miércoles, 23 de abril de 2008

Anarquismo y la religión



Los anarquistas tradicionalmente han sido escépticos de las religiones organizadas e instucionalizadas, y se han opuesta a ellas, pues en su mayoría son jerárquicas por naturaleza y, en general, alineadas estrechamente con estructuras contemporáneas de poder como el Estado y el dominio del capital. Esto no significa, sin embargo, que los anarquistas están opuestas a una fe personal, sino solamente a la naturaleza autoritaria de la religión organizada. El antiautoritarismo es un tema central en algunas sectas religiosas y variaciones de religiones centrales. De esta manera, algunos anarquistas notables han sido religiosos, como León Tolstoi y Ammon Hennacy, ambos creyentes fieles de los principios de la no violencia y del anarquismo cristiano. Otros anarquistas se han manifestado como ateos.

Publicada póstumamente en francés en 1882, Dios y el Estado de Mijaíl Bakunin fue uno de los primeros tratados anarquistas sobre la religión. Bakunin expone su filosofía del lugar histórico de la religión y su relación con el Estado político moderno, ambas como instituciones negativas para la humanidad. Fue más tarde publicado en inglés por Mother Earth Publications en 1916.

A finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, anarquistas como Voltairine de Cleyre eran frecuentemente asociados con el movimiento de librepensadores, apoyando el ateísmo. Los anarquistas españoles del temprano siglo XX fueron responsables por quemar varias iglesias, aunque muchas de ellas fueron por parte del Partido Radical, pero adjudicadas a anarquistas. El apoyo de los líderes de la Iglesia por el fascismo durante la Guerra Civil Española contribuyó en gran manera al sentimiento antireligioso.

Emma Goldman escribió en Anarquismo: lo que realmente representa:

"El anarquismo ha declarado una guerra en las influencias perniciosas que hasta ahora nos han alejado de la armoniosa fusión de lo individual y los instintos sociales, lo individual y la sociedad. Religión, el dominante de la mente humana; Propiedad, el dominante de las necesidades humanas; y Gobierno, el dominante de la conducta humana, representan el fuerte de la esclavitud del hombre y todos los horrores que conlleva."

Los anarquistas partidarios del ateísmo plantean que la creencia en dios es el origen de la sumisión del individuo a principios superiores a su propia vida tanto en un sentido personal como político, quitándole su autoestima, su orgullo de sus propios méritos, su iniciativa de organización colectiva, e impidiéndole entender que es cada persona la que da el sentido a su existencia. Así entonces creer en un ser supremo justifica también a los gobiernos, por lo que vincula la propaganda religiosa con el poder político, ya que si los religiosos predican que dios "hace las cosas por nosotros y por nuestro bien y hay que agradecércelo", entonces estas personas quedan condicionadas a la obediencia del gobierno que se plantearía a sí mismo como un dios en tierra.

No plantean el ateísmo como algo obligatorio ni por decreto sino como una labor de educación y concienciación voluntaria en una filosofía naturista que no dé explicaciones sobrenaturales a lo hechos de la realidad, ya que algo por no conocido o entendido no significa que sea sobrenatura.