El grupo de afinidad anarcofeminista analizó en la Unión Anarcosindicalista de A Coruña la mercantilización del cuerpo de las mujeres y las posturas históricas de CNT y Mujeres Libres sobre el sistema prostitucional
GRUPO MOIRAS/ A CORUÑA
¿Puede la prostitución ser un trabajo, y por tanto ser sindicado? ¿Cabe la prostitución en el anarcosindicalismo? ¿Es el abolicionismo ‘putófobo’? ¿Cuál fue la postura histórica de los y las anarquistas ante la prostitución, y también la de la iglesia católica y la burguesía? ¿De dónde y cuándo surge la idea de que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera?
Estas y otras preguntas sobre la prostitución surgieron durante la charla “Prostitución y Anarquismo”, que el Grupo Anarcofeminista Moiras ofrecimos en A Coruña, invitadas por la Unión Anarcosindicalista, que sirvió también para presentar el libro ‘Porqué el anarcosindicalismo no puede sindicar la prostitución”, que recientemente hemos editado.
La charla comenzó con una presentación del grupo, creado hace un año por mujeres libertarias de distintas partes de la península ibérica para enfrentarnos al desclasamiento y la falta de formación en las ideas anarquistas que está provocando la introducción de reformismos e ideas de la socialdemocracia que nos vende sentimientos de libertad mientras nos explota. En la charla analizamos la postura de anarquistas de relevancia, como Emma Goldman, que rechazó la prostitución como un mal social, y las posiciones históricas de Mujeres Libres y CNT. Las mujeres anarquistas solían escribir y trabajar hacia lo que llamaban ‘amor libre’, este fue introducido incluso en el IV Congreso de CNT en Zaragoza en 1936 incluyéndolo en el comunismo libertario, estando estos principios, tácticas y finalidades vigentes actualmente en la CNT AIT. En cuanto al abolicionismo libertario llevado a la praxis por MMLL en plena guerra civil, mediante los liberatorios de prostitución en los que se ofrecían servicios psicológicos y de formación para aquellas mujeres que así lo requiriesen. Ellas estuvieron con las mujeres prostituidas, estuvieron con las ‘putas’.
Una estrategia de supervivencia de colectivos oprimidos, no un trabajo
En la charla analizamos además si la prostitución puede, por su propia esencia, ser considerada un trabajo. El trabajo es el esfuerzo que hace una persona usando sus capacidades físicas o mentales. La prostitución no es un trabajo, ya que implica dejar que otros usen el propio cuerpo.
Afecta además a una esfera especial de la vida humana, la sexualidad. La prostitución es la compra de la libertad sexual a cambio de dinero.
Estas dos características de la prostitución hacen que sea realmente imposible su regulación como un trabajo más: no se le pueden aplicar las normas básicas de derecho laboral, como las de Riesgos Laborales que se aplican en todas las profesiones que implican a fluidos biológicos. Nadie admitiría una mujer en prostitución vestida con gafas protectoras, bata y guantes, por ejemplo. No se le pueden aplicar las normas básicas de empleo, ya que no se puede obligar a las mujeres en paro, por ley, a vender su libertad sexual. No se puede integrar en un sistema regulado de formación profesional, en el que se enseñe a las niñas y adolescentes a complacer a puteros de distintas edades, ya que se consideraría abuso sexual a menores e incompatible con la educación en igualdad. No es un trabajo, pero sí es una estrategia de supervivencia de muchas mujeres que viven bajo el peso del capitalismo, el patriarcado y el colonialismo.
La Organización Internacional del Trabajo la promueve y la UE la incluye en el PIB
La Organización Internacional del Trabajo propuso en 1998 reconocer a la industria sexual, tras la explosión del negocio con la globalización. Ese año publicó un informe sobre su impacto en el Sudeste asiático, en el que aboga por reconocer a la “industria sexual” Fue premiado en la Feria del Libro de Francfort, en Alemania, país que en 2002 reguló la prostitución como un trabajo. En 2014 la UE decidió incluirlo en el PIB de los Estados miembros. El INE estima que aporta un 0,35% del PIB nacional, es decir, 4.210 millones de euros en 2022.
Regulacionismo, prohibicionismo, abolicionismo
Hay tres posturas ante la prostitución
El regulacionismo. Es la más antigua, ya que la prostitución ha estado tolerada y regulada desde muy antiguo, y cada época ha encontrado justificaciones para su existencia. En España estuvo regulada durante al menos dos siglos hasta que a finales del XVII, bajo el reinado de Felipe IV, fue prohibido, para volver a estar regulada a mediados del siglo XIX. El primer reglamento de regulación de la prostitución en ese siglo se proclamó en Zaragoza en1845, y dos años más tarde lo hace Madrid. Se mantuvo regulada hasta 1956. Esta postura considera una actividad necesaria para el funcionamiento social y establece sus límites (lugares, revisiones sanitarias, etc).
-El prohibicionismo. Es una postura más moderna, vinculada al puritanismo de los países anglosajones, Es la que impera en EE UU salvo en Nevada, y en países autoritarios como China. Castiga a la mujer en prostitución y al putero, por atentar contra la moral.
-El abolicionismo. Nació con el feminismo en el siglo XIX, de la mano de Josephine Butler. Las anarquistas españolas impulsaron esta postura en la Revolución, creando ‘Liberatorios de Prostitución’ para dar alternativas vitales a las mujeres que estaban en los burdeles.
Agradecemos la valentía de los compañeros de Unión Anarcosindicalista de A Coruña por plantear este debate en un espacio seguro y de respeto, cuando en tantas ocasiones incluso dentro del propio movimiento libertario se censuran las voces críticas con el sistema prostitucional, pese a que es una postura ética plenamente coherente con los valores anarquistas.