Comenzamos campaña sobre la explotación agrícola difundiendo este texto sobre el trabajo en los almacenes:
EN EL ALMACÉN
Hoy es mi día quince en el almacén desde el diez de mayo. Este año ha empezado tarde el almacén. Cada vez empieza y termina antes. Los años flojos hemos llegado a echar un mes escaso. Y éste, con suerte los eventuales llegaremos a la segunda semana de junio.
Me he levantado a las cuatro para llegar a las cinco, pues mi turno como el de todas, es de cinco a cinco, solo que unas por la mañana y otras por la tarde. En algunos almacenes los turnos son rotativos, de forma que una semana vas de día y otra de noche. Es obligatorio si quieres trabajar en esto. Y en este pueblo no hay mucho donde elegir. Aquí habemos de todos los niveles formativos y en situaciones diferentes; unas trabajan solo este mes para ayudar a la familia, para pagarse los estudios, o ahorrar algo en previsión del desempleo el resto del año, otras seguirán trabajando después en almacén o campo, pero todas sabemos que esto es trabajo seguro, que para venir aquí no hay selectividad ni oposiciones, ni hay que ser amigo de nadie.
Dicen que cuando se cierra una puerta, cuando se te cierran muchas puertas, hay otra que se abre. Esta es la puerta que se abre, la del empleo temporal y precario. Un infierno que dura poco pero quema mucho y nunca da para vivir todo el año por más horas que le robemos al sueño, porque no hay horas en el día para compensar un año sin trabajar.
Esta es semana fuerte. El chorro viene torrencial. La que está llenando los platos ahí no ve el momento en que deje de caer tan fuerte; se oyen los golpes de la fruta al caer. Las otras en la cinta hacen cadena, pero es imposible que llegue bien al apilador. No da tiempo a manipular. Hay que bajar platos al suelo, si da tiempo, y si hay platos. Si no, la fruta termina directamente en el suelo, habrá que recogerla y de nuevo al plato, que a veces no es plato, sino que puede ser una plancheta de diez kilos.
EN EL ALMACÉN
Hoy es mi día quince en el almacén desde el diez de mayo. Este año ha empezado tarde el almacén. Cada vez empieza y termina antes. Los años flojos hemos llegado a echar un mes escaso. Y éste, con suerte los eventuales llegaremos a la segunda semana de junio.
Me he levantado a las cuatro para llegar a las cinco, pues mi turno como el de todas, es de cinco a cinco, solo que unas por la mañana y otras por la tarde. En algunos almacenes los turnos son rotativos, de forma que una semana vas de día y otra de noche. Es obligatorio si quieres trabajar en esto. Y en este pueblo no hay mucho donde elegir. Aquí habemos de todos los niveles formativos y en situaciones diferentes; unas trabajan solo este mes para ayudar a la familia, para pagarse los estudios, o ahorrar algo en previsión del desempleo el resto del año, otras seguirán trabajando después en almacén o campo, pero todas sabemos que esto es trabajo seguro, que para venir aquí no hay selectividad ni oposiciones, ni hay que ser amigo de nadie.
Dicen que cuando se cierra una puerta, cuando se te cierran muchas puertas, hay otra que se abre. Esta es la puerta que se abre, la del empleo temporal y precario. Un infierno que dura poco pero quema mucho y nunca da para vivir todo el año por más horas que le robemos al sueño, porque no hay horas en el día para compensar un año sin trabajar.
Esta es semana fuerte. El chorro viene torrencial. La que está llenando los platos ahí no ve el momento en que deje de caer tan fuerte; se oyen los golpes de la fruta al caer. Las otras en la cinta hacen cadena, pero es imposible que llegue bien al apilador. No da tiempo a manipular. Hay que bajar platos al suelo, si da tiempo, y si hay platos. Si no, la fruta termina directamente en el suelo, habrá que recogerla y de nuevo al plato, que a veces no es plato, sino que puede ser una plancheta de diez kilos.
Cuanto más grande el almacén para el que trabajes peor, más te toca subir y bajar y romperte los riñones, igual que te tocará cargar si no hay apiladores al final, o si faltan mozos de almacén. Las corrientes de aire, la cercanía de las cámaras de frío, la falta de higiene en aseos y el hacinamiento al estar todos los cuerpos pegados en la cinta, unidos al poco dormir, y el mal comer, hacen proliferar los virus, y más de una vez tocará trabajar con fiebre. Hay almacenes que ya no permiten la botella de agua en la línea de trabajo, que te ponen las fuentes al otro lado de la roda, y cuando los golpes de fruta duran casi una hora, no paramos de sudar, y las otras te presionan para no abandonar la línea y dejarles con esa carga de trabajo, es fácil deshidratarse y se dan casos de desmayos. Las ocasiones de ir al baño son pocas, suelen hacerte pasar una tarjeta por un control, o pegarte una pegatina, o llevar una tarjeta con collar después de pedirle permiso a la encargada de máquina. El desgaste nervioso y psicológico es aún más duro, porque nunca estás a la altura de lo que se te exige: los encargados te arrean, las veteranas te arrean, las iguales te arrean para que no hagas menos trabajo que ellas, y si eres inmigrante el trato es todavía peor.
