martes, 23 de julio de 2019

Por la abolición, siempre. Artículo de Encarna Julia Garcia




Por la abolición, siempre

Desde el lado del pragmatismo pesimista, se nos dice que la abolición no existe como alternativa. Esto es muy cómodo de decir, cuando ni siquiera lo has intentado. Cerrar la vía radical y quedarse con la superficial es sin duda lo más fácil. La abolición de la prostitución no es imposible si empezamos a trabajar por ella ya, y tenemos dos formas: concienciar a quien la ejerce y concienciar a quien la consume. De las dos, la segunda es la más segura. 

En primer lugar, hay que dejar claro que el hecho de que exista una sociedad de mercado no implica que se oferten todo tipo de productos o servicios, y que la venta de sexo sea irremediable. Aún dentro del sistema capitalista puede llegar el día en que dejen de existir mercados como el del sexo y el de la droga, tal como no existe en el mercado alimentario una oferta de carne humana, ¿por qué? Porque el canibalismo ya no es considerado opción ética en nuestra sociedad, y si nos la ofertan, no solamente no la vamos a demandar, sino que presionaremos para que la retiren del mercado inmediatamente. De la misma manera, no podemos contentarnos condecir que esto existirá siempre porque es un negocio muy lucrativo etc..., porque depende de la responsabilidad y la acción de cada uno de nosotros. 

Se trata de concienciación, de pronunciar un NO rotundo, alto y claro, que escuche toda la sociedad, y no quedarse en medias tintas de “no se puede”, “es inviable”, “no les damos alternativas” etc... Cuando se conciencien, las personas que la ejercen buscarán sus alternativas. ¿Es que no hay alternativas a la economía de la droga? Las hay; más difíciles, pero las hay. Claro, lo fácil es vender droga o abrir casas de apuestas; pero nosotros no queremos lo fácil, queremos lo responsable. 

Otro argumento de lxs derrotistas a resaltar es que parten del supuesto de que las personas que quieren sindicar la prostitución lo están haciendo porque se ven forzadas a ejercer la prostitución por necesidad económica. Pero si ellas adquieren poder organizativo, ¿por qué no lo usan para exigir otro trabajo? Porque no quieren otro trabajo. 

Solamente con leer el manifiesto de OTRAS, igual que las respuestas quedan los defensores de su sindicación en CNT -ahora mismo Granada y Madrid-, queda claro que no es así. Ellas mismas ponen de relieve que no están ejerciendo por necesidad económica de extrema pobreza, sino que reivindican la actividad como un “oficio” y además empoderante, liberador, y antipatriarcal... 

Estas personas no provienen del derrotismo, ellas no se plantean la abolición ni para ahora ni para nunca, porque para ellas sería una violación de una libertad individual inalienable, la de prostituirse. 

Se trata de una entre el conjunto de supuestas libertades sexuales que nos trae consigo el capitalismo en estado puro y salvaje: incesto, zoofilia, pedofilia, sadomasoquismo, violaciones... todo esto envuelto en pornografía (la prostitución vista), y en prostitución (la vía directa para experimentar todas estas “libertades” en nuestras propias carnes). El hecho esencial es que estas personas lo defienden como “libertad”, mientras el abolicionismo lo comprende como vulneración grave de derechos humanos, porque rompe con la integridad psicofísica de la persona en grado extremo, al desnaturalizar y mercantilizar el sexo, disociándolo del afecto, que está hasta en las relaciones sexual es entre personas que no se aman, pero se atraen. En consecuencia, no lo considera “trabajo”, sino “explotación sexual”, por la venta del espacio más íntimo del cuerpo y de la conciencia, algo que no es ético ofrecer al intercambio económico. 

Donde tiene que haber por derecho una relación interpersonal, íntima, sexual, lo que hay en la prostitución es una relación de consumo de un sujeto que compra sobre otro sujeto que se vende y cosifica anulando todo su espacio físico y psíquico personal. 

Este extremo de alienación y cosificación no se da en ningún trabajo asalariado, tan solo en la explotación sexual. El abolicionismo no quiere prohibir, ni decir a nadie lo que tiene que hacer con su cuerpo, simplemente no acepta como buena esta práctica y no la quiere fomentar socialmente. 

Discute la supuesta necesidad social de esta función, por eso entiende que la prostitución desaparecerá el día en que esa actividad no se conciba como necesidad. Por lo tanto, si se está por la abolición, apoyar las regulaciones es la peor forma de claudicación, es todo lo contrario de lo que se tiene que hacer. 

Hablando del estigma, ¿cual es la versión del cliente? Porque estamos escuchando a las prostitutas “empoderadas” pero no a quienes las consumen, que son los que sostienen el negocio. ¿Formarán ellos asociaciones de consumidores?, ¿las formarán bajo el ala de la CNT?, ¿Están ellos contribuyendo a eliminar el estigma?, ¿qué son las prostitutas para ellos?,¿cómo las han concebido históricamente? Véanse los foros por internet de los “puteros” para ver a qué degenerados se está tratando de complacer. 

Darles nuestro sexo, ni más ni menos, a gente que piensa que tienen derecho a comprarnos... Pues a estos les decimos ¡NO! ¡Ah! Y ¿cuál es la opinión de las parejas y de los hijos de sus clientes?, ¿y de las parejas y de los hijos de las que se prostituyen? 

La prostitución va más allá de la poligamia, se es un auténtico objeto sexual, sin ninguna intervención de la afectividad. No oímos una palabra de ellos, lo único que se oye es la palabra de un sujeto abstracto, sin vínculos ni responsabilidades sociales. Ellas dicen que nadie tiene derecho a decidir por ellas, que su voz es la voz de todas las prostitutas, ¿pero quienes son?. El 90% no tienen voz, su perfil es distinto. Se comprueba que es una actividad feminizada, de mujeres en su mayoría CIS, extranjeras y víctimas de trata, y minoría de trans. ¿Por la pobreza? Más que por eso por la demanda. 

