viernes, 3 de mayo de 2019

Proyectos hoteleros y urbanísticos amenazan la biodiversidad en la costa de Cádiz


 
A imagen y semejanza de la última ocurrencia del Consistorio de Chiclana, con el proyecto de destruir 60.000 metros cuadrados de pinar para construir 206 viviendas de lujo -  el último gran pinar litoral de Sancti Petri -, nos topamos hoy con el proyecto urbanístico-hotelero Malcucaña que se ubicaría en El Palmar,  una de las únicas parcelas de las playas del litoral gaditano que quedan sin urbanizar, 130.000 metros cuadrados.
 
Cuando vamos a la playa a pasear o a bañarnos no solemos pensar en otras especies de animales o plantas que viven allí. Sin embargo, si nos detenemos un poco, podemos descubrir una gran biodiversidad. Las especies que habitan en las playas están adaptadas a las condiciones ambientales de gran insolación, viento y suelo arenoso. A lo que no están adaptadas estas especies es a la presencia humana, especialmente la masificación urbanística.

Con el objetivo de analizar el efecto de las actividades humanas en la biodiversidad, desde Greenpeace, en colaboración con el CSIC, hemos realizado un estudio sobre el efecto de las actividades humanas en la biodiversidad del ecosistema dunar de las playas de Castilnovo y El Palmar, en Cádiz.

 
 
 
El ecosistema costero de la playa virgen de Castilnovo está bien conservado por carecer de edificaciones. Existe una diversidad enorme que es posible gracias a los distintos hábitats que la protegen: sistema dunar, prado, humedal, esteros y el arenal. En las dunas, hemos documentado unas 35 especies de plantas características de la zona, muchas de ellas autóctonas y amenazadas, como el Echium gaditanum, incluida en la lista roja de flora vascular de Andalucía y de España, o la azucena de mar (Pancratium maritimum). También hay cantidad de aves e insectos, como el recién llegado Ibis eremita (Geronticus eremita). Sin embargo, esta enorme riqueza natural es a la vez vulnerable porque el área no está protegida con ninguna figura de protección (supramunicipal) que regule el uso del suelo.

Por su parte, el ecosistema de la playa de El Palmar está más afectado por la urbanización, un impacto que aumentaría si finalmente se llevase a cabo el nuevo plan urbanístico que se proyecta sobre esta zona. En esta playa hemos encontrado una abundancia mucho mayor de la especie invasora Carpobrotus edulis y muchas más especies típicas de zonas perturbadas, más acostumbradas al pisoteo, además de mucha más basura.

El proyecto urbanístico-hotelero Malcucaña se ubicaría en El Palmar, aumentando la presión humana sobre este ecosistema costero. Unas 1.500 plazas hoteleras ocuparían 130.000 metros cuadrados, una presión urbanística añadida que afectaría gravemente a esta valiosa zona natural, de las pocas que quedan en el litoral andaluz. Además, este proyecto nació al calor de la burbuja inmobiliaria, en 2007. Se trata de una operación especulativa dado que, inicialmente, los terrenos eran no urbanizables y, por lo tanto, fueron adquiridos por la promotora a bajo precio. Una modificación del PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) de Vejer en 2010 los convirtió en urbanizables y, al estar situados en este entorno, se revalorizaron mucho. Es la única parcela de la playa de El Palmar que queda sin urbanizar, por ello deberían conservarla a toda costa.

La semana que viene, el panel internacional de expertos sobre biodiversidad, IPBES (un equivalente al IPCC sobre cambio climático), publica su más reciente informe sobre el estado de la biodiversidad mundial. Su mensaje es claro: la pérdida de biodiversidad mundial es un reto para la humanidad tan grande como lo es el cambio climático y amenaza nuestra propia supervivencia.

Es imprescindible que pongamos freno a nuevos desarrollos urbanísticos que lo único que consiguen es hipotecar nuestro futuro. Hemos de proteger los ya muy mermados ecosistemas costeros para acabar con la tremenda pérdida de biodiversidad.
 
Fuente: Greenpeace