Son doce horas y cuando la mujer llega a su casa si tiene hijos va a tener doble jornada con mucha seguridad, y casi no hay tiempo más que de comer y dormir hasta el día siguiente. Es decir, que durante este tiempo no vamos a salir a la calle, tal como un preso. Y como presos tenemos cámaras que nos vigilan durante doce horas. Ahora bien, no les digas a los responsables de almacén que te garanticen la seguridad de tus bienes personales, porque no hay taquillas para todas, tienes que compartir con mujeres que no conoces, que te revientan el candado que has comprado para meter su bolso, y nadie te asegura que el móvil lo puedas conservar, o las llaves del coche o de la casa. El encierro y la presión psicológica fuerte, el no poder hablar ni reír con libertad porque todo lo que no sea producir está mal visto y los chivatos abundan, son duros. No es fácil aguantar esto durante semanas. Hay compañeros que se dan de baja por no poder conllevarlo. ¿Y qué pasa cuando flojea la fruta? Todavía es peor, todo el cansancio viene de golpe y hay que aguantar de pie cuando no te tienes en pie; las mujeres se pelean por coger un plato de fruta, porque hay que aparentar que se está trabajando. Esto es especialmente penoso. Llegan a haber insultos y amenazas, empujones, codazos…una auténtica pena. Y de lo que pase en el almacén nunca se le echa la culpa a la empresa, sino a las compañeras, porque es más fácil pagarla con ellas, sobre todo si son extranjeras.
Hoy he podido rotarme un rato de la cinta, porque ha hecho falta en el estrío, pero normalmente no hay rotación ni de cinta a flopa o cesta, ni dentro de cada una de estas secciones. Las de la tría, que suelen ser mujeres mayores, las que menos se mueven, algunas han tenido trombos, han padecido ictus o infarto, o están medicadas con Sintron, pero ahí están trabajando, doce horas de pie y sin que las roten. Las varices si son venas que llegan al corazón, no son un problema de estética, y doce horas de pie para quien no tiene buena circulación, es muchísimo tiempo.
¿Nos quitan 20 euros por la bata y la cofia?, ¿18?, ¿15?, ¿28? Nadie lo sabe. Lo descuentan de la hora de salario, como el autobús cuando la empresa lo pone, y la hora valdrá lo mismo el mes uno que el mes dos, si llegamos: ligeramente por encima o por debajo de los seis euros, ni tan siquiera los 6.75 a que obliga el convenio. Y los 11,35 de las horas extra que se pactó en convenio no los vemos ni en pintura, a pesar de que éstas cuando hay turno son cuatro pudiendo llegar a diez y hasta doce si no los hay. Los pluses de nocturnidad tampoco se pagan.
¿Y cuántas horas nos apuntamos de las que realmente hemos trabajado? De media hora a una hora nos descontamos por las comidas. De ahí sacaremos una cuenta aproximada. Al contratarnos nunca sabemos lo que nos pagan la hora (ahí siempre dice según Convenio, precisamente lo que nunca es), y para cuando conseguimos que nos lo digan, nos dicen que no es exacto porque nos quitan de la ropa, del tiempo de comidas, los autobuses si tenemos la suerte de que los pongan, más lo que nos retienen de Hacienda a cada una según estado civil y otras cosas…y en las nóminas nunca vemos reflejado todo eso. Hay empresas que nos envían fuera de la ciudad sin facilitarnos medio de transporte. El pago de los 0,21 euros por kilómetro cuando excede los seis primeros del punto de partida que estipula el convenio agrícola no existe. Algunos venimos desde otros pueblos y provincias, muchas veces contratados por ETT que se llevan parte de nuestro salario.
Se oye un grito y los brazos tiemblan; siempre nos esperamos lo peor, porque todos los veranos hay accidentes. El año pasado una mujer tuvo que ser operada de varias vértebras por un golpe de carretilla, este mismo mayo una chica perdió los extremos de dos falanges en el apilador…No somos nada. Los palós que suben hasta el techo y nos dejan un metro para pasar por en medio son más que nosotros porque nosotros no somos fruta sino personas, que por lo visto son lo menos valorado en este mundo. Por eso andamos siempre dentro de las máquinas apiladoras, nos subimos a los rodillos o ponemos las manos cerca de ellos, o por debajo de los cofres de seguridad…para colocar la fruta y los platos y que no se nos deshagan los palets, ya que tanto valen ellos y tan poco valemos nosotras. Nos contratan como auxiliares de envasado y terminamos arrastrando y colocando palets a mano en los apiladores, metiendo todo el cuerpo. Dicen que si retiramos la cadena y damos al botón de seguridad no pasa nada. Nunca pasa nada. Hasta que pasa.
