martes, 4 de marzo de 2014

Anarquismo ilustrado: nuestros carteles


Autor: Anónimo
Edita: CNT-AIT. Sindicato de Industia Fabril y Textil y sus Anexos de Barcelona
Año: 1937

A partir del 20 de Julio de 1936 y días siguientes se produjo en España, más concretamente en Cataluña y en una buena parte de Aragón, una experiencia única hasta aquel momento en la historia del Movimiento Obrero mundial. 
Los hombres y las mujeres, que luchando en las calles de Barcelona han frenado el levantamiento fascista, vuelven a sus lugares de trabajo en unas condiciones completamente distintas de las existentes anteriormente. Hacia sólo unos días eran obreros asalariados dentro de una sociedad burguesa y ahora, después de la huelga revolucionaria, cuando los detentadores de la riqueza colectiva para su uso exclusivo han desaparecido o se esconden por miedo al pueblo armado, el funcionamiento de las fábricas, de los servicios y la planificación productiva del sector primario está en manos de los trabajadores, se plantea la cuestión de como ponerlo en marcha. Empiezan las colectivizaciones... 

Se ha escrito mucho sobre la guerra de España, y en la mayoría de las publicaciones se ha considerado la cuestión de las colectivizaciones como un episodio más o menos importante, consecuencia de una situación especial provocada por el alzamiento militar y fascista. Así se olvida completamente (y no por casualidad, mas bien interesadamente) todo un proceso revolucionario que si bien fue acelerado por dicho levantamiento, tarde o temprano se hubiera producido; la clase trabajadora catalana y del resto de regiones y nacionalidades de España ya no podía aguantar más aquella situación cerrada a cualquier reforma social de fondo. Las colectivizaciones fueron el logro más avanzado en aquel proceso revolucionario único en el mundo de aquellos años. No surgieron "por casualidad" ni mucho menos. No fueron un “irrealizable ensayo utópico”, ni un “salto en el vacío”, fueron el producto natural de una forma de organización de la clase trabajadora de nuestro país hacía unos fines concretos y con unos medios adecuados para lograrlos. 

La CNT contaba, por aquellos años en nuestro país, con más de un millón de afiliados en el momento del alzamiento. Estaba organizada en las industrias más importantes no por Ramos sino por Industrias. Esto significa, por ejemplo, que el Sindicato de la Industria Fabril y Textil englobaba (en parte prácticamente y en parte en proyecto) a los trabajadores constructores de maquinaria textil, reparadores de la misma ya en uso (técnicos mecánicos), a los dedicados a la fabricación de fibras artificiales y sintéticas, los que manipulan o extraen las fibras de animales vertebrados, los que las facilitan procedentes del gusano de seda, los que cultivan las fibras vegetales, los que las preparan para ser enviadas a las manufacturas los que se dedican a la extracción del amianto, pasando las profesiones básicas tales como la preparación de las fibras, hilado de las mismas, tejeduría, tintado, blanqueado y acabado, técnicos de las diferentes modalidades de tan vasta industria; los profesionales (auxiliares) como los electricistas, carpinteros, albañiles, mecánicos de obra, transportistas, administrativos de fábrica y despacho, confeccionistas de toda clase de prendas de vestir, género de punto, rama del calzado, rama de sastrería a medida, así como dependientes de la comercialización de todos los productos del vestir y calzar, todos, en fin, constituían EL SINDICATO DE INDUSTRIA FABRIL Y TEXTIL Y SUS ANEXOS. 

Naturalmente esta fórmula de organización daba a cada Sindicato de Industria una capacidad de acción y de autonomía amplísima, siendo la Confederación Nacional de Sindicatos de Industria el elemento coordinador entre los diversos sectores de la producción. Esta autonomía venía dada por el objetivo final de la CNT en un proceso revolucionario: la AUTOGESTIÓN mediante la toma de todos los instrumentos de trabajo y producción. 

En el momento que los trabajadores toman en sus manos las fábricas, los servicios y la explotación de la tierra, el Sindicato pasa a ser una organización de defensa de intereses frente a los del capitalismo para convertirse en un organismo de gestión, y el principio organizativo de este Sindicato, la AUTOGESTIÓN, pasa por la aplicación directa al proceso de producción. Se trata no sólo de un cambio de propiedad de los medios operativos sino de un cambio de las formas de producción y de todas las relaciones derivadas de estas formas. Esta es la gran diferencia, la experiencia única de la revolución obrera española. Nadie toma el poder en "nombre de ella". Nadie organiza la producción desde arriba, "en espera de que el proletariado sea capaz de hacerlo". Es el pueblo llano, la clase obrera misma la que organiza, controla, coordina, y lo hace desde sus lugares de trabajo, usando sus propias organizaciones, sin "vanguardias políticas", y la cosa funciona (¡funcionó!). 

Aquella revolución marcha adelante, por poco tiempo, es verdad, porque existían muchos a quienes no les interesaba aquella subversión del orden establecido anteriormente, porque la excusa de todo Estado (fascista, republicano, socialista, comunista o como se le quiera denominar) es que los trabajadores no son capaces de organizarse por sí mismos. Y enseguida se organizaron los enredos políticos, se formularon pactos, las traiciones descaradas, hasta que todo se fue al garete, teniendo por protagonistas a ciertos "revolucionarios" que para demostrarlo dividieron a los propios protagonistas, destrozaron las experiencias agrícolas autogestionarias de Aragón e hicieron todo lo posible para que los trabajadores industriales de Cataluña tuvieran que hipotecar sus bienes para obtener créditos, para poder cobrar unos salarios improductivos a causa de un sutil boicot negando toda clase de ayuda estatal en la adquisición de materias primas para poder seguir produciendo. Y después de hundirlo todo, echaron tierra, mucha tierra encima, 50 años de tierra, para que el pueblo trabajador no se enterara de lo que en realidad pasó y para que a los trabajadores no se les ocurriera volver a pensar en cosas tan peligrosas como "Autonomía", Acción Directa", Autogestión".