Las relaciones comerciales con la dictadura saudí, se han impuesto sobre los derechos humanos, pero además hemos sido testigos de un intento nada honesto de minimizar el peligro del armamento vendido.
El ministro "socialista" Josep Borrell confirma que España cumplirá su compromiso de venta de un material militar que puede ser utilizado en la campaña de bombardeos indiscriminados que Arabia Saudí, mantiene en Yemen hace más de tres años.
El número real muertos provocados en la guerra de Yemen se eleva a 50.000 víctimas. Esto no incluye los miles de civiles muertos no en combates, pero sí por causas relacionadas directamente con la guerra. Es decir por la desnutrición y la epidemia de cólera originados en buena parte por el bloqueo naval realizado por los saudíes.
La mayoría de los civiles muertos en acciones de guerra han perecido en ataques de la coalición dirigida por los saudíes con ataques específicos sobre zonas residenciales, clínicas, mezquitas, centrales eléctricas, centrales de potabilización de agua y todo tipo de infraestructura civil. Son ataques realizados directamente sobre objetivos determinados de antemano y que cuando se hacen sobre la infraestructura civil de un país se considera que son también un crímenes de guerra.
Para esos ataques, los saudíes emplean bombas guiadas por láser como las que el Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido vender a Arabia Saudí por un contrato firmado por el Gobierno del Partido Popular.
Lo extraordinario está en lo que dice el ministro de Exteriores, Josep Borrell: explicó que se trata de un "armamento de precisión", guiado por láser, que "no produce efectos colaterales en el sentido de que da en el blanco que se quiere con una precisión extraordinaria". Esto es de lo más absurdo:
Bombas de precisión o misiles guiados por láser, similares a las que España va a vender, se usaron en agosto en el ataque a un autobús escolar que mató a 29 niños. En el ataque en abril con 33 muertos en las tiendas instaladas para celebrar una boda en una zona de Yemen controlada por las milicias hutíes enemigas de Arabia Saudí. En el bombardeo de un funeral en 2016 donde murieron 140 personas. Ese ataque fue preciso en dos ocasiones. El primer misil destruyó el objetivo. Minutos después, el segundo impactó cuando los equipos de emergencia intentaban sacar de allí a los heridos.
No hubo "efectos colaterales", como dijo el ministro en la típica expresión con la que los políticos intentan liberarse de sus responsabilidades morales. Los bombardeos cumplieron sus objetivos.
Fue esa "precisión extraordinaria" de la que habló Borrell la que hizo posible esas matanzas.