martes, 4 de noviembre de 2008

Noviembre en El Miliciano: Durruti.Una vida en imágenes




INFANCIA, 1900 Con cuatro años, Buenaventura Durruti (con el número uno en la foto de la izquierda) asistió a la escuela de la calle Misericordia junto con su hermano Santiago (dos), y recibieron las clases de manos del maestro Manuel Fernández. Arriba, sus padres: Santiago Durruti, fundador con su hermano de la primera asociación obrera leonesa, y Anastasia Dumange, que tuvo con aquel siete hijos y una hija.

PRIMER EXILIO, 1917 Huido primero a Gijón, pasó a Francia, donde se gestó su afiliación a la CNT. Su primera residencia fue en Vals-les Bains (en la foto) pero recorrió muchas otras ciudades en contacto con anarquistas catalanes: Marsella, Beziers, Tolouse, Burdeos o Biarritz.

LAS RAÍCES DEL LUCHADOR La hermana de Buenaventura, Rosa, le envía este retrato de la casa donde nació, en el número 9 de la plaza de Santa Ana, hoy derruida.



EL SUFRIMIENTO, 1927 Durruti tranquiliza a su familia con la foto de la derecha, junto a Ascaso y Jover, y la nota arriba reproducida tras haber pasado 13 meses en la cárcel y 4 días de huelga de hambre. "Cesan de sufrir por mí los seres más queridos", se lee en la dedicatoria.


AMNISTÍA, 1931 Multitudinaria manifestación en León, no sin incidentes, a un mes de las elecciones en la II República. Durruti y Ascaso se encontraban de vuelta de su nuevo exilio francés.

Libre y rebelde en León

Un 14 de julio de 1896 nació José Buenaventura Durruti en el número nueve de la plaza Santa Ana, en la capital leonesa. Su padre y su tío fueron detenidos por participar en una huelga de curtidores, lo que mermó la economía familiar. A los 12 años dejó la clase de catecismo y se negó a comulgar; a los 14 conoció el trabajo y a los 21 se unió a la huelga de 1917.


OBRERO COMPROMETIDO De pie y en el centro, Durruti con 19 años, cuando trabajaba en el taller de Antonio Mije, en la capital leonesa.


"Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi alrededor fue el sufrimiento, no sólo de nuestra familia sino también la de nuestros vecinos. Por intuición yo ya era un rebelde. Creo que entonces se decidió mi destino". José Buenaventura Durruti Domínguez, 'Pepe' para su familia, nació el 14 de julio de 1896 en el número nueve de la Plaza Santa Ana. Hijo de Santiago Durruti, descendiente de vascos, y Anastasia Dumange, de descendencia catalana (su apellido se castellanizó), fue el segundo de siete hermanos.

Acudió a los cuatro años a la escuela de Manuel Fernández, en la calle Misericordia, y a catequesis a los Franciscanos y sufrió ya como propia la primera detención de parte de su familia por participar en una huelga de curtidores.

Pasó después a las escuelas del Cid, donde Ricardo Fanjul le calificó de alumno mediocre "pero de inteligencia despierta para las letras".

Trabajo a los 14

Decidió a los 14 entrar como aprendiz en el taller de Melchor Martínez, que leía 'El socialista' a sus trabajadores. Fue su primer contacto con el sufrido mundo obrero. Años antes ya había mostrado su rebeldía dejando la clase de catecismo, renegando de la iglesia y de la comunión, falta grave para la conservadora sociedad leonesa.

En La Robla, donde pagaban más, fue tornero en el taller de Mije y entró ya en la Unión Metalúrgica con el carné número 12. Allí discrepaba de las tesis sindicales. Después ocupó un puesto en el depósito de ferrocarriles.

Huelga del l7

En la dura huelga del 17 se unió a los mineros asturianos con algunos sabotajes en los trenes y su primer contacto con la acción, a la que adoraba por encima del burocratismo sindical, le supuso su expulsión del puesto de trabajo y de la Unión.

Huido en 1917 a Gijón y finalmente a Francia, con el también leonés "Totó", regresó dos años más tarde reconociéndose ya en el anarquismo. Desde Burgos, comunica a su familia que ha sido detenido por rehusar incorporarse a filas y que ha sufrido consejo de guerra. Tenía que haber ido a Marruecos pero, aprovechando una operación de hernia, da esquinazo al ejército. Una causa más para su persecución.

Su hermana Rosa recuerda que contactó con Crémer y trabajó en los lavaderos de carbón de la cuenca minera leonesa donde, a base de sabotajes, consiguió expulsar a un ingeniero inglés. "Aquello ya lo hizo muy famoso y la Guardia Civil comenzó a buscarle", recuerda Rosa Durruti. París pasó entonces a servirle de refugio y así comenzó un rosario de persecuciones.