Las mujeres no demandamos sexo y no es casualidad; es una actividad del patriarcado, lo más patriarcal en economía: demanda masculinizada y oferta feminizada. 

La mayoría no son voluntarias, sino víctimas de trata, y esto seguirá siendo así mientras la prostitución exista. Porque, ¿qué ha pasado en los países donde la prostitución se ha legalizado? Basta echar un vistazo al panorama alemán y neozelandés para comprobar que la legalización no es la panacea contra el proxenetismo, la trata y la explotación. 

Allí la situación se resume en dos palabras: “sin límite”. En Nueva Zelanda en concreto, sobresale el papel nefasto del Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda, (el NZPC), de mediación entre el Ministerio de Sanidad y los operadores de burdeles (proxenetas), para que su trabajo esté en los “límites de la legalidad”, que en estos países son NADA, porque simplemente se despenalizó a la prostituta sin penalizar al proxeneta y al cliente, con la consecuencia de fomentar el comercio sexual y aumentar la demanda, de más burdeles, de más mujeres, haciendo crecer la trata de esclavas traídas del extranjero, la explotación de hasta 24 horas, y las modalidades de sexo más violento. 

Los burdeles han ido expandiendo su área y están al lado de las escuelas, y este comercio ha ido creciendo con la pornografía que se está difundiendo explosivamente por internet (esto no es inocente, es una mentalidad y una cultura de violencia patriarcal que nos afecta porque nuestras parejas vienen a la relación condicionadas por toda esta basura informativa y por un conjunto de prácticas vejatorias y de riesgo para la salud que no tienen derecho a imponernos quienes están en ese negocio). 

En ningún caso se cumple la utopía de las autónomas: que van a ser las únicas que van a trabajar sin patrón, que van a vivir bien haciendo algo placentero, haciendo burla de la obrera que se mata a trabajar y no cobra lo mismo (siempre se nos pone el ejemplo en que coinciden la necesidad económica y el deseo, pero esa no va a ser la realidad en el 99 % de los casos, además de la ya mencionada degradación que supone el venderse a alguien, por mucho que se le desee). 

A los derrotistas hay que hacerles ver que aquí solo hay un imposible, y es el de que el regulacionismo va a acabar con la explotación sexual ola va a reducir significativamente. Pero aunque fuera el caso, no queremos una explotación sexual atenuada, porque no la vemos tolerable bajo ninguna condición. 

Lo que no queremos para nosotras, no lo queremos para nadie. ¿Qué hacemos entonces con las prostitutas pobres?, dirán nuestros compañeros sindicalistas. Lo mismo que hacemos con los traficantes, con los funcionarios de prisiones, con los policías o soldados, y con los proxenetas...y todos aquellos de los oficios represivos, claramente masculinizados. Si vienen a sindicarse, concienciarles de que busquen otro trabajo.

¿Pobreza? El pasado de nuestras familias obreras ha sido de miseria, y cuando digo miseria digo comerse la hierba de los campos, o coger lo necesario de donde esté. La prostitución nunca ha sido una salida. Si acaso podría serlo un día, pero no todos los días. Por lo tanto, formación para no recurrir a la vía fácil, pero nunca darle legitimidad a esta actividad, es lo que deben hacer los que no estén a favor de ella. 

La prostitución no es un trabajo, es la entrega total de tu persona a alguien para que abuse de ella. Las pobres vamos a ser nosotras el día que se reconozca como trabajo, porque ese día las autoridades podrán obligarnos a ejercer la prostitución como condición para no perder el subsidio de desempleo, por ejemplo, o estar estigmatizadas y presionadas por nuestras familias por no querer aceptar esos “puestos de trabajo”. 

Es ofensiva la forma en que el capitalismo está usando el movimiento por la emancipación transfeminista para reclamar reformas misóginas y tránsfobas y además hacerlo pasar como prolongación de las luchas de estos colectivos, como si prostituirse fuera un derecho más. Esto nos da idea del grado de confusión ideológica que se ha alcanzado en este punto de la historia. Ellos están haciendo lo esperable, que es defender su negocio con uñas y dientes. 

Lo sorprendente es que a muchos les pilla inadvertidos en el movimiento libertario, sobre a todo a los compañeros hombres, que quiero pensar que no son clientes, pero sí están actuando bajo los principios supuestamente humanitarios que el mensaje de los negociantes del sexo les ha transmitido. 

Desde aquí pido que lean acerca del pasado abolicionista de nuestro movimiento, que discutan en sus sindicatos y grupos de afinidad, que no den por buena una tendencia que nos viene del capitalismo sin debatirla previamente, y entonces, que tomen acuerdos de sindicato que regulen la sindicación o no sindicación de estos supuestos “trabajadores sexuales”.

Encarna Julia Garcia

"Una sociedad en la que el ámbito de las relaciones íntimas quede libre de explotación, en que el amor y el sexo sean verdaderamente libres y espontáneos, que respondan a relaciones afectivas y de crecimiento personal, eso es lo que queremos y por tanto MANIFESTAMOS: que lucharemos por mantener la línea abolicionista en las organizaciones y grupos de afinidad anarquistas en las que estemos integradxs, y que no aceptaremos la entrada y la organización de los intereses del negocio del sexo en la Confederación Nacional del Trabajo CNT-AIT sin que al menos exista un debate o discusión previos."

Fragmento del Manifiesto Abolicionista, al cual se adhirió - entre otros  - la CNT-AIT de  Chiclana