67 de dicha calle y una del número 28 de la calle de Juan Bravo. Estos edificios pertenecen a FAI (Federación Anarquista Ibérica) y CNT (Central Nacional de Trabajadores, sindicato anarcosindicalista)".
En documentos similares se señala que tales refugios se hallan conectados, para su acceso, con conducciones del alcantarillado; a través de ellas, la huida puede desplazar o aproximar a los que emplean esta vía hasta o desde parajes muy alejados.