Última foto, en el frente de Madrid.
Joven e insumiso

Lo que hoy se denomina insumisión tuvo en un Durruti aventurero uno de sus máximos defensores. Así lo explica en una carta: "Mi deseo de servir a la patria no era muy grande, pero ese deseo me lo quitó un sargento que daba órdenes a los reclutas como si ya hubieran estado en el cuartel. Al salir de la oficina de reclutamiento, me dije que Alfonso XIII tendría que contar de aquí en adelante con un soldado menos y un revolucionario más".




ÚLTIMA ARENGA EN LEÓN, 1932 Durruti pisó León por última vez para enterrar a su padre. Aprovechando la estancia, dió un mitin, cuyo cartel se reproduce arriba, en una plaza de toros portátil situada entre La Inmaculada y San Marcos (der.). "¡Romper las cadenas de la esclavitud de la clase obrera para sentirnos dignificados en la libertad!", gritó en León


NUEVAS REJAS, 1933 Esta vez fue en El Puerto de Santa María. De izquierda a derecha: Diez, Ascaso, Pérez Combina, Durruti y Lorda. Arriba, nota de ánimo en el reverso de la foto, dirigida a su hermano.



SOLIDARIO EN BURGOS, 1934 Ramón Álvarez, en el centro y de pie, prestó el dinero a Durruti (a la izquierda) para ir a Barcelona tras su liberación a costa de quedarse él en la cárcel. Todos cayeron tras la revuelta de diciembre del 33.

MITO, A SU COSTA, 1936 Los carteles.y artículos del anarquista leonés fueron editados hasta la saciedad tras su muerte, el 20 de noviembre de 1936, como éste aparecido en "La Vanguardia". Para muchos compañeros, la devoción de las masas a su figura era un insulto, ya que él pregonaba el fin del culto a los líderes y el poder en manos de los obreros libres. "La FAI se propone realizar en España una expropiación colectiva, por la vía de la revolución social, y a eso le llamamos comunismo libertario. La FAI rechaza el 'bandidismo', escribió en un comunicado a la Vanguardia'

Entre el exilio y las rejas
El errante Durruti participó en el nacimiento de varios grupos de acción anarquista, como 'Los justicieros', 'Los solidarios' o 'Crisol', nacidos con la idea de contrarrestar los asesinatos que en todas las ciudades españolas llevaban a cabo pistoleros a sueldo de algunos empresarios.

En esta época comienzan a participar en algunos robos a mano armada y son acusados incluso de atracar en 1923 la sucursal del Banco de España en Gijón, todo para sufragar gastos de la organización anarquista. La prensa leonesa del momento comenzó a mostrar a Durruti como un temible asaltador y decían que logró escapar con un hábito de sacerdote robado o que un comandante de la Guardia Civil de León le escondió en su casa.


La policía controla sus movimientos durante ese año y el siguiente.
León: atentado contra Regueral

Encarcelado el libertario leonés en San Sebastián, una de las ramificaciones de 'Los Solidarios' acudió a León con la intención de atentar contra el ex-gobernador de Vizcaya, Fernando González Regueral, que había perseguido a la CNT en su provincia. El sonoro suceso saltó a las primeras páginas.

Fue el 17 de mayo del 29. Sobre las diez y cuarto salía Regueral del Teatro Principal y en el tramo entre la calle Cervantes con López Castrillón y Dámaso Merino, dos hombres le sorprendieron por la espalda. "¡Regueral!", gritaron los anarquistas, que le sujetaron por las solapas y le dispararon en la aorta. El mal herido llegó a gritar "¡Sereno, que me matan!". En vano. El hermano mayor de Buenaventura, Santiago, y otros anarquistas locales fueron detenidos y puestos en libertad a las pocas horas. La autoría es todavía un misterio.

Cuenta su hermana Rosa que José Buenaventura no se olvidaba de visitar a sus padres en León y a sus amigos en el sindicato o al bar Unión. "Todo se lo achacaban a él", recuerda, "y qué cosas decían. Mi madre se preguntaba: ¿Cómo es posible?, si cuando viene tengo que remendarle y pagarle el viaje".

Con Primo de Rivera en el poder, pasó por Francia, Bélgica (donde vivió con su compañera, Emilianne Morín, 'Mimí), Cuba, Méjico, Chile y Argentina. Allí, según su sobrino Buenaventura, "acudían a los bancos con la excusa de pedir un crédito, porque con su porte y amabilidad pasaba por un español de casta, y después pedía amablemente el dinero de la caja para la causa. Él nunca se quedó nada". Ya en España, se vio acusado por segunda vez, de intentar un atentado contra Alfonso XIII. En sus múltiples estancias en cárceles de toda España se salvó por los pelos, gracias a la presión de sus camaradas.

