sábado, 20 de noviembre de 2010

A 74 años de la muerte de Durruti


En esta fotografía, un hombre de mediana edad, piel tostada por el sol, barba descuidada, cabello oscuro, yace sin vida sobre un camastro blanco. Un agujero de bala atraviesa la parte izquierda de su pecho. Dos columnas de sangre bajan, irregulares, desde la herida hacia la espalda. Si no fuese por este detalle, se podría pensar que este hombre duerme, plácida, pacíficamente extenuado tras los duros combates de los últimos días, y sueña, tal vez, con un mundo nuevo donde el hombre no sea un lobo para el hombre. Pero este hombre está muerto. Se adivina, en torno a él, el nerviosismo trágico de los cirujanos, la desolación afilada de los compañeros, la tristeza aplastante de los amigos. La ciudad es Madrid. El año, 1936. El día, veinte de noviembre. Durruti ha muerto.

“Lo ejemplar de Durruti fue su protesta airada –mucho más lo hubiera sido de seguir viviendo—contra la traición de la retaguardia endiosada en las poltronas, que pudo determinar el combate eficientemente contra el salvajismo franquista y no lo hizo. Lo ejemplar de Durruti fue su actitud contra la militarización (…) Lo ejemplar de Durruti fue su llaneza tan en oposición a las fantasías de los graduados repentinos. Lo ejemplar de Durruti fue su voluntad de entera autonomía para los núcleos económicos que se iban formando en Aragón junto a la misma línea de fuego, y no con una nueva etiqueta de Confederación Nacional del Trabajo, sino con su espíritu superado y galvanizado con inmediatos y buenos ejemplos. Lo ejemplar de Durruti era su adversa opinión al militarismo galoneado que, después de perder todas las guerras, hace imposible la paz. Tal eran en Durruti los motivos de acción contra Franco. De estar en todas las mentes, de ser los combatientes mismos y no los políticos metidos en tinteros los gestores de la guerra, ésta no se hubiera perdido. No hubiéramos perdido a Durruti ni a sus compañeros de infortunio, ni ahora perderíamos el tiempo discutiendo los galones que hay que ponerse.”

Artículo de Mujeres Libres