Un mes de trabajo, con esta retribución y con estas condiciones, en esto se resume para nosotros la gran riqueza agrícola y el negocio del melocotón en Cieza. ¿Nos va a dar esto de vivir para todo el año? No. Y sin embargo, seguimos tragando con esta injusticia, viendo como nuestros derechos son sistemáticamente vulnerados por estas empresas. No hay representantes sindicales ni políticos ni instituciones, que te defiendan, las denuncias quedan en nada, los inspectores pasan de largo, los políticos de izquierda hoy en el poder (PSOE-IU-Podemos) vienen a echarse fotos delante nuestro pasando por delante de tanta miseria para vanagloriarse de la riqueza económica que suponen los almacenes, igual que hacen festivales de floración a más inri del que está padeciendo en el perigallo…silenciamiento que está fomentando una mentalidad propatronal en el trabajador peor que la que existía en el franquismo, ya que tenemos visto que cuando hay una que denuncia, salen cien detrás avalando a la empresa para no perder el empleo. Si hablas, te despiden en periodo de prueba, un periodo de prueba que siempre es mayor que lo que vas a durar trabajando ahí. Los sindicatos pactan convenios de miseria que luego las empresas incumplen. Para esto nos sirven las leyes.
“Nena, no hay unión” es la frase que oigo cuando pregunto por esto. ¡Qué razón! ¡pero algo hay que hacer! Me voy a ir de aquí en unos días, pero el año que viene nada me garantiza que no vuelva, y si no volviera, es lo mismo para las que se queden. No importa que sean miles, cientos o decenas los que aquí trabajan, mujeres y hombres, en su mayoría mujeres. No hay derecho a esto. Si aguantamos esto ya hemos perdido la humanidad. Hemos de organizarnos ya en una unión obrera horizontal, sin liberados, sin subvenciones, que luche por la recuperación de la economía por parte de la clase trabajadora, y que luche por una sociedad sin jerarquías, sin líderes, gobernada por asambleas. Empecemos por organizarnos y planificar nuestra acción sindical y social.
Los patrones no nos garantizan la supervivencia con el empleo que nos procuran, en cambio, sí son los que sostienen un sistema basado en el abuso a base de mantener un alto nivel de paro y temporalidad. Estas empresas obtienen muchos beneficios de nuestra explotación, de esos beneficios podrían generarse muchísimos empleos nuevos. No ha de ser nuestro quebradero de cabeza el cómo y dónde se generen esos empleos, el sistema capitalista de explotación fue elección de la burguesía, los beneficios son de ellos y la responsabilidad social es suya, en diversificar la economía y crear puestos de trabajo estables y cualificados. O si les va tan mal que se declaren en bancarrota y cedan las empresas a los trabajadores para que ellos gestionen la economía como a ellos mejor les parezca, que es el objetivo revolucionario de nuestro sindicato y algo que ya logró en su día con las colectivizaciones de 1936.
OBRERA SI NO LUCHAS, NADIE TE ESCUCHA
EL PATRÓN TE DA TRABAJO, ¿QUÉ TRABAJO?
POR EL TRABAJO LIBRE
POR LA DIGNIDAD DEL OBRERO EN LUCHA
POR LA REVOLUCIÓN
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Hoy he podido rotarme un rato de la cinta, porque ha hecho falta en el estrío, pero normalmente no hay rotación ni de cinta a flopa o cesta, ni dentro de cada una de estas secciones. Las de la tría, que suelen ser mujeres mayores, las que menos se mueven, algunas han tenido trombos, han padecido ictus o infarto, o están medicadas con Sintron, pero ahí están trabajando, doce horas de pie y sin que las roten. Las varices si son venas que llegan al corazón, no son un problema de estética, y doce horas de pie para quien no tiene buena circulación, es muchísimo tiempo.
¿Nos quitan 20 euros por la bata y la cofia?, ¿18?, ¿15?, ¿28? Nadie lo sabe. Lo descuentan de la hora de salario, como el autobús cuando la empresa lo pone, y la hora valdrá lo mismo el mes uno que el mes dos, si llegamos: ligeramente por encima o por debajo de los seis euros, ni tan siquiera los 6.75 a que obliga el convenio. Y los 11,35 de las horas extra que se pactó en convenio no los vemos ni en pintura, a pesar de que éstas cuando hay turno son cuatro pudiendo llegar a diez y hasta doce si no los hay. Los pluses de nocturnidad tampoco se pagan.