Mitin en la plaza de toros

Ya inmerso en la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y recién nacida su hija Colette, hizo en el 31 su última visita a la capital leonesa. Su padre murió mientras viajaba con su familia y "él lo amortajó y presidió el duelo", recuerda Rosa Durruti.

El discurso en la plaza de toros portátil situada entre San Marcos y La Inmaculada fue memorable. Sus palabras empujaron la lucha entre sus compañeros leoneses: "¡Adelante, por la revolución libertadora, siempre adelante por la revolución social, permanente y nunca terminada!". Y se despidió de León desde La Robla.

Más cárcel, más preparativos de luchas sociales siempre abortadas, más participación... crecía su figura y se hacía imprescindible. "¡Aplicarme a mí la Ley de Vagos, que estoy cansado de trabajar!", espetó a un juez antes de ser condenado en el 33.

Desde ese año, no cejó en aventurar una conflagración civil en el país y trabajó sin descanso para preparar la victoria final de la revolución social. El 18 de julio le sorprendió en la línea de salida.


DESCENDENCIA EN LEÓN Dos de los sobrinos que mantienen en León el apellido. En la foto de arriba, Buenaventura Durruti y debajo Manuel Durruti.


Durruti puso en marcha sus teorías sobre la colectivización de camino a Zaragoza, al frente de la columna que llevaba su nombre. Murió el 20 de noviembre en el frente de Madrid.

El lugar, Barcelona. La hora, las cinco de la mañana. Las fuerzas anarquistas estaban esperando el momento. "Estos tíos son capaces de no lanzarse tampoco hoy a la calle", dicen los presentes que bromeó Durruti.

La radio dio la noticia del levantamiento militar y los camiones y armas de la CNT-FAI se pusieron en marcha. Tras unas horas de incertidumbre, la presión popular hizo su efecto y tomó según el plan marcado los principales centros de poder político y militar.

A las barricadas

Durruti ya mostró entonces su deseo de dirigirse a la Aragón ocupada y el día 24 de julio, por radio, pidió la colaboración para el avituallamiento. La 'Columna Durruti', formada por cerca de 8.000 voluntarios, salió acompañada del aliento de los barceloneses y la llamada 'A las barricadas'.

A su rápido paso por pueblos maños (fue la columna más efectiva), la teoría de la colectivización tomaba cuerpo y los bienes eran acumulados y repartidos entre los vecinos republicanos supervivientes. Algunos campesinos no aceptaban esta imposición revolucionaria. Bajo el mando del libertario leonés, su columna tomó Caspe, Fraga y Peñalba, quedándose anclada en Bujaraloz, a escasos kilómetros de Zaragoza. Allí trataron de resistir los envites del bando nacional.

Comunismo libertario

Mientras, llegaban órdenes de militarizar a sus tropas, a lo que se oponía con energía. También se le ordenó desde un Gobierno Central desorientado limitar las colectivizaciones. Unos meses más tarde, Durruti fue requerido en Madrid por los anarquistas García Oliver y Federica Montseny, para evitar la caída de la capital en manos de las tropas franquistas.

"¿Queréis venir conmigo a Madrid, sí o no? Para todos nosotros es cuestión de vida o muerte. O venceremos o moriremos, puesto que la derrota será tan terrible que no sobreviviremos a ella". Cerca de 3.000 milicianos respondieron afirmativamente a la petición de su líder y el 15 de noviembre llegaron a Madrid.

Dudas sobre una bala

Cuatro días más tarde, José Buenaventura Durruti era abatido en la Ciudad Universitaria, donde los insurrectos empujaban con vehemencia apostados en el Hospital Clínico.

Las diferentes versiones dan pie a la polémica. Para algunos murió víctima de un disparo enemigo al apearse del coche. Para otros, pudo disparársele su propia pistola o la escopeta 'naranjero' que portaba Manzana, su compañero. Los militantes anarquistas siguen creyendo que fue un atentado en toda regla, premeditado. Algunos forenses les dieron la razón.

Trasladado al Hotel Ritz, hospital de la columna, murió a las cuatro de la mañana del 20 de noviembre.

El multitudinario entierro, en Barcelona, fue a la vez un acto de pesimismo, perdida la fuerza del incansable luchador, y un revulsivo. Para algunos medio y para otros un millón de personas, lo cierto es que la comitiva fúnebre colapso la ciudad de tal forma que el cuerpo tuvo que ser inhumado al día siguiente, junto a su camarada Ascaso.

