El 20N es simplemente un día más para recordar que el fascismo en cualesquiera de sus facetas debe destruirse.
Para ello, para caminar hacia un mundo donde el racismo, la LGBTfobia, el machismo y la autoridad no tengan cabida, son necesarias las luchas y las acciones constantes contra el Estado; en nuestro caso, heredero del franquismo, de la asesina dictadura de la que aún sufrimos, por lejana que ya parezca, sus estragos.
La normalización y la banalización ya no sólo de la ideología fascista, sino la naturalización de las habituales formas que lo sustentan como los asesinatos y agresiones a personas trans, migrantes, homosexuales y mujeres a lo largo y ancho del país, donde los medios de comunicación juegan un papel fundamental en el cual se crean espectáculos de tales hechos terribles, son algunos de los brazos de esta bestia a la que debemos seguir combatiendo con fuerza como ya hicieron las compañeras que nos precedieron.
La lucha, como siempre decimos, no está en las instituciones, sino en las calles, donde vivimos y donde la realidad de la precariedad son palpables, no en las poltronas de políticos que se venden al mejor postor mientras deciden sobre nuestras propias vidas.
Un año más, seguimos en pie de guerra contra el fascismo, la autoridad en cualesquiera de sus formas y la democracia como falsa encubridora de represión y precariedad.
¡Contra el estado y su violencia, ahora y siempre, acción directa!