¿Y cuántas horas nos apuntamos de las que realmente hemos trabajado? De media hora a una hora nos descontamos por las comidas. De ahí sacaremos una cuenta aproximada. Al contratarnos nunca sabemos lo que nos pagan la hora (ahí siempre dice según Convenio, precisamente lo que nunca es), y para cuando conseguimos que nos lo digan, nos dicen que no es exacto porque nos quitan de la ropa, del tiempo de comidas, los autobuses si tenemos la suerte de que los pongan, más lo que nos retienen de Hacienda a cada una según estado civil y otras cosas…y en las nóminas nunca vemos reflejado todo eso. Hay empresas que nos envían fuera de la ciudad sin facilitarnos medio de transporte. El pago de los 0,21 euros por kilómetro cuando excede los seis primeros del punto de partida que estipula el convenio agrícola no existe. Algunos venimos desde otros pueblos y provincias, muchas veces contratados por ETT que se llevan parte de nuestro salario.
Se oye un grito y los brazos tiemblan; siempre nos esperamos lo peor, porque todos los veranos hay accidentes. El año pasado una mujer tuvo que ser operada de varias vértebras por un golpe de carretilla, este mismo mayo una chica perdió los extremos de dos falanges en el apilador…No somos nada. Los palós que suben hasta el techo y nos dejan un metro para pasar por en medio son más que nosotros porque nosotros no somos fruta sino personas, que por lo visto son lo menos valorado en este mundo. Por eso andamos siempre dentro de las máquinas apiladoras, nos subimos a los rodillos o ponemos las manos cerca de ellos, o por debajo de los cofres de seguridad…para colocar la fruta y los platos y que no se nos deshagan los palets, ya que tanto valen ellos y tan poco valemos nosotras. Nos contratan como auxiliares de envasado y terminamos arrastrando y colocando palets a mano en los apiladores, metiendo todo el cuerpo. Dicen que si retiramos la cadena y damos al botón de seguridad no pasa nada. Nunca pasa nada. Hasta que pasa.
Un mes de trabajo, con esta retribución y con estas condiciones, en esto se resume para nosotros la gran riqueza agrícola y el negocio del melocotón en Cieza. ¿Nos va a dar esto de vivir para todo el año? No. Y sin embargo, seguimos tragando con esta injusticia, viendo como nuestros derechos son sistemáticamente vulnerados por estas empresas. No hay representantes sindicales ni políticos ni instituciones, que te defiendan, las denuncias quedan en nada, los inspectores pasan de largo, los políticos de izquierda hoy en el poder (PSOE-IU-Podemos) vienen a echarse fotos delante nuestro pasando por delante de tanta miseria para vanagloriarse de la riqueza económica que suponen los almacenes, igual que hacen festivales de floración a más inri del que está padeciendo en el perigallo…silenciamiento que está fomentando una mentalidad propatronal en el trabajador peor que la que existía en el franquismo, ya que tenemos visto que cuando hay una que denuncia, salen cien detrás avalando a la empresa para no perder el empleo. Si hablas, te despiden en periodo de prueba, un periodo de prueba que siempre es mayor que lo que vas a durar trabajando ahí. Los sindicatos pactan convenios de miseria que luego las empresas incumplen. Para esto nos sirven las leyes.
“Nena, no hay unión” es la frase que oigo cuando pregunto por esto. ¡Qué razón! ¡pero algo hay que hacer! Me voy a ir de aquí en unos días, pero el año que viene nada me garantiza que no vuelva, y si no volviera, es lo mismo para las que se queden. No importa que sean miles, cientos o decenas los que aquí trabajan, mujeres y hombres, en su mayoría mujeres. No hay derecho a esto. Si aguantamos esto ya hemos perdido la humanidad. Hemos de organizarnos ya en una unión obrera horizontal, sin liberados, sin subvenciones, que luche por la recuperación de la economía por parte de la clase trabajadora, y que luche por una sociedad sin jerarquías, sin líderes, gobernada por asambleas. Empecemos por organizarnos y planificar nuestra acción sindical y social.
Los patrones no nos garantizan la supervivencia con el empleo que nos procuran, en cambio, sí son los que sostienen un sistema basado en el abuso a base de mantener un alto nivel de paro y temporalidad. Estas empresas obtienen muchos beneficios de nuestra explotación, de esos beneficios podrían generarse muchísimos empleos nuevos. No ha de ser nuestro quebradero de cabeza el cómo y dónde se generen esos empleos, el sistema capitalista de explotación fue elección de la burguesía, los beneficios son de ellos y la responsabilidad social es suya, en diversificar la economía y crear puestos de trabajo estables y cualificados. O si les va tan mal que se declaren en bancarrota y cedan las empresas a los trabajadores para que ellos gestionen la economía como a ellos mejor les parezca, que es el objetivo revolucionario de nuestro sindicato y algo que ya logró en su día con las colectivizaciones de 1936.
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