domingo, 15 de mayo de 2011

No sólo es en la vía pública



Las ferias también se vive sobre dos ruedas. O apoyado en un bastón. O con una muleta. Pero las personas con movilidad reducida, ya sean discapacitados o ancianos, encuentran en los recintos feriales más obstáculos si cabe que su propia dificultad. «Muy pocas casetas colocan rampas en la entrada y los baños. Y la mayoría las pone mal».
Cualquier disminuido, se mueve con bastante soltura en su silla de ruedas, siempre y cuando haya zonas acondicionadas para su trayecto hasta que se topa con el acceso a una caseta. Además de la barra de hierro inferior que flanquea la portada, también tiene que sortear la tarima que últimamente colocan todos los caseteros para aislar del albero.
Las rudimentarias rampas, un pegote de hormigón en muchos casos o una obra de carpintería de dudosa solidez, no se corresponde con las medidas del bordillo o se tornan absurdas cuando el hierro y la tarima siguen obstaculizando el paso.
En definitiva, los discapacitados que quieran ser autosuficientes, necesitan irremediablemente que les echen una mano para poder entrar en una caseta. «Ni siquiera la Caseta Municipal, cumple los requisitos. Su entrada principal no está habilitada. Y a nosotros no nos gusta entrar por la puerta de atrás».