martes, 29 de octubre de 2013

Recordando a Juan Gómez Casas y la revista libertaria "Adarga"

Conocí a Juan Gómez Casas, en la calle de la Libertad de Madrid, la víspera del inicio del V Congreso de la CNT en diciembre de 1979. 

Un día después volví a hablar con él en el Pabellón de la Casa de Campo de Madrid, donde se celebraba el Congreso, entrevistándolo para Solidaridad Obrera. Pronto deslumbré en su personalidad, marcada por un aire de timidez y de humildad, una gran humanidad. 

Para mi generación, Juan Gómez Casas, era un maestro, leyendo sus magníficos libros descubrimos la "verdad" que nos había robado el franquismo. Su historia del anarcosindicalismo español y el de la primera internacional, representaban una puerta abierta a la memoria colectiva de los españoles.
La admiración que sentía por Juan, al poco tiempo resultó mutua, él en Madrid, yo en Barcelona, la correspondencia trazó líneas de fraternidad. Sus cartas que ahora he revisado hablan de proyectos, de ilusiones y de consejos hacia un joven historiador: "Sigue por este camino y profundiza en tus planteamientos históricos, el resultado será la obra bien hecha..."
 
Juan Gómez Casas, había sufrido prisión en los años del franquismo, su militancia en la Confederación le obligó a muchas renuncias y sacrificios. Tenía alma de poeta, destacó como escritor de cuentos sociales, fue un buen periodista confederal, pero se ganaba la vida como pintor de paredes. 
Lo volví a encontrar en Barcelona durante la Conferencia de la CNT del año 1980, Juan, que había luchado para conseguir la unificación confederal, le entristecía la nueva situación de la Organización entre crisis y escisiones. 


Recuerdo, en otra ocasión, un paseo por el barrio del Raval, en el que hice de cicerone de Juan Gómez Casas y de José Luís García Rúa, después de una conferencia en San Medir. Paseando por aquellas calles cargadas de historia, nos detuvimos en el cruce de San Rafael y Cadena, donde mataron a Salvador Seguí, Gómez Casas, me comentó que el Noi del Sucre representaba el ideal más auténtico del cenetismo. Luego estuvimos cenando en la Fragua con Pep Castells de anfitrión y Miguel García nos cantó un tango de Gardel. 

Continuamos la amistad a través de la revista Adarga que salió a la luz, por primera vez, en junio de 1980. No solamente fui colaborador de la revista sino distribuidor en Barcelona.Adarga, se presentaba como una revista cultural de opinión libertaria y con una visión universal del mundo. La revista fue de corta vida, la crisis del movimiento libertario se dejó notar... Pero, una vez pasado el tiempo y analizado su contenido, Adarga, quizá, sea uno de los proyectos libertarios "frustrados" más interesantes de los años ochenta. La revista que pretendía ser escudo y también lanza "en la defensa de nuestras ideas", sucumbió muy pronto por falta de recursos económicos.

Entre los colaboradores de la publicación hay una larga nómina de periodistas y escritores libertarios, Juan Gómez Casas, alma de la revista, apostó por los escritores jóvenes: Ferran Aisa, Josep Alemany, Antonio Artero, Pep Castells, Dolores Domingo, José Luis González Coronado, Gerard Jacas, Luciano Lanza, Fernando Montero, ... Y colaboraron también los experimentados: Benjamín Cano Ruiz, Angel J. Cappeleti, Noam Chomsky, Juan Gómez Casas, Fidel Gorrón, Antonio Zapata, Sara Guillén, Federica Montseny, Abel Paz, Carlos Peregrín-Otero, Carlos M. Rama, Fernando Savater...

Poco tiempo después de esta experiencia periodística, Gómez Casas fue responsable del periódico CNT. Nuevamente me invitó a colaborar en el periódico confederal.
Gómez Casas fue convocado a participar, en uno de los actos del Certamen Internacional que organizó el Ateneo Enciclopédico Popular, precisamente, en el coloquio sobre "Nacionalismo y Federalismo". Por razones de salud no pudo participar en el Certamen, pero en su libroRelanzamiento de la CNT, cita el coloquio de l'AEP como un hecho importante del movimiento libertario de los años ochenta.
Proseguimos nuestra amistad a través de la correspondencia hasta que el tiempo y su enfermedad nos fue distanciando. Un día me enteré que Juan había muerto...
Juan Gómez Casas queda en mi recuerdo como una persona buena, citando a Machado, en el buen sentido de la palabra. Gómez Casas fue para mí un maestro, y, a través de sus libros, aprendí una bella lección: que la historia y la cultura son necesaria para andar por la vida. 

Extraído de: 
Ferran Aisa-Pàmpols.
Butlletí de la Fundació d’Estudis Llibertaris i Anarconsindicalistes, FELLA, núm. 4, 2002.