A 82 años del 19 de julio de 1936
Un aniversario es siempre, queramos o no, un día de conmemoración. Podremos darlo a la publicidad o silenciarlo, señalar o no la efeméride, pero por encima de conveniencias o deseos está esa cosa imponderable que es la memoria de los hombres, la memoria fiel, sin mistificaciones, la representación objetiva de los hechos y su interpretación íntima, subjetiva.
Han podido acaecer, de Julio glorioso a la fecha, mil circunstancias ajenas a nuestra voluntad que hayan modificado el curso de los acontecimientos; nuestra guerra civil ha podido convertirse en una guerra de independencia; nuestra guerra social en una vulgar guerra defensiva; han podido torcerse nuestras intenciones y estrellarse contra el círculo cerrado 1936-1938 nuestras mejores audacias; pero lo que nadie puede afirmar que se haya quebrado es nuestra voluntad.
¡19 de Julio de 1936! Ninguna fecha tan llena de contenido en la Historia de nuestro pueblo. Y este contenido está ahí vivo, abierto a todas las posibilidades, capaz de todas las fecundaciones. Sobre y al margen de tanto silencio impuesto, de tantas actuaciones forzadas, de tantas obligadas declaraciones, el 19 de Julio se levanta con una elocuencia tan expresiva, tan evidente, que por ella, y sólo por ella, el pueblo español está aún en pie. Las circunstancias nos han metido dentro de un círculo de hierro; nos han obligado a una regresión forzosa que aceptamos sólo porque sabemos que el 19 de Julio sigue velando por nosotros, brillando en la sombra de nuestra tortura como la única esperanza.
Sabemos que en este aniversario se intentarán muchos balances en los que se pretenderá establecer falsos recursos retóricos como verdades matemáticas; pero el 19 de Julio sigue triunfando como la única verdad y la única salida.
Hace tiempo que el mundo político entero espera nuestro estrangulamiento, y es en vano; la fe nos salvará. Porque podrá borrarse la fecha en los almanaques, podrá enterrarse bajo sutiles pretextos, bajo pretendidas conveniencias, bajo sagrados intereses; pero la memoria de los hombres permanece despierta, y la memoria de los hombres alimenta su voluntad, de la que nadie sabe que se haya quebrado. Cualquier intento de balance sincero sería doloroso; renunciamos a él deliberadamente. Lo interesante es que, de vuelta de todos los hechos, aún podamos afirmar nuestra fe en el 19 de Julio.
Hoy como ayer, por la Anarquía.
En defensa de la revolución Lucía Sánchez Saornil, Mujeres Libres
Otoño de 1938. Barcelona