"Están llenas de flores"

Con motivo del segundo aniversario de su muerte, fue levantado un mausoleo que meses más tarde fue violado por las tropas franquistas al entrar en Barcelona. Antes, Anastasia, la madre del anarquista, visitó Barcelona y preguntó por "las tumbas de los revoltosos, uno que dicen Ascaso y otro Durruti", relata Rosa Durruti. "Y cuando vino a casa me decía: '¿Sabes, Rosa?, están llenas de flores'".

La teoría del atentado, según los médicos

Hasta los médicos que atendieron al malherido tenían sus dudas. Dos de ellos hablaban de una bala disparada desde un kilómetro y otro "a menos de 50 centímetros de la víctima". Sus hombres pensaron lo peor, porque tenia muchas enemistades. En todo caso, su compañera (nunca se casó) recibió sus pertenencias: una pequeña maleta con muda de ropa interior, útiles de afeitado, dos pistolas, unas gafas de sol, unos prismáticos y una libreta con una sola anotación:" 15 de noviembre, he pedido al subcomité de la CNT un préstamo de 100 pesetas para gastos personales".

Sólo algunos sobrinos de Durruti y otros familiares más lejanos continúan hoy viviendo en León

Carlos J. Domínguez, León

Buenaventura Durruti tiene el nombre de su afamado tío porque nació tras la muerte de aquel. Manuel Durruti heredó el nombre de otro de los hermanos del libertario, fusilado en El Ferral. Ellos portan hoy los genes de José Buenaventura Durruti en León. Mientras, otros familiares han elegido algunos países europeos como su residencia. La hija del libertario leonés, Colette, mantiene viva la imagen de su progenitor desde su país: Francia.

Los sobrinos mantienen una imagen ideal, pacífica e idealista del comunista libertario, con el que apenas coincidieron en el tiempo. "Estaba contra la violencia y si fue violento se debió a una respuesta a un sistema impuesto y de terror. Sobre todo, era muy sensible y veía muy bien las diferencias sociales", comenta Buenaventura.

Ni una calle

Ambos no entienden cómo el leonés de mayor renombre internacional no tiene una triste mención en la ciudad que le vio nacer. Manuel asegura que "encuentras gente que se escandaliza y dice: "¿cómo es que hemos dejado un Durruti, paseando por la Condesa?". Su hermano apunta: "Si no hay nada es culpa de los leoneses, porque se ha tirado hace cuatro años hasta la casa en que nació". Crecieron ambos rodeados de historias familiares. Como aquella, sintomática del carácter ideológico nacido en el futuro anarquista: "Había unos vecinos parecidos en número a mis tíos que eran muy tranquilos y en casa por todo se protestaba y se hacía un debate. Un día, la abuela preguntó a su vecina si sus hijos ponían en casa lo cobrado. 'Lo que les parece', contestó aquella. Y mi abuela sentenció: "Aquí todo el mundo aporta todo y luego yo hago el reparto".

También la hija del revolucionario, Colette Durruti, recuerda su figura, aunque su padre murió cuando ella contaba pocos años. "Tengo dos imágenes de mi padre", declaraba hace poco al diario 'El país', "cuando me subía a su espalda y se agachaba para pasar por la puerta porque era muy alto, o cuando me bañaba; como tenía las manos muy grandes le advertía: 'En la cabecita no, papá'. Se ocupaba mucho de mí".

Colette ha realizado varias visitas a León, la primera en el 54 y la última hace cuatro años, al entierro de un miembro de su familia leonesa. En Madrid sufrió algún acoso pero recuerda como grata aquella ocasión en que un policía que la interrogaba le dijo que su padre había sido un buen hombre.

Igualdad entre sexos

En algunas que se conservan, aparece reflejado un hombre de ideas liberales y comprometido. Por ejemplo, ante una burla machista decía: "Cuando mi mujer va a trabajar yo limpio la casa, hago las camas y preparo la comida. Además, baño a la nena y la visto. Si crees que un anarquista tiene que estar metido en una taberna o un café, mientras su mujer trabaja, quiere decir que no has comprendido nada".

"Este ha sido mi hijo"

También la hermana de Buenaventura, Rosa, tuvo tiempo de comentar algunas intimidades familiares antes de morir en febrero del 92. La más emotiva es el relato del momento en que avisaron en casa de la muerte de José Buenaventura Durruti en Madrid. "Vino Pedro sudando y nos dijo: 'Madre, Rosa, me ha dicho don Nicostrato Vela que han matado a Pepe'. Pero mi madre era muy entera (le mataron tres hijos) y cuando pensaba en el revolucionario, me decía: 'Rosa, ¿sabes lo que pensaba esta noche?, que cada tantos años nace un revolucionario y éste, ha sido mi hijo'".

Bibliografía y fotos:

'Durruti en la Revolución española', de Abel Paz,


"Un grito de libertad desde León", Carlos J. Domínguez
Domingo 14 de julio de 1996