jueves, 10 de mayo de 2012

Wal-Mart el alto coste de los bajos precios



Walmart es la empresa más grande del mundo y lo ha sido por más de una década, superando a petroleras y bancos en la cima del poder económico mundial. Tiene casi el doble de ventas globales que su competidor más cercano, la cadena Carrefour.
En 2009, el negocio de ventas de alimentos y abarrotes superó por primera vez al poderoso mercado global de la energía, pasando a ser el mercado más grande del mundo que cautiva a toda la población global que no produce alimentos, porque nadie puede vivir sin comer. La competencia por controlar ese inmenso mercado es feroz y  no conoce escrúpulos.

Desde su actual posición, Walmart controla y ejerce una influencia brutal sobre grandes sectores de la producción, el consumo y la política. Practica una notoria política antisindical, que comenzó desde que su fundador Sam Walton anunció que la base de su negocio sería pagar salarios bajos y no pagar beneficios laborales. Siendo el empleador privado más grande de Estados Unidos y México, Walmart logró bajar significativamente los salarios medios de toda la industria. Más de 60 por ciento de sus trabajadores en Estados Unidos no tiene cobertura médica y la cifra es mayor en países latinos.

En pocas décadas ha acumulado un historial impresionante de demandas que van desde no permitir la sindicalización de empleados a muchas otras razones cubriendo casi todo el espectro imaginable de violaciones laborales: despidos injustificados, discriminación de discapacitados y de género, trabajo infantil, falta de cobertura de salud, no pago de tiempo extra, empleo de trabajadores indocumentados, agresión contra vendedores fuera de sus locales y otras. En Estados Unidos ha sido objeto de 40 “acciones de clase” en diversos Estados, principalmente por discriminación de género, implicando a millones de mujeres. En México tiene el primer lugar en demandas laborales en el Distrito Federal.

Walmart de México (Walmart, Sam’s Club, Bodegas Aurrera, Superama, Suburbia, Vips, El Portón y Ragazzi) controla más de la mitad del mercado de ventas minoristas en el país, superando a todas las otras cadenas juntas. Tiene una agresiva política para eliminar competidores en ciudades y poblaciones más pequeñas, donde se establece muchas veces contra las protestas de la comunidad. Comienza ofreciendo precios más bajos y cuando los comercios locales desaparecen, los aumenta incluso considerablemente por arriba de nivel medio. Según Walmart Watch, organización de afectados por el gigante en Estados Unidos, por cada dos empleos que genera en una comunidad, se pierden tres.

La entrada del gigante a los contratos agrícolas con pequeños productores significó la ruina de muchos campesinos de Centroamérica, que seducidos por la supuesta “oportunidad”, quebraron en poco tiempo debido a las demandas de uniformidad, cantidad, plazos, empaques y el control impuesto de certificadoras internacionales, quedando con grandes deudas por las inversiones que realizaron para poder entrar al juego.
Los precios bajos de Walmart se deben también a la utilización sistemática de maquiladoras en condiciones de extrema explotación. Una trabajadora de una maquila en Bangladesh tiene un horario "normal" de 8 de la mañana a 3 de la madrugada, para sobrevivir con el nivel de pagos que fijaba Walmart. El gerente de esa maquila se quejó de que “aún debían mejorar, porque Walmart conseguía mejores resultados en China”. En efecto, ahora 80 por ciento de los productos de Walmart son producidos en China, en pésimas condiciones laborales, a costa de la calidad y en varios casos demostrados, usando productos tóxicos por ser más baratos. De todas las exportaciones chinas, 12 por ciento van a los anaqueles de Walmart.

Walmart es un caso extremo de impactos contra trabajadores, consumidores, comunidades salud y ambiente, pero no es una excepción, es la norma del sistema industrial globalizado, particularmente en alimentos. Al otro extremo de esa misma cadena, con un historial de abusos semejante, están Monsanto, Syngenta y otras. Por fortuna, la mayoría de los alimentos son producidos fuera de esas cadenas por campesinos, pastores, pescadores artesanales y huertas urbanas. Apoyar esa producción y consumir productos locales y sin químicos es fundamental para minar a estos gigantes que quieren controlar nuestra comida, nuestra salud, nuestros trabajos, nuestras comunidades, nuestra vida.